Evangeline intenta poner en orden sus sentimientos cuando al llegar a la mansión Keller se encuentra con patrullas fuera.—Tranquila cariño, quédate aquí dentro, ¿sí?Esta asiente hacia Irina y el ojiazul le da una mirada fugaz antes de bajar junto con su esposa.La castaña no sabe qué ocurre porque ninguno le comentó nada en el camino. Además, pensó que estarían de regreso por lo que había ocurrido en el Yate, no por otra cosa.Tiene miedo, por muchas cosas, pero sobretodo: por estar propensa a seguir conociendo a su jefe. Ese hombre que ha causado estragos en su cuerpo y junto con su mujer la han hecho capaz de tener los pensamiento más cochinos que jamás hubiese imaginado.Suspira, empañando el vidrio, y ve a la pareja hablando con el mismo detective que la ha entrevistado la otra vez.No quiere pensar que se trata de las cartas. Se supone que Telma está muerta, que ya no puede hacerles daño. Piensa, piensa, y recuerda las palabras de Irina hace un par de horas.« Me hizo tanto dañ
—El ADN es fresco, señora Keller. Su hija no está muerta. Seguramente ha estado oculta, esperando que fuese el momento indicado para atentar contra su otro hijo, con su esposa. Y su secretaria...—¿Quién?, ¿Telma?—No, señora Keller. Evangeline Barris.—Ah, sí, la chica huérfana... —comenta con algo de descuido.Si, sí, ella está al tanto de todo. Que Telma se quitó la vida, que su hijo y esposa tienen una nueva sumisa. No le hace falta llamarlo ni verlo todos los días para saber lo que este hace.—¿Por qué no se muestra sorprendida?—¿Ante qué? —Levanta la mirada con desconfianza—. Conozco a mis hijos. Sé que son muy abiertos en sus relaciones personales, pero no asesinos ni cobardes.—Señora Keller...—¿Para qué me trajo aquí? —Esta cuestiona cansada, rodando los ojos azules que le heredó a su hijo más exitoso.—Su hija está viva.—Eso ya lo sabía.—¿Cómo, señora?—Hace tres años recibí una carta de ella —le expresa, cansada por tanto drama y disgustada de que consideren que su hija
Es domingo cayendo el anochecer cuando los Keller junto a la castaña llegan a su nueva mansión. Está a dos vecindarios de la antigua mansión, y es un poco más campestre por el sitio en donde se encuentra, casi cerca de las montañas. Huele a tierra mojada gracias al hermoso jardín que hay en la entrada, alumbrado por grandes faroles que cuelgan del tejado. Hay árboles, casas para perros y hasta jaulas para pájaros.—No era lo que esperaba... —Evangeline menciona—. ¡Es mucho mejor! Esta da un brinco de felicidad y abraza a los Keller como una niña pequeña encantada por el sitio.—¿Realmente te gusta? —le pregunta Magnus, con una sonrisa, encantado por su emoción—. ¿No crees que es muy campestre?—La amo porque me hace recordar mis orígenes —esta le responde.Entonces el ojiazul siente esa culpa en su pecho, de nuevo. Sin embargo, toma la mano de su esposa a la cual también le ha encantado el lugar, porque siente que habían necesitado un cambio en sus vidas como este, y viendo a la dulce
El ojiazul va a su nuevo despacho y mientras lo ordena siente el perfume de su mujer cerca de él, al mismo tiempo en que las manos de esta tocan sus hombros.—¿Un masaje? —le pregunta ella, y este asiente.El hombre toma asiento en su silla frente al escritorio, y la rubia se sienta sobre él mientras quita su camisa manga larga para así comenzar a proporcionarle un masaje.—Di lo que tengas que decir —Magnus le dice, al saber que esta ha estado callada casi todo el día y es porque guarda algo muy grande. Pues la conoce tan bien que a veces le asusta.—La quiero muerta —expresa Irina, refiriéndose a la hermana de su esposo.Eso hace que ambos sientan sus cuerpos erizarse. Entonces el ojiazul ve a su esposa fijamente, y suspira.—Lo intenté una vez. Voy a encargarme de ello.—No quiero que lo dudes —Irina le pide, haciendo un poco más de presión en los hombros de su esposo, provocándole un quejido—. No te detengas por tu madre, por tu hermano o cualquier detective. Ella es la responsabl
Tal como Magnus le había dicho la noche anterior, a tempranas horas de la mañana llegó un paquete a la mansión para Evangeline. Este fue recibido por Thalia, quien no tan familiarizada se pierde un poco antes de tocar la puerta de la chica.La castaña abre a puerta mientras se estira. Al ver a Thalia la abraza con fuerza y le pide que pase, y aunque la señora se niega al inicio, Eva la convence.La señora Thalia ve la habitación y sonríe un poco.—Está muy bonita, señorita Evangeline.—¿Verdad que sí? —dice con una sonrisa. Lo que más le gusta es ese balcón propio que tiene y esos grandes ventanales hacia el mismo que a su vez la hace lucir una habitación moderna—. Thalia, ¿puedo preguntarte algo?La mujer asiente sin problema mientras ve a la chica desempacar la caja que le ha llegado con libretas, colores, hojas, una mochila muy fina y un uniforme color vino con su nombre bordado al igual que su carrera a estudiar.—¿Qué tanto sabe de las otras sumisas de los Keller? —le pregunta si
Los ojos que la ven de par en par con bastante lujuria hacen que esta salga rápido del agua. Evangeline siente la garganta seca cuando siente la necesidad de excusarse por hacer lo que estaba haciendo, pero antes de que hable es recostada del vidrio que da paso a la ducha. Y pronto sus labios menores son atacados por una lengua ágil que la obliga a cerrar las piernas.La castaña cierra los ojos sintiendo el calor hacerse más grande en su vientre, y no puede dejar de moverse.—Mírame Eva.Ella obedece y cuando sus ojos se encuentran con los contrarios, dos dedos se introducen en ella con bastante ansias y esmero, jalando como quien quiere extraer cada parte de sus jugos, y al mismo tiempo, tocando con el dedo pulgar su ya hinchado punto débil.La castaña en cuestión de segundos se hace chorros extremos, mojando todo el suelo mientras la otra mano tapa su boca para que nadie pueda escuchar.Las respiraciones se mezclan con un beso lleno de mucha saliva y pasión, que deja el corazón de l
Para cuando Evangeline pone un pie frente a la universidad su cuerpo aún no ha dejado de temblar. Sus zonas sensibles están mojadas, la respiración agitada, el sudor en su cuello y el cabello hecho un desastre seguramente.—¿Necesita ir al baño, señorita? —le pregunta Fabián al ver que esta se ha quedado inmóvil.El nuevo guardaespaldas por supuesto que ha escuchado todo, y aunque no sabe la historia de verdad y piensa que esta es amante de su jefe, su trabajo es cuidar de la chica, y entre cuidarla está ayudarla para lo que sea.Evangeline asiente con un suspiro sosteniendo con fuerza una tira de su morral. Siente que Fabián va detrás de ella en todo momento mientras las personas la ven como si fuera un ser de otro mundo. Sus mejillas se sienten calientes por la vergüenza de sus fachas desaliñadas y baja la mirada en todo el camino.—Por aquí, señorita... —Fabián le muestra en dónde está el baño y esta corre hasta allá.Agradece que no hay nadie dentro y suspira al verse al espejo. S
En el instante en que la castaña se encuentra a punto de salir de la universidad, una mujer se posa a su frente. Es Andrea, quien tiene libros y un morral gigante en mano.—¿Me ayudas?Evangeline ve a todos lados, consiguiéndose con la mirada de Fabián quien le asiente, entonces la castaña toma los libros y sigue a la mujer. Suben tres pisos hasta llegar a la biblioteca. Llegan jadeando arriba, a excepción de Fabián. Y entonces Andrea ríe un poco.—Disculpa, Evangeline. Los ascensores a esta hora están abarrotados.—No te preocupes —responde Eva volviendo a recibir bien el aire en sus pulmones, cuando coloca los libros en una gran mesa—. ¿Y para qué es todo esto?—Verás, Eva. Estoy haciendo mi "servicio comunitario". Cuatro profesores de la escuela me tienen a su disposición. Y créeme, pensé que estudiar Comercio Internacional era lo peor, pero no te imaginas cómo son las otras carreras. Son una pesadilla.Ante esto Evangeline sonríe, emocionada de que la chica ya esté por graduarse.