Bajo la mirada sin agachar la cabeza y me encuentro con sus bragas blancas. —Perdiste, de todos modos miraste —regreso mis ojos a los de ella, y la veo sacarse el vestido por su cabeza. La atraigo a mí tomándola de la cintura suavemente, atrapo sus labios inmediatamente que la tengo cerca, echo su cabello hacia atrás y desciendo mi mano a su cintura otra vez. Enreda sus dedos en mi cabello apretándolos con fuerza mientras nuestras bocas danzan a un ritmo de desespero, hambrientos del beso. Con una mano aparta su melena y regresa su mano a mi cuello. Desciende sus manos desesperada buscando sacarme la camiseta, alzo los brazos dándole la facilidad, lanza la camiseta por algún lado y rodea mi cuello con sus brazos volviendo a besarme pero con más desespero. Subo mis manos de su cintura a su espalda y desabrocho su sostén del mismo color que su bragas, retira sus brazos de mi cuello para terminar de quitárselo, miro sus pechos de un tamaño perfecto para su cuerpo, rozo mis labios so
Meses después. POV: ANTONY. Con el tiempo a pesar de no tener noticias de la desquiciada de Dalia, las pesadillas de Mary desaparecieron completamente, eso tenía preocupado a todos, la irregularidad de su presión y el peligro que corría tanto ella y el bebé. He tratado de mantener a flote el estar con ella y la empresa, la distancia es bastante y aunque Hugo me dijo que no pasaba nada con encargarse no quería dejarle todo, aunque parecía estar refugiándose en el trabajo por lo que sea que haya pasado entre él y Carmen. Paso mi mano por mi rostro frustrado, no soy de sentir corazonadas, cuando mi hermano murió fue un golpe fuerte, nadie se lo esperaba, pero él parecía sentirlo. —¿Viste a la chica que está reemplazando a Martha? Volteo para verla parada cerca del comedor apoyando una mano a éste. —No —contesto frunciendo el ceño. —. ¿Por qué?—Esa chica es tan rara, no parece estar acostumbrada a hacer ése tipo de trabajos —dice cruzándose de brazos. Me despego de la encimera y
POV: MARÍA JOSÉ. Ahora no sé ni qué hago aquí, mis pies no me dan para caminar y elegir, me he cansado de una, pero tengo una amiga tan buena, que yo sólo le señalo y ella compra, pero he decidido pararme. —¿Quieres probarte esto?—alza una lencería blanca hacia arriba. —¿Estás loca?—tapo mi boca riendo. —. De hecho podría comprar ropa interior, con éste vientre sólo puedo usar vestidos de viejas —ambas reímos a carcajadas. —Debes estar lista para cuando des a luz —me dice, subiendo y bajando sus cejas con picardía. —¿Y qué tal si tú te compras?—la señalo. —. Ni qué esperar a dar a luz, si estar embarazada me tiene encendida como una fogata, pero bien que tengo un río que me apaga completita —le guiño un ojo. Ella me mira con la boca abierta, literal que parecía una adolescente escuchando sobre el sexo. De repente veo un destello de deseo en sus ojos, achino los ojos mirándola acosadoramente. —Mmm, ¿Quién te viene a la mente?Bufa dándose la vuelta y empezando a buscar prendas.
—Con ella pondrá fin a ésta estúpida venganza…—¿Dónde está tu hermana? ¡¿Dónde está?!—la tomo de los hombros sacudiéndola. —¡No lo sé! Ella salió, aproveché y me fui de casa —contesta asustada. —¡Maldita sea! —me alejo dando pasos había atrás. Doy zancadas para abandonar la oficina pero me detengo a medio camino. —. Eso no es motivo suficiente para una venganza de tal atrocidad —volteo a verla. —. Hay algo más, dímelo, ¿Qué más da? ¡Me queda más que claro que mi hermano fue un bastardo en su juventud! Ella agacha la cabeza como si estuviera avergonzada. —Dos hermanas —empieza. —Engañadas por el mismo chico —digo con ironía. —. Ja, muy parecido a juegos de amor. Salgo de la oficina con el alma en la mano, saco mi teléfono de mi bolsillo para llamar a Mary, y pasa justo lo que me temía. «No contesta» Le marco a Carmen pero ella tampoco contesta, me desespero pero insisto llamando. —Antony—me llama Hugo y lo busco con la mirada. Desde la puerta de su oficina me hace señas de q
¿Dormir? Ni siquiera era posible pegar el ojo, ¿Cómo podría? ¿Cómo podría con mi esposa y mi hija en las manos de una psicópata? Una desquiciada con una estúpida sed de hacer sufrir a mi familia. Cayó la noche y seguíamos revisando los supuestos lugares posibles a los que nos llevó Emilia, a quién Hugo se llevó a su casa, no puedo tenerla cerca, me recuerda a su hermana y no es que tenga buenos deseos para su hermana. Acabo de salir del hospital con Carmen, fue un tanto incómodo ver como miraba a Emilia, sobre todo como Hugo se aprovechó de la ocasión, están de locos. Me pego de espaldas a la pared dejando el agua caer sobre mi piel, pidiendo perdón internamente por haberle fallado de esa manera. Debí acompañarla, pero me hice el loco ante mi corazonada. —Dios Antonio, ¿en qué diablos nos metiste?—golpeo la pared. —. Afortunada Mary de haberte conocido en el momento en que sentaste cabeza. Salgo del baño más enojado de lo que entré, nada puede relajarme, nada me quitará ésta angu
—Mi amor… —susurra. Dios, nunca me he sentido de esa manera, mi corazón se estruja al escuchar su voz, mis ojos pican y no hago nada para evitarlo. ¿Es posible amar de esa manera? Tan fuerte y profundamente. Me lanzo hacia ella para abrazarla. —Lo siento, lo siento —farfullo desesperado. Me alejo para desatar sus manos rápidamente, seguido sus pies. Cuando se libera me abraza fuertemente llorando. —Lo siento preciosa, lo siento tanto. —Lo sé todo —dice entre cortada, y yo me tenso. —. No te disculpes. Te amo. Me alejo y tomo su rostro entre mis manos. —No más. —Oh por Dios Antony tenemos que ir al hospital no siento a la bebé —dice entrando en pánico. —¿Qué?—Si dejo de sentirlo es grave —dice tocando mis manos desesperada. «Esto no»La tomo de la mano, y de prisa salimos del lugar, literalmente la arrastro detrás de mí, pero con cuidado, no quiero meterme en otro lío queriendo salir de otro. Caminamos cerca de las rejas ansiosos por llegar a la salida. —¡Antony!Volteo,
Hay momentos en la vida donde deseas estar en una dimensión, pero la vida se encarga de abofetearte con la verdad, la dura y cruel verdad. Mis pasos son lentos, nunca me gustaron los cementerios, aunque eso nadie lo sabía, era muy serio como para ser leído. Me inclino ante la tumba y dejo la rosa negra sobre ella, no tengo palabras, me decepcionó muchísimo, no tenía mucho que decir, lo perdonaba, de seguro si él pudiera ver la trágica historia que dejó atrás, debe de estar arrepintiéndose. —Le hiciste daño a tu sobrina sin siquiera conocerla, te perdono hermano, si tan sólo Dalia hubiera sabido hacerlo mismo, no estaría tan destruido como lo estoy hoy, a ella, a ella le hiciste doble daño, tu pasado la arrastró hasta la… —limpio mis mejillas con rabia. —. Estaba dispuesto a que nos viéramos, porque había conocido el amor y eso me había hecho vivir, siempre serás mi querido hermano menor. Cuando desperté en aquel hospital, desperté de una terrible pesadilla, alguien me gritaba que
POV: MARÍA JOSÉ. Nunca había estado en una cárcel, que yo sepa no tengo ni una familia que haya tenido problemas con la ley, tal vez es esa la razón por la que nunca he si quiera visitado una cárcel. Las puertas se abren, y ella aparece, se ve desorientada, su melena era un desastre, tenía un hermoso cabello, pero así terminó. Era hermosa, pero no supo usarlo para bien. Ella duda si avanzar al verme, yo espero pacientemente porque ninguna pierde nada con tener está charla. Empieza a caminar hacia mi mesa y se sienta. —Aún me cuesta creer todo lo que hiciste por una aventura de años, pero yo te perdono, de esto aprendí que el perdón es muy importante y necesario para vivir en paz y ser feliz, lo hago porque todos merecemos bien y no existe una persona que no deba de tener porque somos circunstancias que tal vez no elegimos ser, pero podemos ser quien queremos ser. Ella levanta la cabeza y me mira a los ojos al fin, una escasa sonrisa se aproxima a sus labios y se encoge como una p