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—La verdad es qué estaba riquísimo, Esteban.

—En realidad no lo hice solo, tú me ayudaste a cortar las verduras.

—Puede ser, pero el que estaba pendiente de ellas eras tu.

—Yo estaba de aquí para allá buscando a la ternera, que no quería entrar —comentó divertida Briana.

—Ya todo lo que hacemos los dos juntos, suena magnífico.

Resulta magnífico. Briana se sonrojo, después de lavar los platos. Subió escaleras arriba, intentando esquivar.

Esteban le da bastante vergüenza tener que enfrentar sus sentimientos, estaban bastante revueltos, entre el miedo que sentía a perderlo y lo mucho que lo amaba.

Brianna cerró la puerta con delicadeza, primero hizo su cama. Lo primero que hizo fue bostezar, ese día había sido muy cansador. Pero a pesar de eso había entrado al baño bañarse.

Tenía mucha tierra entre las uñas, y ni hablar de sus bucles. Era tierra pura, al hacerlo se sintió más ligera. Al parecer pesaba un kilo más de mugre y tierra.

Se secó el pelo con el secador de siempre y después ya s
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