La noche siguiente llegó y Bárbara se vistió con un lindo vestido de pequeñas flores, sin mangas, sobre las rodillas, con un delicado chal sobre sus hombros, zapatillas beige de tacón medio y una pequeña cartera haciendo juego. Llevaba su cabello recogido en un moño ligero, que le daba un aire fresco y juvenil. Un maquillaje discreto complementaba su atuendo. Apenas estuvo lista, escuchó sonar el timbre. Agustín y Abraham se encargarían de las pequeñas, pero aún no salían de su asombro al ver a su hermana mayor prepararse para una cita. Era la primera vez que algo así sucedía. Bárbara continuaba dando indicaciones cuando Abraham la calló diciéndole que todo estaría bien.— Vete y diviértete, estaremos bien, tenemos tu número de teléfono.Aún renuente, se dirigió a la puerta y abrió. Se encontró con Moisés vestido con un traje sin corbata que lo hacía ver más guapo aún.Cuando Bárbara se sorprendió pensando en lo atractivo que lucía, supo que había cometido un error al aceptar esa i
Esa mañana se levantó con una sensación de pesadez en la cabeza, apenas durmió y soñó que Moisés la repudiaba al enterarse de quien había sido.Se levantó a duras penas, sin deseos de ir a trabajar, pero no podía permitirse dar un mal ejemplo a los niños, siempre les decía que había que cumplir con las obligaciones como fuera. Por lo que se preparó para ir a trabajar y decidió caminar hasta la pastelería para despejarse un poco del malestar.Al llegar, ya la encargada había abierto el negocio, y los clientes se encontraban adentro.Bárbara entró y se fue directamente a ponerse un guardapolvo con el logo de la pastelería y se dedicó a atender a los clientes que iban a hacer encargos especiales.Ya llevaba un rato haciéndolo, cuando una de las empleadas le dijo que alguien le buscaba para algo personal. Le extrañó pero igual le mandó a pasar.Fue una sorpresa cuando vio entrar a Ruth, acompañada de otra joven.— Buenos días, Ruth. Pasen adelante, por favor, tomen asiento.— No hace fal
Los días transcurrían y los jóvenes mantenían una relación especial. Salían juntos, paseaban por el parque tomados de la mano, hablaban hasta medianoche cuando estaban en casa de Bárbara, sentados en el sofá, muy juntos, y la chica se preguntaba cuándo se terminaría todo ese sueño. Cada día se preguntaba si ese sería el día. Cuando estaban juntos, Bárbara quería olvidar todo y ser una chica normal, enamorada, y tener una relación como cualquiera, en la que los enamorados buscan la oportunidad de estar solos y sentir. Y por supuesto, se preguntaba cuánto tardaría Moisés en querer de ella lo que todos los hombres esperan de una mujer, pero aun cuando se besaban, y había deseo entre ellos, él nunca insinuó cruzar los límites de la caricia.Esa noche no era diferente, cenaron pizza en un lugarcito pintoresco, y se tomaban las manos mientras comían. Había una tensa calma de pasión controlada entre ellos, al fin y al cabo, sólo eran un hombre y una mujer enamorados.Fueron al mirador y sent
Los jóvenes continuaban viéndose, y ambas familias se preguntaban cuándo se decidirían a formalizar su relación. Fue el padre de Moisés quien se atrevió a interrogar a su hijo sobre la situación.Hablaban en su pequeña oficina, en la parte trasera de la iglesia, cuando el Pastor se decidió a abordar el tema.— Hijo, hace días deseaba hablar contigo sobre tu novia.— ¿Qué deseas saber, papá?— En este momento voy a hablarte no como tu padre, sino como tu Pastor. Creo que debes pensar en formalizar tu noviazgo, en casarse. Tu novia tiene hermanitos a quienes deben darle ejemplos correctos, y creo que tú pasas demasiado tiempo en esa casa. Lo natural es que esa muchacha y tú vayan pensando en formar un hogar. La gente ha notado lo que pasa entre ustedes y me preocupa, porque ella ni siquiera forma parte de nuestra iglesia.— Bárbara tiene su propia forma de ver la fe, no es que se niegue a creer, pero no siente el deseo de congregarse con nosotros y yo ni quiero ni puedo obligarla. Si en
Unos golpecitos en la puerta la volvieron a la realidad y como seguramente era alguno de sus hermanos, lo mandó a pasar.Estaba en lo cierto, pero eran todos sus hermanos, juntos, quienes la miraban desde la puerta, sin saber qué hacer.— ¿Y a ustedes qué les pasa, duendes? ¿Desde cuándo tan tímidos?— les preguntó extrañada.Fue Agustín quien se adelantó a hablarle.— Queremos saber si estás bien.— ¿Por qué no habría de estarlo?— Porque te escuchamos llorando anoche. — dijo la pequeña Dani, sin pensar en lo que decía—. ¿Te duele algo, Bárbara?— Sí, mi dulce Dani. Me duele un poco el corazón. Vengan aquí— tocó sobre la cama invitándolos a subir a ella y los chicos se lanzaron en tropel sobre su hermana— lo de anoche fue sólo que pasó algo triste, pero ya estoy bien— trató de sonreír, pero sólo pudo esbozar una mueca. Algo dentro de ella se había roto y no podía repararlo.— Por qué no nos dices la verdad, Bárbara. Sabemos que estás triste. — le dijo Roselyn con su sabiduría infanti
Esa noche, a las ocho en punto, los escoltaba un camarero al reservado de Arturo, el cual era una parte privada al fondo del restaurante principal, discretamente separado de la parte delantera, lujosamente preparada, con una mesa redonda grande y una fina vajilla que la cubría. Allí, parado cerca de la mesa, hablaba Arturo con un empleado y al verlos, se acercó a ellos con una gran sonrisa en el rostro. — ¡Bienvenidos! Gracias por acompañarme a cenar. Vengan conmigo a la mesa. Arturo le separó la silla a Bárbara para que se sentara, y los camareros lo hicieron con Engracia y las niñas, quienes se sentían como princesas tratadas con tanta ceremonia. — Permítanme decirles que todas están muy hermosas. — Miró a Bárbara mientras se sentaba a su lado, y le sonrió— especialmente tú, Bárbara, luces preciosa. La joven le correspondió con una sonrisa y comenzó a presentarle a su familia. Los chicos fueron un ejemplo de corrección y la hicieron sentir muy orgullosa. La cena fue estupenda,
Nunca los chicos se habían despertado tan temprano y voluntariamente, pero ese día la algarabía de sus hermanos despertó a Bárbara, quien había logrado conciliar el sueño hasta muy tarde. Y lamentó haber aceptado el paseo con Arturo, porque los chicos entraron en tropel al cuarto para despertarla. — ¡Levántate Bárbara, vamos a llegar tarde! — se quejó Dani, a quien siempre utilizaban sus hermanos cuando había que decirles algo a Bárbara y los mayores no se atrevían. La pequeña Dani lograba siempre amansar el temperamento de la hermana mayor. — ¿Qué hora es? ¿Qué hacen despiertos? Cierren sus bocotas o van a despertar a la tía Engracia y a todo el hotel. — Ya la tía está despierta, sólo faltas tú. Arturo dijo que saldríamos muy temprano. ¡Vístete ya, flojaza!— le aclaró la disposicionista Roselyn. — no podemos hacerlo esperar. — No será acaso que ustedes no pueden esperar. — Dijo quitándose de encima la sábana— Fuera de aquí, voy a vestirme, pero si me han sacado de la cama tan
— Este local está muy bien ubicado, hay mucho potencial aquí. — le decía profesionalmente el agente de bienes raíces. — si desea saber cualquier cosa sobre este local, el dueño se encuentra aquí hoy, puedo presentarlos si lo desea.Antes de que pudiera contestarle, sonó su teléfono y al ver que era Arturo, le respondió.— Hola, Arturo.— ¿Qué tal todo? ¿Cómo tomaron tus hermanos las cosas?— Supongo que bien, pero he decidido mudar la pastelería, justo ahora estoy viendo locales— Tengo muchos locales en los mejores centros comerciales, puedes usar el que quieras.— No, gracias, voy a alquilar uno.— Pero no tienes que mudar la pastelería, si lo que quieres es alejarte de allí, sólo necesitas crear sucursales, y logras dos cosas a la vez.— El negociante a su gusto.— Así puede crecer tu negocio. Puedo ayudarte en lo que necesites, si requieres capital...— Ya tengo capital, soy una chica ahorrativa, pero gracias de todas formas.— Lo que necesites, sólo llámame. No tengo nada mejor q