LeilaMaldita mi suerte, el dispositivo tenía que fallar y todo se fue al carajo, todo es culpa de Amanda, si ella no existiera todo sería mejor para todos. No importó cuanto grite, aun así, me trajeron a los separos, el lugar es horrible y huele peor, por suerte estoy sola en la celda. Llevo como dos horas encerrada, nadie viene, no me dicen nada, si pasan, se siguen de largo como si no les hablara. Se que todo lo que pueda decir Amanda, en mi contra no será suficiente para retenerme en esta pocilga.Solo me encontraron con esos tipos, puedo decir que me obligaron y ya está, seré libre para poder destruirla. Nadie va a creer en una secuestradora como ella, tal vez, la que termine tras las rejas sea ella y no yo.Muero por ver su rostro cuando la declaren culpable de secuestro, la harán decir donde esta mi Joshi, ella se quedará en la cárcel y Josh y yo, de vacaciones por el mundo. Sonrío saboreando la victoria, hay niña, jamás imaginaste que tu derrota llegaría de esta forma, es
Amanda Después de dar mi declaración y entregar las copias de los videos de vigilancia, ahora si vamos a casa, me siento harta, cansada, fastidiada, de todo esto. Llegamos a su departamento y me voy directo a la habitación, en el camino me deshago de la ropa. Todo en este momento me lastima horrible la piel, llego a la cama y me dejo caer sobre ella, mis ojos se llenan de lágrimas. No quiero que Dom, escuche que estoy llorando, intento no moverme, solo espero que en verdad esto sea el fin de tanta desgracia. Poco a poco mis ojos se cierran y me quedo por completo dormida, solo quiero eso, descansar. No se en que momento Dom, trajo mis cosas, pero a lo lejos escucho mi móvil sonar, trato de no hacerle caso, pero puede ser algo de la empresa y mejor me levanto. Veo mi bolso a lado de mi, lo tomo y saco el móvil, es número desconocido, me debato entre responder o no. Se corta la llamada y a los segundos vuelve a sonar, es el mismo número, termino por contestar. —Diga. —Amanda,
Mueve sus caderas para poder adentrarse, mientras una de sus manos viaja a mis pliegues y masajea mi botón para ayudarme a relajar.—¡AH! —un sonoro gemido abandona mis labios cuando logra entrar por completo.Se queda quiero unos segundos para que me adapte a su tamaño, sin embargo, mi cadera no piensa lo mismo, pues empieza a moverse de forma frenética.Es un nivel de placer que nunca había experimentado, y al cual, acabo de hacerme adicta.Sus manos golpean mi trasero una y otra vez, y en cada una mi trasero se contrae haciendo que ambos lancemos gemidos al unísono.Toma mi cabello en una coleta y lo hala hacia atrás, en un intento por sentirlo más al fondo, me pongo en cuatro dejando mi cuello expuesto.Siento sus dedos ajustarse alrededor de el, aprieta con algo de fuerza mientras me da otra nalgada, es fantástico, algo nunca antes experimentado. Arremete con fuerza, siento como sus testículos rebotan sobre mi pequeño botón y es una sensación maravillosa, dos por uno. Mi gargan
LeilaDespierto en una pequeña camilla, rodeada de ese típico olor a hospital, me duele todo, intento ponerme de pie.Un agudo dolor atraviesa mi vientre, me quejo en voz alta y enseguida llega una enfermera.—No se levante, por el momento lo mejor es que siga recostada.Su tono es plano, pero su mirada refleja una profunda lástima hacia mi, no creo que sea porque me la pasaré el resto de mis días aquí.—Señorita ¿que me hicieron?La enfermera me da la espalda y se pone a revisar el monitor que tengo conectado, me toma signos pero no hay respuesta.—Señorita.—No estoy autorizada para dar el parte médico, en cuanto el doctor llegue, será él quien hable con usted, descanse.No entiendo que pasa, veo como pasa los medicamentos por la intravenosa y a los pocos minutos me quedo dormida.Cuando abro nuevamente los ojos, la habitación donde me encuentro está a oscuras , sigo conectada y sin saber que hago aquí.—Buenas noches —alguien enciende las luces —soy el doctor James, señora, le info
AmandaTuve uno de los amaneceres más bellos del universo, solo que tuvimos qué apurar el paso.Con todo lo sucedido ayer, había un mar de pendientes en la oficina, sin contar el cotilleo que se hizo en los medios de comunicación.En fin, ahora ya estamos por terminar el día y le propuse a mi prometido, que bien se siente decirlo, una cena en el bistro del centro.Llego a casa y me alisto lo más rápido que puedo, me entretuve viendo unos folletos de nuevos productos y se me hizo tarde.En punto de las ocho entra Dom, se ve muy guapo, muy casual, tengo algo en mente, espero acepte.—Te ves hermosa —me susurra al oído y siento como cada vellito de mi piel se eriza.Me abraza por la cintura desde mi espalda y me deja un camino de besos, desde el cuello hasta mi hombro derecho.—Tú también te ves muy guapo —sigue besando mi brazo —amor, enserio que me encantaría quedarme, pero la reservación ya está hecha, y créeme, fue muy difícil conseguirla para hoy.Me sonríe de forma coqueta y alza s
Amanda Ya ha pasado un mes desde que falleció Leila, aproveché este tiempo para poner todo en orden en la empresa. Ahora estoy en el panteón, le vine a dejar flores por última vez, hice todo lo humanamente posible para que tuviera un entierro digno. Pero ya no hay más nada que hacer, las cosas que se hicieron y se dijeron, ya quedaron en el pasado. Y como tal, dejo aquí mi último signo del cariño que alguna vez le tuve, después de hoy no volveré a venir. Arreglo un poco la tumba y le doy el último adiós, ojalá la vida le perdone por todos sus errores. Salgo con los ojos aún húmedos, pero me repongo antes de subir al auto, ya llevo mi equipaje en el maletero. Durante el camino me voy despidiendo por un tiempo de esta ciudad que me vio crecer, amar, sufrir. Al llegar al aeropuerto hago el registro y me voy a la sala de espera, tomo un libro para pasar el tiempo en lo que sale el vuelo. Serán unos meses lejos pero se sienten eternos, jamás pudimos hablar con mis padres ni con la
Dominic Un mes en el que nos tuvimos que separar, el infeliz de mi padre ha estado apelando cada orden que el juez dicta. Tanto mi madre como yo, ya estamos agotados de pelear tanto. Aún así no paramos de insistir hasta que logramos una condena justa. Veinticinco años de presión, sin derecho a fianza y en un penal de máxima seguridad. Entre los cargos, el maltrato tanto físico como psicológico, que mi madre y yo vivimos por años. Más la condena por el desvío de fondos de la empresa, y todo lo que fue saliendo cuando se abrió la cloaca. Amanda se fue hace unas horas y no pude alcanzarla, no me despedí ni le pude dar un beso. Salgo del aeropuerto y me voy directo a la oficina, no voy a perder tiempo, no mas de lo que ya lo he perdido. Llego y subo corriendo a su oficina, rebusco entre sus cosas pero no encuentro nada. —Señor Dallas ¿puedo ayudarlo en algo? —entra su asistente y llegó como cauda del cielo. —Si, necesito saber a donde fue Amanda, es de vida o muerte, por favor —
Amanda Escucho su voz y de inmediato me levanto, froto mis ojos esperando que no sea una alucinación mía. —Eres tú, eres tú, pero ¿cómo? Se supone que estabas en lo del juicio de ese ser oscuro —aun no puedo creerlo. —Bien dices, estaba. Ya todo quedó resuelto y ese ser oscuro, ya no será un impedimento. El juez ya dictó sentencia y al ver que sus intentos de apelación fallaron y que ya no tenía recursos, pues, no le quedó de otra más aceptar la sentencia. No saldrá de ahí nunca, son muchos los cargos, después te cuento con calma todo. —Está bien, pero no se te olvide contar todo con detalles, me encanta el chisme y lo sabes, ja, ja, ja, ja. Pasamos un lindo momento juntos, solo recostados en la cama y hablando de boberias, todo con tal de no recordar malos momentos. Mi estómago interrumpe nuestra conversación, desde que baje del avión no he probado bocado. Me sentía tan mal, tan vulnerable, tan sola, triste. Siento mi cara arder, pues el gruñido es demasiao fuerte. Dom,