29: Sábanas mojadas.

El tambaleo de la limusina cuando el chófer pasa por alto un reductor de velocidad hace que el roce de las piernas de las mujeres sea más agresivo.

Irina no ha dejado de verla de forma provocativa mientras está delante de ella, y Evangeline no puede más que sonrojarse. Quieren decirse algo, pero a veces las miradas son más que suficiente.

Bajan del transporte cuando llegan a su destino. Todos las están esperando, especialmente Magnus, quien al verlas llegar se ajusta el saco y con voz muy seria le habla a su mujer.

—Quince minutos de retraso.

—Había tráfico, ¿cierto Evangeline? —Irina la ve, buscando aprobación, pero cuando Magnus también ve a la chica esta se paraliza—. Pero estoy aquí, es lo que importa —le dice con una sonrisa, queriendo besarlo, pero él rueda la cara y la toma de la cintura con brusquedad para casi empujarla hacia la multitud.

Evangeline, sin saber qué hacer, busca una cara familiar con quien pueda distraerse un poco, pero no hay nadie. Así que termina siguiendo
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