Es domingo cayendo el anochecer cuando los Keller junto a la castaña llegan a su nueva mansión. Está a dos vecindarios de la antigua mansión, y es un poco más campestre por el sitio en donde se encuentra, casi cerca de las montañas. Huele a tierra mojada gracias al hermoso jardín que hay en la entrada, alumbrado por grandes faroles que cuelgan del tejado. Hay árboles, casas para perros y hasta jaulas para pájaros.—No era lo que esperaba... —Evangeline menciona—. ¡Es mucho mejor! Esta da un brinco de felicidad y abraza a los Keller como una niña pequeña encantada por el sitio.—¿Realmente te gusta? —le pregunta Magnus, con una sonrisa, encantado por su emoción—. ¿No crees que es muy campestre?—La amo porque me hace recordar mis orígenes —esta le responde.Entonces el ojiazul siente esa culpa en su pecho, de nuevo. Sin embargo, toma la mano de su esposa a la cual también le ha encantado el lugar, porque siente que habían necesitado un cambio en sus vidas como este, y viendo a la dulce
El ojiazul va a su nuevo despacho y mientras lo ordena siente el perfume de su mujer cerca de él, al mismo tiempo en que las manos de esta tocan sus hombros.—¿Un masaje? —le pregunta ella, y este asiente.El hombre toma asiento en su silla frente al escritorio, y la rubia se sienta sobre él mientras quita su camisa manga larga para así comenzar a proporcionarle un masaje.—Di lo que tengas que decir —Magnus le dice, al saber que esta ha estado callada casi todo el día y es porque guarda algo muy grande. Pues la conoce tan bien que a veces le asusta.—La quiero muerta —expresa Irina, refiriéndose a la hermana de su esposo.Eso hace que ambos sientan sus cuerpos erizarse. Entonces el ojiazul ve a su esposa fijamente, y suspira.—Lo intenté una vez. Voy a encargarme de ello.—No quiero que lo dudes —Irina le pide, haciendo un poco más de presión en los hombros de su esposo, provocándole un quejido—. No te detengas por tu madre, por tu hermano o cualquier detective. Ella es la responsabl
Tal como Magnus le había dicho la noche anterior, a tempranas horas de la mañana llegó un paquete a la mansión para Evangeline. Este fue recibido por Thalia, quien no tan familiarizada se pierde un poco antes de tocar la puerta de la chica.La castaña abre a puerta mientras se estira. Al ver a Thalia la abraza con fuerza y le pide que pase, y aunque la señora se niega al inicio, Eva la convence.La señora Thalia ve la habitación y sonríe un poco.—Está muy bonita, señorita Evangeline.—¿Verdad que sí? —dice con una sonrisa. Lo que más le gusta es ese balcón propio que tiene y esos grandes ventanales hacia el mismo que a su vez la hace lucir una habitación moderna—. Thalia, ¿puedo preguntarte algo?La mujer asiente sin problema mientras ve a la chica desempacar la caja que le ha llegado con libretas, colores, hojas, una mochila muy fina y un uniforme color vino con su nombre bordado al igual que su carrera a estudiar.—¿Qué tanto sabe de las otras sumisas de los Keller? —le pregunta si
Los ojos que la ven de par en par con bastante lujuria hacen que esta salga rápido del agua. Evangeline siente la garganta seca cuando siente la necesidad de excusarse por hacer lo que estaba haciendo, pero antes de que hable es recostada del vidrio que da paso a la ducha. Y pronto sus labios menores son atacados por una lengua ágil que la obliga a cerrar las piernas.La castaña cierra los ojos sintiendo el calor hacerse más grande en su vientre, y no puede dejar de moverse.—Mírame Eva.Ella obedece y cuando sus ojos se encuentran con los contrarios, dos dedos se introducen en ella con bastante ansias y esmero, jalando como quien quiere extraer cada parte de sus jugos, y al mismo tiempo, tocando con el dedo pulgar su ya hinchado punto débil.La castaña en cuestión de segundos se hace chorros extremos, mojando todo el suelo mientras la otra mano tapa su boca para que nadie pueda escuchar.Las respiraciones se mezclan con un beso lleno de mucha saliva y pasión, que deja el corazón de l
Para cuando Evangeline pone un pie frente a la universidad su cuerpo aún no ha dejado de temblar. Sus zonas sensibles están mojadas, la respiración agitada, el sudor en su cuello y el cabello hecho un desastre seguramente.—¿Necesita ir al baño, señorita? —le pregunta Fabián al ver que esta se ha quedado inmóvil.El nuevo guardaespaldas por supuesto que ha escuchado todo, y aunque no sabe la historia de verdad y piensa que esta es amante de su jefe, su trabajo es cuidar de la chica, y entre cuidarla está ayudarla para lo que sea.Evangeline asiente con un suspiro sosteniendo con fuerza una tira de su morral. Siente que Fabián va detrás de ella en todo momento mientras las personas la ven como si fuera un ser de otro mundo. Sus mejillas se sienten calientes por la vergüenza de sus fachas desaliñadas y baja la mirada en todo el camino.—Por aquí, señorita... —Fabián le muestra en dónde está el baño y esta corre hasta allá.Agradece que no hay nadie dentro y suspira al verse al espejo. S
En el instante en que la castaña se encuentra a punto de salir de la universidad, una mujer se posa a su frente. Es Andrea, quien tiene libros y un morral gigante en mano.—¿Me ayudas?Evangeline ve a todos lados, consiguiéndose con la mirada de Fabián quien le asiente, entonces la castaña toma los libros y sigue a la mujer. Suben tres pisos hasta llegar a la biblioteca. Llegan jadeando arriba, a excepción de Fabián. Y entonces Andrea ríe un poco.—Disculpa, Evangeline. Los ascensores a esta hora están abarrotados.—No te preocupes —responde Eva volviendo a recibir bien el aire en sus pulmones, cuando coloca los libros en una gran mesa—. ¿Y para qué es todo esto?—Verás, Eva. Estoy haciendo mi "servicio comunitario". Cuatro profesores de la escuela me tienen a su disposición. Y créeme, pensé que estudiar Comercio Internacional era lo peor, pero no te imaginas cómo son las otras carreras. Son una pesadilla.Ante esto Evangeline sonríe, emocionada de que la chica ya esté por graduarse.
Entran a la limusina y Magnus recibe una llamada de su esposa, entonces sin problema lo pone en alta voz.—Estoy aquí, llevaré a Evangeline a almorzar, ¿te apuntas?—Magnus, yo sí estoy trabajando. Y Eva, ¿no vendrás a ayudarme? Esto aquí es un caos. —Irina se escucha ajetreada del otro lado de la línea.Evangeline se siente mal por eso.—Está bien. Puedo ir con ella —le dice a Magnus.—Pero tienes hambre —este le susurra con una mirada suplicante.—Pero es mi trabajo... —Eva hace un puchero leve, y cuando lo ve exhalar sabe que cederá.—Bien. La dejo allá, iré por comida y comeremos todos en la oficina, ¿les parece?Evangeline asiente e Irina del otro lado de la línea dice estar de acuerdo. Entonces el ojiazul cuelga la llamada, deja el teléfono a un lado aunque ve que tiene otras llamadas entrando y de repente toma los hombros de la chica para hacer que esta se recuesta de su pecho.La castaña suspira por el olor de su colonia, y el calor que le da su cuerpo aún por encima de esa ro
Evangeline había terminado en cuatro patas sobre el escritorio mientras sus jefes la sometían a pequeños castigos, postergando su orgasmo. Llegó el primero, el cual fue detonado por la lengua de Irina, el segundo por una fuerte embestida de Magnus, y el tercero, sucedió cuando hizo sexo oral al ojiazul; este se corría en su boca haciendo que ella por primera vez lo tragara todo mientras la rubia jugaba con su agujero trasero y tras varias lamidas, allí mismo se rindió ante los pies de sus jefes.Estaba desnuda, sin fuerzas y temblando por todo el placer. Entonces Magnus la cargó en sus brazos y la dejó acostada en el sofá de la oficina, y la chica cerró los ojos no pudiendo evitar quedarse dormida tras este acobijarla con su saco.Ante esto, los Keller aprovechan a hablar en baja voz.—Está muy sensible, ¿crees que...? —Magnus dice, mirando a la castaña de reojo, esperanzado.La rubia sacude la cabeza, mientras termina de limpiarse la cara, las manos, y toma caramelos de menta mientra