—Feliz cumpleaños a tí...— susurré la canción en su oído mientras dormía— Feliz cumpleaños a tí— se removió y sonrió— Feliz cumpleaños bestia detestable, feliz cumpleaños a tí.— se movió hasta quedar boca arriba y yo aproveché para besar sus labios— Felices treinta y uno, mi amor.Con sus brazos me hizo subir sobre él y me apretó contra su cuerpo haciéndome reír sobre sus labios.Finalmente había llegado su cumpleaños, y me sentía especialmente nostálgica, pues, hoy no sólo celebraríamos su cumpleaños número treinta y uno, sino, también el cuarto mes de Mía, y junto a eso el día de despedirme de Camerón y su familia por un largo tiempo.Cam se iría hoy en la noche a Nueva York, y aunque quisiera no podría ir y darle un último abrazo antes que su avión despegué y los lleve a kilómetros de mí.—¿Sabes que esté ha sido el cumpleaños que más he anhelado desde que tengo memoria?— preguntó y yo le dediqué una media sonrisa de labios cerrados.—¿Por qué?— pregunté recostando mi cabeza sobre
Le verja abierta de la mansión por dónde ya habían empezado a entrar algunas camionetas apareció en mi campo de visión y sentí mi corazón acelerarse aún más. Trague saliba tratando de reprimir los nervios.-Es una mala idea, Damián- susurre sin dejar se mirar al frente.-No deberíamos estar aquí- lo miré con los ojos llorosos y él me dedicó una mirada fugaz antes de soltar un suspiro- Amor, nos van a encontrar muchísimo más rápido, Mía está de por medio, vayamos a otro lugar.No respondió nada, sólo tomó mi mano y dió un leve apretón para seguir conduciendo hasta adentrarse dentro de la mansión. Cinco camionetas más cruzaron la verja y fué el momento de cerrarla.Igual de nerviosos y atentos que antes todos empezaron a moverse de un lugar a otro, mientras yo sólo podía mirar desde el auto con las lágrimas aún acumuladas en mis ojos.Él no me estaba dando más opciones, él me estaba empujando a esto...Abrió su puerta y salió del auto, yo traté de que las lágrimas dejaran de verse asomad
El camino se me hizo eterno, los nervios amenazaban con hacerme perder la cabeza y la culpa me comía el alma con cada segundo que el auto se deslizaba por las frías calles de la Seattle. Sentía las lágrimas pesadas en mis ojos pero me negaba a dejarlas salir.Me repetía una y mil veces que estaba haciendo estó por mi hija, para salvaguardar su vida, alejarla de toda la mierda que rodeaba a Damián, y quizás él no me lo perdonaría nunca pero debía entender que estó era lo mejor. Me lo repetía para no dar la vuelta e irme de regreso a sus brazos.No podía evitar sentir como sí en esa casa hubiera dejado la mitad de mi corazón, sus palabras no paraban de retumbar mi cabeza, la vehemencia con lo que me pidió aquello aún estando en medio de la inconsciencia realmente me hacía sentir la peor escoria del mundo.No obstante mi otro yo -ese que me motivaba a seguir adelante- me repetía, me gritaba para qué recordase que se lo pedí muchas veces, le suplique irnos de allí y aún así él siguió impo
El regreso a casa fué aún más torturador que el camino al aeropuerto, por más que intentaba no llorar y dejarlo estar, no podía pasar por alto el dolor que sentía al tener que separarla de nosotros para que pudiese estar bien.Me sentía tan confundida y desgastada mentalmente que no me moleste ni siquiera en regresar a la mansión por el bosque, de hecho ni siquiera recordaba el camino; fué fácil encontrar la carretera, pero se me hacía imposible pensar en dónde carajos estaba la entrada al túnel. Por ello, llamé a uno de los guardias y le hice saber que estaba de camino a casa, esto con el único fin de que no creyeran que era un intruso y me asesinaran antes de poder siquiera decir que era yo.El guardia, con la voz confundida y de seguro preguntándose como carajos había salido de la mansión sin cruzar la verja, lo único que dijo fué que estaría esperándome para permitirme el paso a la casa. Y fué exactamente lo que hizo, al llegar todos me miraron como sí fuese un fantasma, algo de o
Después de aquella orden a Hansel, minutos después lo ví salir a paso veloz de la casa. De eso había pasado ya muchas horas, y mis nervios crecían muchísimo más con cada segundo, temía que al llegar trajera a Mía con él, temía que no llegara, temía sí llegaba.Un total caos de emociones y sentimientos, así me sentía; era como sí todos mis sentimientos, todas mis emociones estuvieran corriendo con tanto desespero como personas chocando unas con las otras en medio de una balacera.Solté aire por millonésima vez desde que se marchó, en definitiva estos meses habían sido los más tensos de mi vida, me asfixiaban cada vez más. Jamás en la vida me había sentido tan sofocada, tan tensa y estresada como desde hace tres meses para acá.¡Era como sí una maldita guillotina estuviera constantemente amenazando con cortar mi cabeza!Carmen y las chicas no habían parado de cuestinarme, de preguntar por qué lo hice, por qué la alejé de su padre. Carmen decía que él estaba triste, que la niña era su ad
Al despertar ya Damián no estaba a mi lado, quizás se había ido en la madrugada, pues, me dí cuenta de su ausencia cuando recién el reloj marcaba las seis de la mañana.Seguía con la tonta idea de seguir buscando a Mía por lo que no le dí más vueltas al asunto. Después de eso hablé con Cam, dijo que Mía estaba muy bien, que quizás nos extrañaba, pero de ahí en más estaba mucho mejor de lo que esperaba, pues, la niña no había llorado excesivamente por nuestra ausencia.Me sentí muy bien ante esas palabras.Le dije que tuviera cuidado, y después de despedirme y agradecerle un millón de veces más colgué la comunicación y volví a pegar el celular con cinta adhesiva tras mi mesita de noche.El ambiente en la casa seguía igual de tenso, Carmen parecía estar enojada conmigo por haber llevado a la bebé lejos de casa, pero no le presté atención, después de todo y muy dentro suyo sabía muy bien que había tomado la mejor decisión. Su molestia era más bien por hacer sufrir a su preciado bebé que
Sabía perfecto como hacer que Damián bajara la guardia, he aprendido a usar sus misma tácticas para hacerle creer que sí, que ha ganado, que ya todo estaba bien y que finalmente me había ceñido a sus reglas y órdenes.Pero no, yo tenía muy claro mi objetivo: sacar a mi hija del maldito mundo oscuro en el que él estaba metido, antes de que fuera muy tarde. Y lo haría, pese a todo lo haría. Todo ante mi hija perdía valor y sí su vida estaba en peligro me importaba una mierda tener que pasar por encima cualquiera para ponerla a salvo.Como bien se lo dije hace unos días: se estaba subiendo a una balanza, y estaba perdiendo. Yo no iba a quedarme de brazos cruzados esperando a que sus malditos enemigos vinieran y volvieran a arrebatarme a mi hija.Y creo que ya había esperado suficiente, cuatro malditos días en los que no tuve ninguna respuesta. No vino a mí a decirme: Muy bien, Ám. Quiero salir. O un simple: Intentemoslo. Creyó que simplemente yo ya había renunciando a la idea, creyó que
—¡Ámbar!— está lejos, puedo escuchar su voz muy lejos. Mi corazón reaciona y reanuda su marcha a una velocidad alarmante, sé lo que ha sucedido, quiero despertar, te puedo escuchar, pero no puedo... No puedo verte.—¡Ámbar!— ¡Estoy aquí, Damián! ¡Estoy aquí!— ¡¿Dónde está, hijo de puta?!Debo despertar, debo hacerlo ¿Que está pasando? ¿Que sucede? ¿Dónde estámos?Con esfuerzo y poniendo todo de mí logro abrir los ojos. Todo está oscuro, tan oscuro que mi corazón da un vuelco para luego retomar su marcha de manera aún más veloz. Puedo escuchar su voz, sus gritos, sus exigencias a pesar de que la situación no juega a nuestro favor.—¡Estoy aquí!— grito y mi voz suena pastosa, raspa mi garganta. Quiero salir, quiero irme de aquí pero estoy atada, mis manos están amarradas a lo que parecían ser barras gruesas y de metal muy pegadas a la pared, mientras yo permanezco sentada en el suelo húmedo.La húmeda provoca más frío, hace que mis huesos duelan, siento mi piel débil debido a la baja tem