Me quedo perpleja, mañana es viernes, y no es como que el sábado estuviera tan lejos.
Parpadeo varias veces, sin dejar de clavarle mis ojos.
—¿Estás listo?
Suspira, regresa hacia el sofá y se sienta a mi lado.
Toma mis manos atrayéndome a él.
—Como nunca antes, sé que estás asustada, temes su reacción pero peor es dejar que pase más tiempo.
Tiene razón.
Pero…
Pero, ¡tengo miedo! No me quiero ni imaginar el hecho de que me quieran separar de él. Muero.
—Tienes razón —toco su mejilla. —. Pero tengo mucho miedo, yo estoy dispuesta a renunciar al resto con tal de estar contigo.
—No tengas miedo, estoy seguro de que estarán encantados, son amigos, además acepten o no, yo contigo me caso…
Sonrío, quiero tomar con ambas manos su rostro y besarlo pero, el zumbido de su celular nos interrumpe.
—Lo siento —se aparta y contesta.
Pasea por cortos minutos y luego cuelga.
—De todos modos se va a quedar para el sábado, mi padre dice que me necesita el viernes en la noche, dice que tiene la solución para la empresa —me dice frustrado, en sus ojos puedo ver la decepción, como siempre queriendo hacer las cosas bien.
—Lo siento, esto es mi culpa, es solo… que no quería que ellos pensaran que…
—¡Linda!—exclama, e inmediatamente siento sus brazos alrededor de mis hombros. —. No digas eso, no quiero que lo vuelvas a repetir, lo importante es que ya se los diremos, no quiero que te pongas así por eso —besa mi cabeza.
—No pensé que aún existieran hombres como tú —comento girando la cabeza para verlo a los ojos.
—Y yo nunca pensé que me enamoraría de ésta manera; vamos, disculpa que no pueda llevarte a comer, no quiero incendiar las redes —tuerce los labios meneando la cabeza.
—Contigo no importa donde —nos paramos tomados de la mano y nos adentramos a la cocina.
Luego de comer, estuvimos eligiendo su ropa para el sábado, cada vez que se cambiaba bajaba y modelaba, yo simplemente meneaba la cabeza diciendo que no, hasta que optamos por la correcta.
Y, ahora estamos viendo una película, como aún no es de noche hemos apagado las luces y cerramos las ventanas.
Fundo mi cabeza en su pecho antes de ver la desgarradora escena, no sé como puede mirar eso sin siquiera parpadear, el ríe por mi acto.
—Es la mejor manera de matar a los zombis, cortándole la cabeza, así no hay posibilidades de que reviva —juguetea con mi oreja.
—Pero ni siquiera están seguros —saco la cabeza, y vuelvo a mirar hacia el televisor.
Aferra su agarre a mi cintura y besa mi cuello.
—Tú sigues creyendo que es bueno —susurra.
—Es por sus ojos, a veces puedes percibir la honestidad en los ojos de las personas —explico acariciando su brazo alrededor de mi cintura.
La melodía de creo en tu amor empieza a sonar, Antonio extiende su mano y toma mi celular sobre la mesita.
—¿Quién es?—pregunto tratando de limpiar mis dientes con mi lengua, por eso odio comer palomitas.
—Tu papá.
De sólo escucharlo me siento abruptamente para tomar la llamada, le doy una mirada a Antonio quien alza los hombros.
—Hola —murmuro aligerando mi cuerpo, ya estoy muy tensa que los hombros me duelen.
—¿Dónde estás?—la voz de mi padre suena suave. Eso es de gran alivio, pues no le dije a donde iba
Miro a Antonio quien me mira atento, hago un puño sobre el sofá y suspiro.
—En casa de un amigo —aún no estoy lista, además, quiero que sea presencial, eso no es algo que se pueda decir por teléfono. —. ¿Pasa algo?
—Que te queremos en casa, mañana en la noche tendremos una reunión importante, debes estar presente.
—Está bien, estoy lejos de casa, nos vemos en dos horas.
—No te tardes, y cuídate.
—Está bien, está bien —cuelgo.
Dejo el teléfono sobre la mesita, giro y apoyo mi brazo sobre la cabeza del sofá mirando a Antonio.
—¿No te parece extraño que mi padre también tenga algo muy importante para mañana en la noche?
—Tal vez vayan a hacer negocios, la última vez que lo hicieron los dos sacaron provecho, y digamos que unidos les iría muy bien; es hora de llevarte a casa.
Hago un puchero.
—No me quiero ir.
—Yo no te quiero dejar ir —acaricia con su pulgar mi mejilla izquierda, pero pronto me tendrás exclusivamente para ti —besa cortamente mis labios.
Tomo su rostro entre mis manos y profundizo el beso.
—Llévame tú —pido.
Él asiente.
Subo a la recámara, me quito su camiseta, me pongo mi sostén y me entro el vestido. Recojo mi melena castaña en una coleta alta y bajo.
—Listo.
Parado en la puerta, alza mis zapatillas sonriendo.
—Con la misma historia —avanzo hacia él, tomo las zapatillas de su mano y ligeramente entro mis pies en ellas.
Sus ojos escudriñan mi cuerpo lentamente, se acerca con pasos lentos, pienso que me va a besar pero sólo baja mi vestido para que llegue a mis rodillas.
—Ahora sí.
El camino a casa pasa rápido, sí, muy rápido ya que vamos él y yo, pero si fuera con su chofer sería muy aburrido y eterno.
Nos despedimos con un fuerte abrazo, me gustaría quedarme entres sus brazos, sentir mi rostro contra su pecho caliente y sus fuertes brazos abrazándome toda la noche.
Pero, aún vivo con mis padres y no saben de mi largo noviazgo, Dios, no me quiero imaginar cuando lo sepan, me colgarán, soy una mala hija, los decepcionaré, sólo espero que no duren mucho en perdonarme.
—Hija —la emoción en la voz de mi madre no me sorprende, cada vez que salgo, al regresar me recibe como si tuviera días afuera. —. Saliste muy temprano y mira que hora es, y por lo que sé ni pasaste por la empresa.
Me reclama, mientras me envuelve en sus brazos. Me dejo abrazar porque me gusta estar entre sus brazos y que me trate como una niña aunque ya no lo sea.
—Estoy bien, me divertí mucho —me alejo para mirar sus ojos grises claros.
—Ya te dije que descubriré quien es —me señala en forma de acoso.
—Muy pronto lo sabrás —bromeo, y su impresión me confunde. —. Soy grande ¿no?
Ella asiente tragando saliva, soba mis hombros y se dirige hacia el despacho de papá. Le resto importancia a su comportamiento y voy a mi habitación.
Antes de ir a hablar con mi papá para saber que es lo que tiene para decirme, me doy una ducha caliente.
Con un vestido blanco sin mangas y mis pantuflas azules, camino hacia el despacho de mi padre, a unos metros de la puerta escucho a mi madre susurrar:
—Creo que tiene novio, eso no estará lindo.
Frunzo el ceño confundida. ¿De qué están hablando? ¿Por qué no será lindo?
Sin dar rodeo alguno tomo el pomo de la puerta y entro al despacho.
—Hola —cierro la puerta despacio sin hacer ruido detrás de mí.
—Me alegra que ya estés aquí —dice mi padre medio bufando, se para y apoya sus dedos en su escritorio mirándome. —. Necesitamos tu colaboración para la empresa, ¿qué estás dispuesta a hacer por ella?
—¿Lo que sea?—me pregunto a mí misma. Yo haría todo por ayudar a mis padres, todo.
Ambos tienen sus ojos en mí, no me está gustando para nada esto. ¿Qué pasa?
—Sabes que si no fuera necesario, si no conviniera no lo haríamos, eres nuestra única hija y te amamos, los conocemos, nos aseguraremos de…
—¡¿Qué pasa?!—pregunto ya cansada de tanto misterio.
—Vamos a arreglar tu matrimonio —me dice bufando, y aunque vea un poco de incomodidad en su voz, no me cabe pensar que le duele, porque esto es el colmo.
—¿Qué? Eso no es romántico —digo con sarcasmo y recuerdo a Antonio, la misma frase.
—Cariño…
—¡No! Tengo novio, pensaba presentárselo el sábado en la noche, ¡esos tipos de matrimonio son un asco! Si tengo que casarme con alguien que no amo para salvar la empresa, ¡que se joda entonces!—farfullo eufórica.
No espero ningún comentario de su parte y abandono el despacho, me encierro en mi habitación tirando de la puerta un portazo.
«Esto no puede ser»
¡Esto es una broma! En serio ellos piensan hacerme esto. Soy mujer, pero no hay diferencia, yo puedo sacar la empresa adelante, y lo puedo hacer sola, aunque pensándolo bien no he demostrado eso, pero… ¡ash! Si me lo propongo lo haré.
Pienso en Antonio y de sólo hacerlo mi pecho se hunde, puedo hacer todo por mis padres, pero menos sacrificar mi amor por Antonio, primero es lo que siento, luego lo material, y yo no pienso renunciar a él.
Pego mi espalda a la puerta y me deslizo hasta sentir el frío suelo debajo de mí. Tapo mi rostro frustrada, estaba tratando de ser fuerte y no llorar, pero ya siento el líquido descender mi mejilla.
Lo único que se me ocurre, es llamar a Antonio. No puedo con esto sola.
POV: Antonio.Miro a las tres personas que tengo en frente esperando que me digan lo que tienen que decir. Mi hermano está al lado de mi padre, como siempre la mano derecha de la familia.A sus veintisiete no ha hecho más que trabajar afanadamente y divertirse cuando le da la gana.—Tú eres la solución, Antonio —empieza mi padre.—¿Cómo?—pregunto confundido.—Te tienes que casar.Si no estuviera mirando a mi padre fijamente a los ojos, me hubiese estallado a carcajadas, pero su expresión es muy seria.—Ni de bromas —aclaro. Por nada del mundo me casaría con alguien que no sea María José, mucho menos tendría el valor de lastimarla de esa manera, es mi tesoro má
POV: MARÍA JOSÉ.A regañadientes accedo a ayudar a mi madre con la supuesta cena, por mí, podrían cancelarla. No he visto a papá en todo el día, no hasta que nos topamos en la sala, él intenta darme una explicación pero no se la recibo.Estoy muy resentida.No me pienso casar, al menos con nadie que no sea Antonio.No quiero salir de la cocina, pues según oí, ya llegaron, pero debo entregarles estos bocadillos a mi madre, después de tanto pensarlo salgo de la cocina,Lo hago rápido porque no quiero tener que saludar, no sé si pueda controlar mi rabia. Miro hacia la sala para asegurarme de que están atentos a otra cosa pero mis ojos se encuentran con los azules claros de Antonio.Me quedo perpleja, quiero ha
Mi padre aún no dice palabra alguna, y eso me aterra. Mi madre me mira fijamente con asombro, niega con la cabeza como si quisiera borrar algo de su mente.—No van a decir nada —comento al no obtener más que suspiros departe de ellos.—¿Por qué?—pregunta mi madre frunciendo el ceño.—Tenía miedo mamá…—¿Miedo de nosotros?—indaga mi padre.—Lo siento —agacho la cabeza.Nos piden que nos retiremos para ellos discutir sobre el tema, llevo a Antonio a mi habitación donde nos encerramos a esperar mientras tanto.—¿Qué crees que harán?—Lo importante de todo esto, son las empresas, les conviene nuestra boda —me acorr
Siento las manos de mi madre que intentan ayudarme a mantenerme de pie, mi pecho duele muchísimo de sólo imaginar lo peor.—Él no… —mi voz sale tan ronca que hasta yo me sorprendo. —. ¿Está bien?Lleva una mano a sus labios frustrado, en sus ojos veo la ganas de llorar, las ganas de derrumbarse pero por alguna razón se mantiene firme.Niega con la cabeza tomando su mechón con fuerza.—Lo siento…Esa es la frase que me derrumba, grito con fuerza, lloro, mi pecho ya no se hunde, si no que siento como si me estuvieran cortando pedazo por pedazo el corazón, me duele tanto que mi respiración se corta.Mi madre asustada me sostiene rápidamente y terminamos ambas en el suelo, me abraza y yo lloro, grito entre sus brazos, los
POV: MARÍA JOSÉ.El dolor que siento cubre el odio que estoy sintiendo ahora mismo hacia Antony, ¿Por qué no podía ser como su hermano? Paciente, amable y cariñoso, él era todo lo contrario.Salgo de la casa corriendo, quiero verlo, es la única manera para desaparecer las esperanzas, esperanzas de que esto sea una broma de mal gusto.Él me mira por la ventanilla y parece estar sorprendido, no tengo tiempo para pensar en mi aspecto, sólo sé que quiero verlo.Subo a la camioneta con torpeza, coloco mis manos sobre mis rodillas, mis manos están sudando y temblando, suspiro, bufo, trato por todos los medios calmarme, él maneja concentrado mientras yo trato de manejar que estoy a punto de perder la cordura.Muerdo mi labio inferior ahogan
De camino hacia afuera del hospital me topo con una chica que me pregunta por María y le digo que vaya a la sala de espera, supongo que la señora Valeria la conoce.Me frustra no poder encontrarla, los hombres en la puerta no tienen idea de a donde se ha ido, empiezo a buscar en el estacionamiento pero nada.Cuando vengo de regreso, veo a los reporteros en una ronda, y no me cabe de otra que pensar que es a ella a quien tienen acorralada.—Maldita sea, no tienen algo mejor que hacer —gruño molesto.Odio a los reporteros, son mi peor enemigo, nunca me les he dado la oportunidad de interrogarme, opino que mi vida no es de su incumbencia.Avanzo dando zancadas, y utilizo mis brazos para abrir paso entre ellos y sacarla de ahí.—Déjenla en paz —les espeto molesto, al ve
POV: MARÍA JOSÉ.Te fuiste antes de tiempo sin hablar, sin explicar y ya no estás.Miro la hora en la pantalla de mi celular, y lo guardo en mi bolsillo.—Un trago más —pido haciendo sonar el vaso sobre la mesa.Remuevo mi cabellera sintiendo calor, miro alrededor al escuchar murmullos detrás de mí.—Ha perdido a su prometido, pobrecita.—Que mal, es la prometida del famoso Antonio González, fue trágico.—¡Cállense! —grito dándoles la cara. —. No quiero su lástima.Me enderezo girando, y me topo con el otro vaso la cual tomo completamente.—Deme una botella de vodka completa —pido.
«Tres meses después»POV: ANTONY.Dalia sale de la oficina hecha una fiera, no soy de aguantar berrinches de mujeres, ella sabe perfectamente que lo nuestro es sólo carnal, por ende no hay nada que reclamar, uno de los motivos por lo que no me interesa una relación es esas discusiones y toxicidades.—¿Por qué sigues con ella? ¿No puedes conseguirte otra amante? Digo, otra dama de compañía —dice mi amigo mirándome mal.Me acomodo en mi asiento, y dejo caer ambos brazos sobre el escritorio.—Nunca te agradó, sabes que no soy de estar con una mujer cada noche, además ella es muy eficiente con la empresa —le explico.—Anto, creo que le das demasiada confianza, las personas hacen todo por ambición, por ci