Mueve sus caderas para poder adentrarse, mientras una de sus manos viaja a mis pliegues y masajea mi botón para ayudarme a relajar.—¡AH! —un sonoro gemido abandona mis labios cuando logra entrar por completo.Se queda quiero unos segundos para que me adapte a su tamaño, sin embargo, mi cadera no piensa lo mismo, pues empieza a moverse de forma frenética.Es un nivel de placer que nunca había experimentado, y al cual, acabo de hacerme adicta.Sus manos golpean mi trasero una y otra vez, y en cada una mi trasero se contrae haciendo que ambos lancemos gemidos al unísono.Toma mi cabello en una coleta y lo hala hacia atrás, en un intento por sentirlo más al fondo, me pongo en cuatro dejando mi cuello expuesto.Siento sus dedos ajustarse alrededor de el, aprieta con algo de fuerza mientras me da otra nalgada, es fantástico, algo nunca antes experimentado. Arremete con fuerza, siento como sus testículos rebotan sobre mi pequeño botón y es una sensación maravillosa, dos por uno. Mi gargan
LeilaDespierto en una pequeña camilla, rodeada de ese típico olor a hospital, me duele todo, intento ponerme de pie.Un agudo dolor atraviesa mi vientre, me quejo en voz alta y enseguida llega una enfermera.—No se levante, por el momento lo mejor es que siga recostada.Su tono es plano, pero su mirada refleja una profunda lástima hacia mi, no creo que sea porque me la pasaré el resto de mis días aquí.—Señorita ¿que me hicieron?La enfermera me da la espalda y se pone a revisar el monitor que tengo conectado, me toma signos pero no hay respuesta.—Señorita.—No estoy autorizada para dar el parte médico, en cuanto el doctor llegue, será él quien hable con usted, descanse.No entiendo que pasa, veo como pasa los medicamentos por la intravenosa y a los pocos minutos me quedo dormida.Cuando abro nuevamente los ojos, la habitación donde me encuentro está a oscuras , sigo conectada y sin saber que hago aquí.—Buenas noches —alguien enciende las luces —soy el doctor James, señora, le info
AmandaTuve uno de los amaneceres más bellos del universo, solo que tuvimos qué apurar el paso.Con todo lo sucedido ayer, había un mar de pendientes en la oficina, sin contar el cotilleo que se hizo en los medios de comunicación.En fin, ahora ya estamos por terminar el día y le propuse a mi prometido, que bien se siente decirlo, una cena en el bistro del centro.Llego a casa y me alisto lo más rápido que puedo, me entretuve viendo unos folletos de nuevos productos y se me hizo tarde.En punto de las ocho entra Dom, se ve muy guapo, muy casual, tengo algo en mente, espero acepte.—Te ves hermosa —me susurra al oído y siento como cada vellito de mi piel se eriza.Me abraza por la cintura desde mi espalda y me deja un camino de besos, desde el cuello hasta mi hombro derecho.—Tú también te ves muy guapo —sigue besando mi brazo —amor, enserio que me encantaría quedarme, pero la reservación ya está hecha, y créeme, fue muy difícil conseguirla para hoy.Me sonríe de forma coqueta y alza s
Amanda Ya ha pasado un mes desde que falleció Leila, aproveché este tiempo para poner todo en orden en la empresa. Ahora estoy en el panteón, le vine a dejar flores por última vez, hice todo lo humanamente posible para que tuviera un entierro digno. Pero ya no hay más nada que hacer, las cosas que se hicieron y se dijeron, ya quedaron en el pasado. Y como tal, dejo aquí mi último signo del cariño que alguna vez le tuve, después de hoy no volveré a venir. Arreglo un poco la tumba y le doy el último adiós, ojalá la vida le perdone por todos sus errores. Salgo con los ojos aún húmedos, pero me repongo antes de subir al auto, ya llevo mi equipaje en el maletero. Durante el camino me voy despidiendo por un tiempo de esta ciudad que me vio crecer, amar, sufrir. Al llegar al aeropuerto hago el registro y me voy a la sala de espera, tomo un libro para pasar el tiempo en lo que sale el vuelo. Serán unos meses lejos pero se sienten eternos, jamás pudimos hablar con mis padres ni con la
Dominic Un mes en el que nos tuvimos que separar, el infeliz de mi padre ha estado apelando cada orden que el juez dicta. Tanto mi madre como yo, ya estamos agotados de pelear tanto. Aún así no paramos de insistir hasta que logramos una condena justa. Veinticinco años de presión, sin derecho a fianza y en un penal de máxima seguridad. Entre los cargos, el maltrato tanto físico como psicológico, que mi madre y yo vivimos por años. Más la condena por el desvío de fondos de la empresa, y todo lo que fue saliendo cuando se abrió la cloaca. Amanda se fue hace unas horas y no pude alcanzarla, no me despedí ni le pude dar un beso. Salgo del aeropuerto y me voy directo a la oficina, no voy a perder tiempo, no mas de lo que ya lo he perdido. Llego y subo corriendo a su oficina, rebusco entre sus cosas pero no encuentro nada. —Señor Dallas ¿puedo ayudarlo en algo? —entra su asistente y llegó como cauda del cielo. —Si, necesito saber a donde fue Amanda, es de vida o muerte, por favor —
Amanda Escucho su voz y de inmediato me levanto, froto mis ojos esperando que no sea una alucinación mía. —Eres tú, eres tú, pero ¿cómo? Se supone que estabas en lo del juicio de ese ser oscuro —aun no puedo creerlo. —Bien dices, estaba. Ya todo quedó resuelto y ese ser oscuro, ya no será un impedimento. El juez ya dictó sentencia y al ver que sus intentos de apelación fallaron y que ya no tenía recursos, pues, no le quedó de otra más aceptar la sentencia. No saldrá de ahí nunca, son muchos los cargos, después te cuento con calma todo. —Está bien, pero no se te olvide contar todo con detalles, me encanta el chisme y lo sabes, ja, ja, ja, ja. Pasamos un lindo momento juntos, solo recostados en la cama y hablando de boberias, todo con tal de no recordar malos momentos. Mi estómago interrumpe nuestra conversación, desde que baje del avión no he probado bocado. Me sentía tan mal, tan vulnerable, tan sola, triste. Siento mi cara arder, pues el gruñido es demasiao fuerte. Dom,
Dominic —Amanda, deja de jugar. ¿Estas enferma o no? —no puedo entender lo que dice, creo que ahora si la desespero, pues se da media vuelta y camina al baño. —No, no estoy enferma y dejame en paz. Cierra la puerta tan fuerte que la señora corre a donde estamos, su cara de preocupación se convierte en una sonrisa. —Así me puse yo, cuando tuve a primer hijo. Ya para el segundo todo es más tranquilo. Me da unas palmaditas en el hombro y regresa por el pasillo. Ni tiempo me dejó para aclararle qué Mandy, no está... Em ba ra za da. Siento que la sangre abandona mi cuerpo, las piernas me tiemblan y la boca se me ha secado. Trago en seco y en este momento es que soy consciente de lo imbécil que soy, con razón esta tan enojada. Dominic, en verdad sufres de retraso de comprensión,me auto regaño por lo torpe que soy, cubro mi rostro con las manos en señal de frustración. Trato de pensar, pero a mi mente le dio por quedarse en blanco, un bebé, mio, de Mandy, nuestro. Grito de
Amanda —Tranquilo, ya te cuento, pero antes que te suelte el chisme, mejor vamos a intentar comer, este bebito, no ha dejado que mamá coma, apenas amanece y corro al baño, tomo agua y corro al baño, trato de comer y corro al baño. Yo creo que me tendré que llevar un balde a todos lados. Me ve tiernamente y a mi el corazón se me derrite cuando se acerca y deja un beso en mi mejilla. —Hagamos algo, vamos al médico a que nos revise y nos diga si hay algo que te ayude a retener el alimento, has bajado de peso y tienes ojeras. —Me veo horrible ¿cierto? —siento como mis ojos se llenan de lágrimas —debes querer estar lejos de mi. Intento alejarme, siento su mano sujetar la mía, no me dice nada, me sonríe y se acerca y me besa los labios. Un beso tierno, uno donde me dice que me ama, sujeta mi cintura y acaricia mi espalda. —Nunca, nunca más digas semejante cosa, yo siempre querré estar a tu lado, para mi no importa si te ves como una princesa o una vagabunda, a mis ojos siempre ser