Damián Webster.—Tengo que ir, amor— volví a decir acercándome a ella para besar su frente arrugada por la mueca de enojo que su cara esbozaba— Tengo más de una semana sin ir, y estoy bien, ya no me duele nada— estaba enojada porqué no quería que fuera a la oficina.—Anna dijo que perdiste mucha sangre— repitió y quise soltar un suspiro de hastío pero me contuve.— sí haces movimientos bruscos vas a sangrar de nuevo.—No haré movimientos bruscos, muñeca,— dije separándome para caminar a la habitación, ella me siguió— sólo iré y me sentaré en mi oficina mientras firmó documentos.—Pareciera que estás ansioso por cogerte a la secretaria— fruncí las cejas y giré sobre mis talones para mirarla con desconcierto.Había dicho aquello con mucha calma, pero podía ver en sus ojos la furia que la consumía. Reí un poco y me acerqué a ella para abrazarla, era tan pequeña que debía encorvarme.—Yo no hago eso— me defendí y besé sus labios— esa mujer no me gusta,— bajé mis manos por su espalda con le
—Así no se hace, Damián,— volví a decir por tercera vez— lo estas haciendo mal de nuevo.— soltó un gruñido e hizo una mueca notoriamente enojado por no poder poner el pañal correctamente a pesar de que llevaba muchos intentos.—Déjame intentarlo, sí no, no saldremos nunca de casa.—No.—respondió tajante como el caprichoso que es— Yo puedo hacerlo.—Te tomarás toda la tarde y después ya no podremos salir...—Mejor, tampoco me hace mucha gracia ir a ver a ese idiota.— interrumpió con frustración.—Dejá de insultar a Cam.— pedí con molestia.—Vamos, déjame hacerlo...—Que no.— levantó la voz levemente y solté un suspiro de hastío al mismo tiempo que me acostaba en la cama y ponía mi cabeza en su muslo derecho.—Yo puedo hacerlo.Por supuesto que sí...Era estúpido que aún no supiera cambiar un pañal, pues durante este mes no había un solo día en que no lo intentase, pero nunca lograba ponerlo correctamente.La nena había cumplido un mes hace dos semanas, y por primera vez desde que salimos
—Entonces te irás— afirmé un poco decaída, mientras miraba a Jesserd sacar y meter el chupete azul constantemente en su boca.—No está confirmado, pequeña— recordó Cam y volví a mirarlo— pero ¿Te imaginas lo genial que sería?— me obligue a sonreír animadamente y asentí.—Sería un gran paso en tu carrera— dije sonriendo.—Exacto Ám, pero no te preocupes que así vivamos en distintos universos yo no voy a dejarte nunca— reí con ternura.—Yo lo sé, pero igual te voy a extrañar mucho— puntualicé con calma.—Haré todo lo posible por vernos constantemente— sonreí.—Igual yo.— aseguré— Pero dime que fué lo que te propuso exactamente ese abogado.Sonrió con orgullo.—No es cualquier abogado, Ám— él parecía que en cualquier momento iba a explotar de felicidad, y yo me sentía igual, pues, pese a que lo extrañaría una enormidad tenía muy claro que eso impulsaría su carrera y lo haría posicionarse en un muy buen lugar.— Es uno de los mejores del país, es el dueño de uno de los mejores de bufetes d
—Solo serán dos días, amor— repitió.—En serio no quiero que vayas— No sabía exactamente porqué no quería eso, pero en serio no me agradaba en lo absoluto la idea de que fuera a Los Ángeles.Además, ni siquiera era su turno de ir.—¡Joder Damián! ¡Al regreso hablas con ella todo lo que quieras!— puse mi mirada amenazadora sobre Hansel que estaba esperando a Damián al lado de la camioneta.—¡Debemos irnos ahora!Damián se acercó más para besar mi frente y luego de hacer lo mismo en la cabeza de la niña, puso su cuerpecito en mis brazos.—Prometo traerte regalos.— dijo como sí eso fuera a hacerme cambiar de opinión. Hice un vago intentó de sonrisa para que no se sintiera mal y asentí.— No te pongas así amor...—¡Damián! ¡Joder!— volvió a gritar Hansel pero el rubio ni siquiera se volteó a verlo.Tomó mis mejillas entre sus manos.—Es trabajo, nena— recordó y solté un suspiro— Teníamos un acuerdo ¿No?— asentí sin más— además no es la primera vez que voy, no entiendo porqué estás así.—Sup
Damián Webster.—Y por favor dígale a Ámbar que espero pronto conocer a su bebé— repitió la niña Evans por quinta vez.Asentí en su dirección.—Se lo diré pequeña— dije sin más y busqué a Hansel con la mirada.—¿Es hermosa?— había hecho la misma pregunta durante más de tres veces en los últimos dos días.Finalmente el viaje acababa hoy, en esté tiempo además de ir a la empresa Evans había cenado con James y sus hijos la noche anterior, y hoy habían venido con su padre a la empresa.La verdad no tenía mi puta idea de como la pequeña copia de Evans podía tener tanta energía a está hora de la mañana ¡Joder a penas eran las seis y quince! Sí yo tuviera su edad estaría haciendo exactamente lo mismo que su hermano: durmiendo a pierna suelta en el sofá largo de la oficina de su padre.—Es preciosísima— sonrió como sí estuviera imaginandose el rostro de mi hija en su creativa cabecita, así que sintiéndome un poco cohibido por mostrar a mi hija a otras personas no tan cercanas a nosotros, saqu
Damián Webster.Sin esperar ni siquiera a que el auto se detuviera por completo al entrar en la mansión, bajé de él y con rapidez caminé al interior de la casa. Sentía mis sienes palpitar desde el primer segundo que supe que mi hija estaba en peligro. El corazón latía desbocado y en ocasiones creía que la respiración me fallaba y el aire se negaba entrar en mis pulmones.Nunca antes recuerdo haber sentido un miedo tan profundo como el que estoy sintiendo ahora.Sólo quería entrar, quería que Ámbar estuviera equivocada. Quería correr como nunca antes a su habitación y verla dormir en su cuna o que me reciba con la dulce mirada con la que me recibía cada vez que llegaba a casa. Quería verla sonreír en mis brazos.Pero sabía que eso no pasaría, tenía claro que mi vida era tan hija de puta que sólo me daba dos segundos de calma para luego desestabilizarme por mucho tiempo.—Debes calmarte— dijo Hansel con la voz preocupada cuando llegó a mi lado.— ya sabes como ha de estar Ám, sí te ve as
En un ataque de ira Damián arrojó la computadora al piso haciendo que está se destruyera en cuestión de segundos. Se levantó de la cama y empezó a caminar de un lado a otro con la furia recorriendo cada ápice de su cuerpo.Fué mi culpa.Por mi culpa esa maldita hija de puta se llevó a mi hija.—La voy a matar— rugió y se encaminó a la puerta.—Ella no está en casa, Damián— dijo Amelie haciendo que él se detuviera en seco.—Carmen me dijo que...— la voz se me cortó y bajé la mirada ¡Maldición! ¡¿Como no me di cuenta antes?!— que su madre estaba enferma y que ella quería ir a verla, yo acepté y se fué hoy muy temprano...—¡Maldita sea!—Calmate hermano, no pierdas la cabeza— Hansel de acercó a él— vamos a mirar las cámaras de seguridad, allí sabremos quien se la llevó y a qué hora exacta se fué.Sin decir nada Damián giró sobre sus talones y a paso veloz emprendió camino a las escaleras, todos los demás lo seguimos.Me obligue a mí misma a dejar de llorar, debía tener la mente despejada
Emprendimos el camino a casa de Evelyn. Hansel y Amelie venían sentados junto a nosostros en los asiento trasero, Dan conducía y a su lado iba Chris que parecía estar sumido en sus pensamientos.Antes de salir Damián ordenó a todos los guardias salir a la ciudad y buscar a la niña al azar, pues, Evelyn no tenía nada contra nosotros y sí se había llevado a mi hija era porqué de seguro alguién le había pagado. Teníamos llegar tarde y que la muy maldita haya entregado a la niña.La casa había quedado bastante vacía, sólo Carmen, Helen, Callie y Clarisse habían quedado allí junto a Noah, todas estaban preocupadas y no pararon de decir que por favor les avisaramos sí la niña aparecía.Con ellas habían quedado sólo dos guardias con el único fin de ayudar a Jonny a subir algo de su equipo a la tercera planta de la casa por órdenes de Damián, no sé que buscaba con eso, y tampoco se lo pregunté.Al llegar a la ciudad los más de diez autos que nos seguían se dispersaron y en un par de minutos s