35: Insaciable.

Mucho antes de que el dolor abandonase su zona intima por el grosor y vez primera de la intromisión, solo con leves embestidas, sus paredes apretaron con una fuerza impresionante lo que en ellas habitaba.

Magnus maldijo ese momento, porque no pudo evitar querer llorar de la satisfacción y la emoción que le generaba.

Era imposible tener el deseo de castigarla por hacerlo correrse antes de tiempo mientras la veía allí, queriendo sentir más. Allí, mientras besaba a su esposa con fervor y mientras lo hacía lo miraba a él pidiéndole que no dejara de moverse.

Pero él tenía mucho más de lo que ellas hubiesen esperado. Así que cuando sintió y notó que esta ya no podría sentir tanto dolor, la levantó para sentarla sobre sus piernas.

—Prepárate —fue lo único que pudo decirle con voz ronca, excitado.

Tomó las piernas de la chica con sus manos para alzar su delgado cuerpo, teniendo mucho más fácil el control, y abrazándola desde atrás comenzó a entrar y salir de ella sin compasión.

La castaña no
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