—¿Te sientes bien, cariño?Ante la falsa preocupación de su madre, Annika no tuvo más opción que reprimir su malestar y asentir con una sonrisa forzada. Los últimos tres días había estado sometida a ir de un lado a otro debido a los preparativos de la boda, a no comer más que agua y alguna comida ligera que no fuese a hacerla subir de peso, porque, a apretarse en diferentes tipos de fajas para tener el cuerpo deseado, a una intensa sesión de ejercicios y dietas que odiaba con todo su ser, porque, según su madre, tenía que verse perfecta en su vestido blanco, remarcando la pequeña cintura con la que había sido bendecida y la cual había trabajado desde su adolescencia. La madre de la joven la moldeaba a su antojo, sin importarle que su hija sufriera, se viera cansada o tuviese algo tan básico como hambre o sueño. No le importaba más que el título que estaba próximo a obtener, la futura duquesa de Limburgo. Annika se sentía agotada, no solo mentalmente. Su cuerpo empezaba a resentir l
Annika salió de la clínica con la mente dispersa, el corazón encogido y una sensación de opresión que no se iba a ir de la noche a la mañana. Se sentía mal, con cansancio en todo el cuerpo, un dolor intenso en el vientre bajo, similar a un cólico menstrual, pero algo más fuerte, y con tantas ganas de echarse a llorar, porque, de haber sabido que estaba embarazada, hubiera protegido a su bebé sin importar las consecuencias. Nunca se imaginó que podría estar embarazada, que llevaba dentro suyo un pequeñito que formó parte de la pasión y el amor que tuvo con Kian, una pequeña parte de sí que le recordaba lo feliz que había sido en sus brazos. Su corazón se quebró, no a tal punto de sentir morir ante la pérdida, pero sí sintiéndose culpable, mal y que la vida era tan injusta y maldita con ella. Era como si, en cada atisbo de felicidad, la vida misma le asegurara que ella no tenía permitido conocer tal sentimiento, que su destino era ser infeliz y miserable hasta la muerte. Iba en sile
El duque arribó a la propiedad de su prometida para saber cómo se encontraba luego de que la noticia de que había estado hospitalizada se filtrara en los noticieros, siguiendo las órdenes de su padre. Lo recibió la madre de Annika, rezumando frialdad, neutralidad y elegancia. No había emoción alguna en ella, ni la sorpresa de que el duque estuviera allí, si bien sabía que era cuestión de tiempo para que apareciera, queriendo saber del estado de salud de su hija. —Gracias por su preocupación, duque, pero mi hija se encuentra muy bien. Solo fue un pequeño bajón de azúcar. —Dime Ibor, por favor —pidió, siendo tan amable y caballeroso como siempre—. Me gustaría hablar con Annika. —Mi hija necesita descansar, espero que puedas comprender.—Lo entiendo, pero... Es un protocolo que debo seguir. Necesito saber que mi prometida se encuentra bien. La mujer asintió, no demostrando ningún tipo de emoción en su rostro, y guio al hombre hasta la habitación de su hija.Annika estaba enrollada
Luego de desahogarse con Ibor, Annika se sintió más ligera. Necesitaba sacar todo lo que la ahogaba y, aunque nunca esperó que pudiera llegar a tener tal confidencialidad con un desconocido y más con él, descubrió que tenían muchas cosas en común con Ibor y, que, al igual que ella, no podía hacer más que sufrir en silencio. Tal como lo había prometido hacía tres días, la había estado visitando por un par de horas, donde hablaban de todo un poco y su amistad se fortalecía. Los dos encontraron en el otro lo que necesitaban en ese momento donde se sentían entre la espada y la pared y pensaban que no podrían sobrellevar la situación. Annika ya se sentía mucho mejor, ya no tenía ninguna molestia más que un ligero cólico, pero ya podía realizar cualquier tipo de actividad que no la sobrecargara, por esa razón su madre se estaba haciendo cargo de todo lo concerniente con la boda, pero habían cosas que sí o sí ella debía estar presente. La notaba extraña, aunque seguía igual de fría e indo
Annika estaba emocionada, no solo porque conocería al amor prohibido de Ibor, sino porque tendría la oportunidad de hablar con Kian, quizás de llegar a un acuerdo con él, aunque también se sentía nerviosa de escuchar su voz, en especial, porque decirle que acabar su relación era la única posibilidad que tenían. Aunque sabía que no podía ponerlo en riesgo, allí estaba su oportunidad, quizás la única que tendría, y no pensaba desaprovecharla. Haría lo que fuera por escuchar su voz una vez más, todas las veces que pudiera, y por más lejana que se encontrara de él, lo sentiría cerquita suyo. Le dolía mucho perderlo, pero era eso a no verlo nunca más en su vida. Aunque no sabía si sería mucho más doloroso hablar con él o dejar que el tiempo y la distancia hiciera que se olvidaran el uno del otro. Se distrajo viendo el paisaje; los frondosos árboles y el azul cielo que se extendía a lo largo y ancho del camino. El día estaba frío y, por más calefacción que hubiera en el auto, ella sentía
Kian tenía pensado hablar y hacer miles de reclamos y preguntas, pero Annika corrió hacia él y se refugió en sus brazos, dejándolo mudo y haciéndolo reaccionar.Tardó unos segundos en envolverla en sus brazos y abrazarla con fuerza, pero cuando lo hizo, el mundo se redujo para los dos. Todo se hizo polvo a su alrededor. En ese instante solo existían ellos en un mundo tan vasto. Annika sintió una enorme tranquilidad, una emoción diferente la recorría y hacia que su corazón latiese con demasiada fuerza. Él estaba ahí, había ido por ella. había desafiado a su padre sin importar las amenazas que este le había dado, pero eso poco le importaba en ese momento porque él estaba ahí, la buscó hasta encontrarla y ahora la aseguraba tanto en sus brazos que no quería que la soltara nunca.Se había hecho a la idea de no volverlo a ver, de no estar juntos nunca más en su vida, pero no se había dado cuenta de que gran parte de sí anhelaba que fuera a buscarla, que él luchara por ella y pasara por en
En cuanto subieron a la camioneta, Francois pisó el acelerador, sabiendo que era cuestión de minutos para que Piotr se diera cuenta de que se habían llevado a su hija.Iban en una carrera a contra reloj, deseando llegar al aeropuerto y marcharse sin ningún contratiempo, pero todos sabían que no la tenían tan fácil como lo querían pensar. El silencio los acompañó por largos minutos en los que Annika no podía creer que Kian fuese por ella. Se estaba arriesgando demasiado, pero eso parecía importarle poco, después de todo, lo estaba haciendo porque la amaba lo suficiente como para perderla. Y aquel gesto hacia que su corazón latiera con mucha fuerza. «¿Cómo no amarlo? ¿Cómo no sentirme la mujer más especial gracias a él? Él ha sido el único hombre que me ha amado con sinceridad y hace todo por mi felicidad, incluso si tiene que arriesgarse», pensó, apoyándose de su hombro y dejando que él la envolviera en un cálido abrazo. Kian la sujetó con temor a que se le escapara, la apretó contr
—Cuídala con tu vida. —Hombre que sí, tanto como tú cuidarías de mi esposa —prometió Darius—. Ve y deshazte de ese viejo. Kian miró a su novia inconsciente y suspiró, debatiéndose por dentro. Aunque Francois le aseguró que estaría bien y que pronto la llevarían a un hospital, él no podía evitar preocuparse por ella. El golpe que había recibido había sido muy fuerte.—Ve, antes de que vengan más hombres de ese viejo y los siguientes muertos seamos nosotros —le dijo Jeray, sacándolo de su pensamiento—. Ella estará bien con nosotros. Ve con Francois y encárgate de que ese viejo no vuelva a arruinarles la vida. Nosotros la llevaremos a un hospital y la cuidaremos por ti. Kian suspiró y asintió, dejando un beso en la frente de su novia antes de acercarse con Francois al viejo. Vio a sus amigos subir al Rolls-Royce y marcharse enseguida rumbo al hospital para que atendieran a Annika y las leves heridas que Jeray había sufrido tras el choque. Piotr miró al hombre ante sí, a primera vista