La vida continuaba y el tiempo transcurría. Bárbara se adaptó a su rutina, y aprendió a llevar su doble vida. Los clientes que conseguía Michelle para Sonja eran todos iguales. Todos iban por lo mismo, y ella aprendió a poner una sonrisa en sus labios, independientemente de lo que ocurriera en su familia y dentro de su cabeza. Sus mundos estaban separados y así debían permanecer.El día comenzó como cualquier otro. Cuando Bárbara terminaba la jornada de trabajo en la pastelería sonó su teléfono y supo que tendría que atender un servicio esa noche.Como siempre lo hacía, fue a casa, atendió a los chicos y luego los dejó al cuidado de la tía Engracia. Se duchó y vistió su uniforme y partió hacia la agencia.Al llegar, le informaron que Michelle la esperaba en su oficina. Se dirigió allí y llamó a la puerta. Al escuchar que Michelle le autorizaba a entrar, abrió y entró.Allí estaba Michelle, perfecta como siempre y le regaló una gran sonrisa a Bárbara, señalándole una silla cerca de ell
La joven subió al auto y se dedicó a armar su historia sobre el asalto, mientras el chofer conducía. Cuando estaban a un par de calles de su casa, Leandro se detuvo como hacían siempre, ya que Sonja no permitía que el auto llegara hasta su puerta, para que su familia no lo viera. Bajó del auto y se despidió de Leandro, no sin antes agradecerle el haberla ayudado.Caminó hasta la casa y entró con su llave. Esperaba que todos estuvieran dormidos. Generalmente, regresaba casi al amanecer, así que no la esperaban aún. Caminó hacia la cocina y se sorprendió de encontrar allí a la tía Engracia, tomando café, sentada a la mesa, de espaldas a la entrada.La señora se dio vuelta al sentir que alguien entraba y pensando que sería alguno de los niños, comenzó a hablarle.— Más vale que tengas una buena razón para...— decía cuando vio a Bárbara y notó su cara maltratada— ¡Ay, niña por Dios! ¿Qué te ocurrió?— se levantó apresurada y derribó la silla, haciendo un estruendo que resonó en la casa sil
Varios días transcurrieron mientras Bárbara esperaba a que las marcas de su rostro comenzaran a borrarse, ya que los moretones cambiaban de color con los días, pero no parecían tener intención de desaparecer. Sin embargo, ese día recibió una llamada a su teléfono y al contestar, era la mismísima Michelle quien le hablaba.— Hola mi querida Sonja, espero que ya estés mejor... tengo noticias para ti, me gustaría verte en mi oficina esta tarde, a eso de las 6, si no tienes inconveniente.— Allí estaré— respondió simplemente la joven como era su costumbre de no decir ni una palabra más de las necesarias.Resolvió que los chicos esperaran en casa de la tía mientras ella iba la agencia.Al entrar fue directo a la oficina de Michelle y justo sonaban las seis en el reloj.—Siempre puntual, mi hermosa Sonja... ven aquí, necesito que estés presente mientras hago una llamada. — le señaló una silla frente a su escritorio.Tomó su teléfono y marcó un número. Esperó un momento hasta que alguien le
Los primeros meses de Sonja en la agencia fueron muy productivos económicamente, pero no estuvieron libres de problemas. Muchas de las chicas que trabajaban allí la recibieron con agrado, aunque Sonja prefería mantenerse a distancia, y evitar cometer alguna indiscreción sobre su vida diaria, pero generalmente se llevaban bien entre ellas, principalmente, porque Michelle pondría de patitas en la calle a cualquiera que pudiera causar problemas de algún modo.Sin embargo, cada vez que coincidía con aquella linda rubia que todos llamaban Selene, recibía miradas duras de la joven y muchas veces, en las conversaciones con otras mujeres, le lanzaba puntillas a Sonja, quien no comprendía la razón de la pugna de Selene con ella, dado que los servicios eran asignados cuidadosamente, para que todas las jóvenes tuvieran buenas ganancias, excepto cuando el cliente pedía específicamente a una chica.Esa noche, luego de su obligado descanso tras el problema con el político, ya recuperada de sus lesi
Sus "servicios" eran muy solicitados y siempre tenía clientes, muchos de los mejores VIP de Michelle la pedían, pero quien más la solicitaba era Arturo. Estaba prendado de Sonja y la recibía al menos una vez a la semana en su apartamento.Esa noche, Sonja se vestía para regresar a la agencia, cuando Arturo puso sus manos sobre los hombros de la joven. Ella lo miró a través del espejo y le sonrió.— Quiero que seas exclusivamente mía, Sonja.— Arturo, esto no funciona así, creo que olvidaste lo que hago —dijo con una sonrisa— En mi trabajo no existe la exclusividad.— Pero si yo hablo con Michelle, ella podría hacer algo. Me gustas mucho, Sonja, podría darte un lugar lindo para vivir y visitarte cuando quiera verte, te daría todo lo que quieras. Podrías vivir con todo el lujo que hayas soñado, el dinero no significa nada para mí y siempre te han gustado los obsequios que te doy.— Y que no te he pedido. Siempre te digo que no tienes que regalarme nada. Ya tengo un lugar donde viv
Cuidar de Agustín era prioritario, y todo su esfuerzo se dirigía a mantenerlo sano. Los exámenes demostraron que padecía leucemia, y la batalla sería dura.El niño fue sometido a todos los tratamientos que había disponibles, por un tiempo mejoraba, pero muy pronto llegaba la recaída. Una y otra vez ocurría lo mismo. Y ya hacía cinco años de esa dura lucha por la salud del niño, que ahora contaba con catorce años.Ahora enfrentaban la difícil decisión de un trasplante de médula. Todos fueron sometidos a exámenes de compatibilidad, y como era de esperar, su gemelo Abraham resultó ser el donante perfecto. Y le tocó a Bárbara explicarle a su hermano lo que habría que hacer y su papel en la posibilidad de salvar la vida de Agustín.Esa tarde Bárbara y Abraham, sentados en un café, tomaban un refresco mientras hablaban. No podía menos que ver lo guapo y alto que estaba su hermano. Había crecido muchísimo, y aparentaba más edad de la que tenía, pero en el fondo seguía siendo sólo un chico d
Mientras se recuperaba su hermano de la cirugía, Bárbara tomó la decisión de que se acercaba el momento de cambiar de casa. Nunca se atrevió a hacerlo por cuidar las apariencias ante Servicios Sociales, que aunque el tiempo pasaba se mantenían vigilantes, y habría despertado sospechas si de repente, se mudaran a un vecindario mejor. De forma que aunque Bárbara tenía dinero ahorrado de sobra para eso, permanecieron en el barrio.Un par de años transcurrió y Agustín había sido dado de alta, dado que la enfermedad estaba superada, y con muy buenas perspectivas. El trasplante estaba funcionando y Agustín se curaba a todas luces.Ya con dieciséis años, los gemelos seguían siendo tan diferentes y tan únicos como lo fueron siempre. Las niñas, Roselyn y Dani, preciosas y traviesas que Bárbara cuidaba con mano firme. Nadie mejor que ella conocía los peligros que había en el mundo para las niñas como ellas.Ya Bárbara contaba con veinticinco años, y era una mujer bella con mirada enigmática. U
— Debo irme pronto, Michelle— dijo simplemente Sonja cuando habló con su jefa.— ¿Pasó algo?— Alguien que me importa mucho descubrió lo que hago.— ¿Un novio?— No he tenido, ni tengo ni pienso tener novio jamás. Debo dejarte, Michelle.— Lo voy a lamentar, Sonja. Has sido un gran éxito aquí. Dime, ¿hiciste algo al respecto cuando te dije que ahorraras para tu futuro?— Sí, estaremos bien. Tu consejo fue muy valioso, hice algunas inversiones y podré vivir bien. No soy asquerosamente rica, pero no nos faltará nada.— Eres una chica inteligente. Muchos te van a extrañar por aquí, especialmente Arturo.— Lo sé.— Creo que está enamorado de ti.— Eso no es amor y si lo fuera, no estoy interesada.— Es muy rico, podría darte mucho más de lo pudieras necesitar.— No lo necesito, gracias a tus enseñanzas.— ¿Y cuándo piensas retirarte?— Tan pronto cumpla con los compromisos que tienes acordados. Justo iba a pedirte que no me arregles más citas. Asistiré a los servicios que ya están fijados