Capítulo 31
Isabella se despertó con el estruendo del agua en el baño.

Las cortinas opacas de la ventana del hotel ocultaban la luz, haciendo imposible distinguir si en realidad, era de día o de noche.

Tenía un fuerte dolor de cabeza tan intenso como una resaca, intentó presionar sus sienes, pero sus brazos estaban tan adoloridos que apenas podía levantarlos.

No solo sus brazos, todo su cuerpo le dolía intensamente, especialmente su entrepierna.

—¡Herman! — De repente, le vino a la mente.

Se incorporó de golpe, con el cuerpo tenso y la sangre corriendo más rápido por sus venas.

Agarró firmemente la manta que cubría su pecho, observando las plumas desordenadas en el suelo, junto con la camisa, pantalones, suéter y sus vaqueros esparcidos por todas partes, la imagen de la noche anterior pasaba fugaz por su mente.

¿Qué había hecho?

Isabella palideció.

Herman era el hijo adoptivo de la familia Pérez, en teoría, el hermano menor de su madre biológica.

No quería tener absolutamente nada que ver con la f
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