Damián salió a paso veloz, Hansel y yo lo seguimos, en silencio caminamos hasta salir de la casa, y justo cuando pusimos un pie en el patio la verja se abrió y dos camionetas entraron por ella.—Saca a la mujer del sótano y llevala a otra habitación— ordenó Damián a Dan quien enseguida asintió y salió disparado a hacer lo que le pedían.Miré atentamente como los guardias empezaron a bajar de ambas camionetas, algunos entraban a la casita detrás de nosotros después de saludar a Damián con respeto, dos de ellos sin embargo se dirigieron al maletero de uno de los dos vehículos y mi corazón empezó a aletear con ansias.Ansias de verla, de mirarla y que me dijera porqué lo hizo. Ansias de tenerla en frente y golpearla hasta que todas las fuerzas abandonen mi cuerpo.Solté un suspiro para calmar todos esos deseos cuando la sacaron del auto. Y no lo hice porqué sintiera lástima o porqué me había arrepentido de todo lo qué quería hacerle, por supuesto que no.Sí me contuve para no salir corri
Damián Webster.-¿Dónde dejamos el bolso?- preguntó Hansel y lo miré por unos segundos.-No lo sé- dije cuando después de unos segundos no obtuve una idea clara- tiralo por ahí, envialo al bosque, o simplemente llevalo con su familia...-Damián- susurró con reproche en mi dirección- es la familia de Helen, la chica a la que metiste en un bolso es la sobrina de Helen...-Sabía muy bien en lo que se metía cuando se robó a mi hija- susurré con enojo, miré por sobre su hombro la puerta cerrada de la casa- además, Helen sabe perfectamente que para estás hora esa basura está muerta.-No había necesidad de meterla en un bolso...-¿Y ella sí tenía derecho de meter a Mía en uno? ¿De llevarla con personas que no se detendrán a pensar dos veces en hacerle daño o no?- pregunté con enojo entre susurros de confidencialidad- es mi hija Hansel, y sea quien sea la maldita persona que le haga daño, pagará por ello.No dijo nada, hizo una mueca para darme toda la razón y finalmente asintió. Solté un sus
—¡Te dije que no!— volví a negarme con enojo.—¿A caso te has vuelto loco? ¿Es que no ves lo mucho que nos exponemos sí vamos a esa casa?Hizo una mueca y cambió a Mía de un brazo a otro.—He tomado todas las medidas, amor, no sucederá nada...—¡Basta!— grité nuevamente haciéndo que Mía diera un leve saltito en sus brazos.— no quiero seguir hablando de estó.Dicho esto giré sobre mis talones y empecé a caminar con rapidez hacia el jardín.Cada día estaba más jodido ¿Es qué en serio no se daba cuenta que lo que estaba pidiendo era un total suicidio? Sí él quería irse allí, perfecto, por mí no había ningún problema, pero me llevaría a mi hija a otro lugar, uno muy lejos. No iba a volver a ponerla en riesgo.Llegué él jardín solitario y me senté estrepitosamente en una silla, no había nadie, estaba perfecto para venir y ordenar mis pensamientos.Habían pasado ya tres meses de lo sucedido en aquel taller, en poco Mía cumpliría cuatro meses el mismo día que su padre cumpliría treinta y uno.
—Te dije que he preparado todo para asegurarla aún más— repitió desde el armario— No soy tan idiota como para ponerlas en peligro— salió del armario y caminó hacia mí que me encontraba en la cama con Mía.—¿Y por qué mejor no nos quedamos aquí?— pregunté retóricamente, él siguió caminando hasta acostarse en la cama y resoplar.Se acomodó hasta quedar de medio lado para poner sus ojos en mí, puso su mano sobre la espalda de Mía que estaba acostada en medio de ambos.—Tengo razones para creer que Ross ha descubierto nuestra ubicación, y aquí no tengo los mismo métodos de seguridad que en aquella casa ¿Comprendes?— confesó.—¿Cuales son las razones?—Razones Ám, quizás sólo son suposiciones o simple paranoia, el hecho es que quiero irme de aquí.—Entonces vamos a otro lugar, Damián.— repetí por millonésima vez en la semana— No lo sé, otra casa, incluso podemos irnos de está ciudad y ya...—No me jodas, Ámbar— se enojó.— sí te estoy diciendo que nos iremos a esa puta casa nos iremos y no
—Feliz cumpleaños a tí...— susurré la canción en su oído mientras dormía— Feliz cumpleaños a tí— se removió y sonrió— Feliz cumpleaños bestia detestable, feliz cumpleaños a tí.— se movió hasta quedar boca arriba y yo aproveché para besar sus labios— Felices treinta y uno, mi amor.Con sus brazos me hizo subir sobre él y me apretó contra su cuerpo haciéndome reír sobre sus labios.Finalmente había llegado su cumpleaños, y me sentía especialmente nostálgica, pues, hoy no sólo celebraríamos su cumpleaños número treinta y uno, sino, también el cuarto mes de Mía, y junto a eso el día de despedirme de Camerón y su familia por un largo tiempo.Cam se iría hoy en la noche a Nueva York, y aunque quisiera no podría ir y darle un último abrazo antes que su avión despegué y los lleve a kilómetros de mí.—¿Sabes que esté ha sido el cumpleaños que más he anhelado desde que tengo memoria?— preguntó y yo le dediqué una media sonrisa de labios cerrados.—¿Por qué?— pregunté recostando mi cabeza sobre
Le verja abierta de la mansión por dónde ya habían empezado a entrar algunas camionetas apareció en mi campo de visión y sentí mi corazón acelerarse aún más. Trague saliba tratando de reprimir los nervios.-Es una mala idea, Damián- susurre sin dejar se mirar al frente.-No deberíamos estar aquí- lo miré con los ojos llorosos y él me dedicó una mirada fugaz antes de soltar un suspiro- Amor, nos van a encontrar muchísimo más rápido, Mía está de por medio, vayamos a otro lugar.No respondió nada, sólo tomó mi mano y dió un leve apretón para seguir conduciendo hasta adentrarse dentro de la mansión. Cinco camionetas más cruzaron la verja y fué el momento de cerrarla.Igual de nerviosos y atentos que antes todos empezaron a moverse de un lugar a otro, mientras yo sólo podía mirar desde el auto con las lágrimas aún acumuladas en mis ojos.Él no me estaba dando más opciones, él me estaba empujando a esto...Abrió su puerta y salió del auto, yo traté de que las lágrimas dejaran de verse asomad
El camino se me hizo eterno, los nervios amenazaban con hacerme perder la cabeza y la culpa me comía el alma con cada segundo que el auto se deslizaba por las frías calles de la Seattle. Sentía las lágrimas pesadas en mis ojos pero me negaba a dejarlas salir.Me repetía una y mil veces que estaba haciendo estó por mi hija, para salvaguardar su vida, alejarla de toda la mierda que rodeaba a Damián, y quizás él no me lo perdonaría nunca pero debía entender que estó era lo mejor. Me lo repetía para no dar la vuelta e irme de regreso a sus brazos.No podía evitar sentir como sí en esa casa hubiera dejado la mitad de mi corazón, sus palabras no paraban de retumbar mi cabeza, la vehemencia con lo que me pidió aquello aún estando en medio de la inconsciencia realmente me hacía sentir la peor escoria del mundo.No obstante mi otro yo -ese que me motivaba a seguir adelante- me repetía, me gritaba para qué recordase que se lo pedí muchas veces, le suplique irnos de allí y aún así él siguió impo
El regreso a casa fué aún más torturador que el camino al aeropuerto, por más que intentaba no llorar y dejarlo estar, no podía pasar por alto el dolor que sentía al tener que separarla de nosotros para que pudiese estar bien.Me sentía tan confundida y desgastada mentalmente que no me moleste ni siquiera en regresar a la mansión por el bosque, de hecho ni siquiera recordaba el camino; fué fácil encontrar la carretera, pero se me hacía imposible pensar en dónde carajos estaba la entrada al túnel. Por ello, llamé a uno de los guardias y le hice saber que estaba de camino a casa, esto con el único fin de que no creyeran que era un intruso y me asesinaran antes de poder siquiera decir que era yo.El guardia, con la voz confundida y de seguro preguntándose como carajos había salido de la mansión sin cruzar la verja, lo único que dijo fué que estaría esperándome para permitirme el paso a la casa. Y fué exactamente lo que hizo, al llegar todos me miraron como sí fuese un fantasma, algo de o