—¡Dime a quién se la diste, maldición!—Volvió a gritar Damián, llevábamos mucho tiempo en estó.Evelyn estaba sentada en una silla con las manos y pies atados, su primo por el contrario colgaba del techo por gruesas y grandes cadenas. En el lugar además de nosotros estaban también Hansel, Dan, Nicolás y otro que no recuerdo su nombre.Estábamos en la casa de los guardias, en el sótano dónde Damián me había dicho tiempo atrás que mataba y torturaba.Me sentía muy mal, sentía que mi cabeza explotaría en cualquier momento, mis sienes palpitaban y me sentía debil, asumía que esa debilidad se debía a que ya eran las ocho de la noche y yo no había probado bocado en todo el día.Pero no tenía hambre, no podía ni siquiera pensar en comer cuando no sabía nada de mi hija; no sabía si estaba bien, sí ya la habían alimentado, sí habían cambiado su pañal... Sí seguía con vida.Sentía que con cada segundo que pasaba mi vida se venía a bajo, las esperanzas cada vez eran menos, hoy no encontraríamos
No puede ser.Por supuesto que no.Clarisse... Ella... Ella es mi amiga.No, no, no.¡Mierda!Clarisse no sería capaz de hacerle daño a mi hija, ella ha sido mi amiga desde el primer momento en que llegué aquí, ella quiere a Mía, no puede hacerme estó.No puede creerlo, no doy crédito a lo que mis ojos miran, debe ser falso, Clarisse sería incapaz de hacerme daño, de hacerle daño, ella estuvo conmigo siempre. Yo veía en sus ojos el cariño que le tenía a la pequeña.¿Como podía ser falso ese cariño?Mi corazón amenazaba con abrir un hoyo en el pecho y salirse disparado de su lugar, mi cabeza retumbaba y mis ojos ardían, picaban. Lo que siento en esté preciso momento es el peor sentimiento de todos; traición, pura y dañina traición. Pero lo que hacía que doliera a un punto inimaginable era que venía de una persona que creí mi amiga. Yo jamás imaginé que pudieran ser una de ellas, nunca dudé de mis amigas ni por un segundo.A veces los enemigos prefieren estar frente a tí.Recordé las pa
Damián Webster.Veinticuatro horas. Veinticuatro malditas horas y no sabía nada de mi hija.Sabía lo que intentaban, yo sabía que ellos la tenían y sí no se habían comunicado conmigo era porqué simple y llanamente querían que explotara. Me querían al borde del abismo, sabían que sí me desesperaba iba a empezar a actuar por puro impulso y eso les convenía.Les convenía porqué sí no pensaba las cosas antes de hacerlas las cagaba completamente, me volvía un total imbécil.Pero no les daría el gusto, no sabiendo que mi hija estaba en peligro.Hace un rato fuí por mis medicinas y me aseguré que Ámbar siguiera dormida. Mi cabeza amenazaba con explotar en cualquier momento, pero seguía allí, mostrándome tranquilo y sereno, mientras que mi interior estaba hecho un total lío.No quería dormir a Ámbar de esa manera, pero lo necesitaba, ella parecía que en cualquier momento se desestabilizaría, que entraría en pánico de un momento a otro, yo no podía cuidarla, estaba fuera de sí y no podía ocupa
Damián salió a paso veloz, Hansel y yo lo seguimos, en silencio caminamos hasta salir de la casa, y justo cuando pusimos un pie en el patio la verja se abrió y dos camionetas entraron por ella.—Saca a la mujer del sótano y llevala a otra habitación— ordenó Damián a Dan quien enseguida asintió y salió disparado a hacer lo que le pedían.Miré atentamente como los guardias empezaron a bajar de ambas camionetas, algunos entraban a la casita detrás de nosotros después de saludar a Damián con respeto, dos de ellos sin embargo se dirigieron al maletero de uno de los dos vehículos y mi corazón empezó a aletear con ansias.Ansias de verla, de mirarla y que me dijera porqué lo hizo. Ansias de tenerla en frente y golpearla hasta que todas las fuerzas abandonen mi cuerpo.Solté un suspiro para calmar todos esos deseos cuando la sacaron del auto. Y no lo hice porqué sintiera lástima o porqué me había arrepentido de todo lo qué quería hacerle, por supuesto que no.Sí me contuve para no salir corri
Damián Webster.-¿Dónde dejamos el bolso?- preguntó Hansel y lo miré por unos segundos.-No lo sé- dije cuando después de unos segundos no obtuve una idea clara- tiralo por ahí, envialo al bosque, o simplemente llevalo con su familia...-Damián- susurró con reproche en mi dirección- es la familia de Helen, la chica a la que metiste en un bolso es la sobrina de Helen...-Sabía muy bien en lo que se metía cuando se robó a mi hija- susurré con enojo, miré por sobre su hombro la puerta cerrada de la casa- además, Helen sabe perfectamente que para estás hora esa basura está muerta.-No había necesidad de meterla en un bolso...-¿Y ella sí tenía derecho de meter a Mía en uno? ¿De llevarla con personas que no se detendrán a pensar dos veces en hacerle daño o no?- pregunté con enojo entre susurros de confidencialidad- es mi hija Hansel, y sea quien sea la maldita persona que le haga daño, pagará por ello.No dijo nada, hizo una mueca para darme toda la razón y finalmente asintió. Solté un sus
—¡Te dije que no!— volví a negarme con enojo.—¿A caso te has vuelto loco? ¿Es que no ves lo mucho que nos exponemos sí vamos a esa casa?Hizo una mueca y cambió a Mía de un brazo a otro.—He tomado todas las medidas, amor, no sucederá nada...—¡Basta!— grité nuevamente haciéndo que Mía diera un leve saltito en sus brazos.— no quiero seguir hablando de estó.Dicho esto giré sobre mis talones y empecé a caminar con rapidez hacia el jardín.Cada día estaba más jodido ¿Es qué en serio no se daba cuenta que lo que estaba pidiendo era un total suicidio? Sí él quería irse allí, perfecto, por mí no había ningún problema, pero me llevaría a mi hija a otro lugar, uno muy lejos. No iba a volver a ponerla en riesgo.Llegué él jardín solitario y me senté estrepitosamente en una silla, no había nadie, estaba perfecto para venir y ordenar mis pensamientos.Habían pasado ya tres meses de lo sucedido en aquel taller, en poco Mía cumpliría cuatro meses el mismo día que su padre cumpliría treinta y uno.
—Te dije que he preparado todo para asegurarla aún más— repitió desde el armario— No soy tan idiota como para ponerlas en peligro— salió del armario y caminó hacia mí que me encontraba en la cama con Mía.—¿Y por qué mejor no nos quedamos aquí?— pregunté retóricamente, él siguió caminando hasta acostarse en la cama y resoplar.Se acomodó hasta quedar de medio lado para poner sus ojos en mí, puso su mano sobre la espalda de Mía que estaba acostada en medio de ambos.—Tengo razones para creer que Ross ha descubierto nuestra ubicación, y aquí no tengo los mismo métodos de seguridad que en aquella casa ¿Comprendes?— confesó.—¿Cuales son las razones?—Razones Ám, quizás sólo son suposiciones o simple paranoia, el hecho es que quiero irme de aquí.—Entonces vamos a otro lugar, Damián.— repetí por millonésima vez en la semana— No lo sé, otra casa, incluso podemos irnos de está ciudad y ya...—No me jodas, Ámbar— se enojó.— sí te estoy diciendo que nos iremos a esa puta casa nos iremos y no
—Feliz cumpleaños a tí...— susurré la canción en su oído mientras dormía— Feliz cumpleaños a tí— se removió y sonrió— Feliz cumpleaños bestia detestable, feliz cumpleaños a tí.— se movió hasta quedar boca arriba y yo aproveché para besar sus labios— Felices treinta y uno, mi amor.Con sus brazos me hizo subir sobre él y me apretó contra su cuerpo haciéndome reír sobre sus labios.Finalmente había llegado su cumpleaños, y me sentía especialmente nostálgica, pues, hoy no sólo celebraríamos su cumpleaños número treinta y uno, sino, también el cuarto mes de Mía, y junto a eso el día de despedirme de Camerón y su familia por un largo tiempo.Cam se iría hoy en la noche a Nueva York, y aunque quisiera no podría ir y darle un último abrazo antes que su avión despegué y los lleve a kilómetros de mí.—¿Sabes que esté ha sido el cumpleaños que más he anhelado desde que tengo memoria?— preguntó y yo le dediqué una media sonrisa de labios cerrados.—¿Por qué?— pregunté recostando mi cabeza sobre