Capítulo 29
El teléfono se deslizó, Isabella se pellizcó las piernas dolorosamente, forzándose a recobrar nuevamente la lucidez.

Pero el fuerte dolor no pudo detener el deseo de hacer el amor.

La tortura la hizo gemir y apretar con fuerza los dientes.

—Aún me debes un deseo, este es el último, déjame que alguien te lleve de vuelta—resonaron con más fuerza las palabras de Esteban en su mente nublada.

Estaba empapada en sudor, abrazándose fuertemente, ya sea por el malestar físico o el malestar emocional, las lágrimas caían como cuentas rotas.

Calor, su cuerpo estaba a punto de hervir.

¡Agua fría!

Sí, agua fría.

Antes de encontrarse con Esteban, fue al hotel y consiguió varios cubos de hielo, llenó la bañera con agua fría.

Igual que la última vez, todo pasaría una vez que lo superara.

Se forzó a sí misma a levantarse con la ayuda de la pared y tropezó justo en la bañera llena de cubos de hielo.

Fuera de la puerta, Herman escuchó el sonido del agua al otro lado del teléfono. Casi deformó el teléfono
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