Bajé las escaleras, me topé con Carmen, quien venía apresurada a decirme algo, no quería saber nada, me adelanté a hablar.—Carmen, debo hacer algo muy, pero muy urgente de última hora. Encárgate de Samuel, por favor. Que Jenaro lo lleve al jardín.—Señora es que…—Debo irme, hablamos al mediodía.No estaba bien para manejar, no he dormido un carajo. Salí en busca de un taxi, el caminar me despegaría un poco mientras llego a la calle, a los veinte minutos de ir caminando detuve uno.—Buenos días, ¿a dónde? —buena pregunta.—Al fin del mundo es evidente que no me puede llevar. Deme unos minutos para definir a donde.Me acordé de Socorro, mi prima, ella era abogada de familia. Era evidente que no podía ir al bufete de Carlos, ese de una le avisaba «al César». ¿Podré hacerle creer que lo he perdonado y cuando regrese se encuentre con el divorcio? ¿Podría hacerlo?, de alguna manera debía cobrarte los engaños. Busqué en mis contactos a Socorro del Carmen.—Mi querida prima Maju, por mi des
—Presumía mi matrimonio como el perfecto y aunque teníamos nuestras diferencias y a pesar de mis caprichos nos entendíamos muy bien. Él me consentía tanto. —Se le quebró la voz, respiró y continuó.» El orgullo no me dejó asumir mi derrota, Maju en esos últimos minutos con Vladímir, me lavó, exprimió, planchó, barrió, pisoteó y botó a la caneca de basura. —Había una gran tristeza resignada en esa mirada—. ¡Imagínate!» A mí, a Socorro Benedetti Novoa, quien tenía a sus pies a infinitos hombres y me llenaba el pecho diciendo que había escogido al mejor hombre, mira con lo que me salió. —volvió a mostrar ese dejo de tristeza en sus ojos grises, otra característica familiar.» Tengo mis defectos Maju, pero créeme, no soy mala persona, ayudo a la gente, lo trataba como mi sol, él era mi vida, sabes que solo él logró llegar a mi alma. ¡Pero bueno! Todo es un aprendizaje.—Perdóname por no estar pendiente de ti.—Tú te encontrabas con tus problemas, Maju. —soltó la carcajada—. Yo aceptando
Abrí los ojos, tuve que enfocar mejor, cuando intenté levantarme mi espalda se resintió y el cuello emitió un crujido, ¡Mierda! Se resintió un tendón. En ese momento ingresó Carmen al despacho.—¿Ya se le pasó don César?Al mirarla sonreímos. A las tres de la mañana por mis ruidos la desperté cuando salí en busca de hielo en la nevera, ya que en la reserva que se mantiene en la neverita del despacho me lo había acabado, después de haber ingerido varios vasos de whisky. Vas a terminar matándome, Bonita.—¿Qué horas son?Carmen desde el despacho llamó a Yamile para que me trajera algo de comer y solo hasta ese momento sentí el hambre.—Van a ser las cinco.—¡¿Dormí todo el día?!—Señor se acostó sobre las once en una borrachera. Nunca lo había visto de esa manera.—¿María Joaquina me vio tan tomado? Desde la universidad no lo hacía hasta este punto de no tener idea de que hice.—Menos mal pasó en su casa, se tomó usted solo tres botellas de Old-Parr se terminó el poco Bacardí existente
—Te dele papi.Su manita acarició la mejilla donde su madre hace unos minutos me había golpeado. Era una sensación extraña, el orgullo pisoteado delante de tus hijos, pero no puedes reprochar nada, yo llevé a María Joaquina hasta este punto.Desperté el irrespeto entre los dos, yo y solo yo soy el culpable, mi mujer se encontraba herida y duele profundamente saber que soy el causante. Besé la cabecita del niño.» ¿No dele? —negué.—Te amo. —mientras lo abrazaba los ojos se me humedecieron, no soportaría perderlos.—¿Papi?No estaba preparado para enfrentar a mi hijo, no quería volver a ver esa mirada que había causado una cicatriz en mi alma.—Campeón…Al verlo a un lado del mueble, mientras Samuel seguía abrazándome.—¿Van a divorciarse?Vi vulnerabilidad en sus ojos, si con el daño que le hice a mi Bonita tenía arrepentimiento, con la tristeza de Julián suplicando con su mirada, me sentí el ser más miserable, una brecha se hurgó en mi pecho. Negué.—No campeón, jamás dejaré a tu mad
Esperaba una respuesta de mi parte, amo esa mirada café, pero debía seguir firme en mi negativa de perdonarlo, pero su puedo usarlo.—No. —Hasta aquí llegaron mis ganas—. Yo quiero hacerte mío.—Ya lo soy.Presioné su intimidad contra mi erección. Un gemido se le escapó, le quité la levantadora, dejándola con esa sensual bata que era una pequeña porción de encaje y seda. Tenía que hacerle olvidar la idea del divorcio. Y esto era un juego de venganza de su parte, era consciente de ello, pero lo tomo.—Lamento poner en duda esas palabras.Su piel estaba erizada, me apoderé de uno de sus senos, mi lengua acarició su alrededor.—Entonces déjame demostrártelo.Le di la vuelta dejándola debajo de mi cuerpo y comencé a devorarle la boca. No me detuve ahí, me arrodillé ante ella, quería saborearla de nuevo como hace dos días, tomar una vez más ese río húmedo para beber.No salí de ese glorioso lugar hasta que no obtuve mi premio, verla por fin contorsionarse como tantas noches lo desee, cada
—Amor, yo adoro a tu padre.—Y yo a tu madre. —En ese instante me desmoroné al escuchar a César—. Tu madre me pegó hijo por haber tomado mucho, sabes que ella odia eso. Esa fue mi falla, además ya nos pedimos perdón. —César se sentó en la cama y Julián se les lanzó a los brazos—. Te juro hijo, que nunca más lo vuelvo a hacer.—¿Palabra de Abdala?Esa era la frase de mi suegro, la cual su hijo rompió. No me gustaba mentir, pero ¿cómo contradigo a César sin dañarle el corazón a mi hijo? No puedo.» Nana Carmen dijo que ustedes se van a una luna de miel, en el internet investigué y eso es para esposos recién casados.—Y enamorados. —dijo su padre—. Tus abuelos están en su undécima luna de miel.—¿Uno puede tener muchas lunas de mieles?—Siempre y cuando sea con tu esposa todas las que quieras.Me limpié las lágrimas, quiero enseñarle a mi hijo que el matrimonio se debe respetar hasta lo último, dejar en evidencia de hacer lo máximo mara salvarlo, de lo contrario para qué te casaste si an
No tengo idea cómo interpretar su mirada.—Ayúdame con la maleta, déjalas en esa esquina. Y arregla tu cama.Me quité la levantadora y me metí debajo del cubrelecho. Él cómo perrito regañado obedeció. Apagó la luz después de arreglar su improvisada cama y me tapé la mitad del rostro con la intención de ocultar la sonrisa, él se había quedado en bóxer mientras organizaba, el cuerpo de mi marido era delicioso.Las horas pasaron, me estaba muriendo de las ganas por acostarme a su lado, pero ¡no!, debes aguantar, ¡duérmete de una vez por todas!, fue en vano, esa cosquilla en el estómago de saber que se encontraba a pocos metros de mí… Escuché su resoplido, cerré mis ojos para hacerme la dormida.—Así me mandes mañana a la mierda, dormiré a tu lado, Bonita. —Escuché que recogía los cobertores y se metió debajo de las cobijas.» Punto a mi favor es que ni una bomba te levanta hasta que sean las cinco de la mañana.Me dio la vuelta y me puso sobre su pecho, acomodó mi brazo alrededor de su c
Su mirada suplicaba, necesitábamos hablar. En verdad cualquiera dudaría al ver dichas fotos.—Acepto.Todo para que veas el lindo y sensual vestido que me compré de seda, era una tentación, le hice caso a la loca de Fernanda, al parecer voy a matar a mi marido.» ¿Aclarado este tema?Le entregué las fotos, algo si debo de tener presente, Rocío fue una vil víbora de ligas mayores, espero no encontrármela nunca más en la vida.Los brazos de César me aferraron, me dolía todo el cuerpo, las intensas sesiones con el muñeco sexual, me han dejado exhausta. Cubrí mi rostro, Dios, esto era una deliciosa locura. Salí de la cama, me bañé, hoy teníamos invitación en la casa de mis suegros a almorzar. Después de arreglarme de manera descomplicada, pero atractiva.Quería dejar todo el derroche sensual para la noche, ahora que me vea normal, le puse su ropa en el mismo lugar, un jaen con su camiseta polo de rayas. Lo dejé dormido.Pero ahora parezco ninfómana, ¡claro!, a mis casi treinta años era qu