Finalmente el doctor afirmó que podía venir a ver a mi hija pero añadió también que no me tardara mucho tiempo. Ahora estaba sentada en una silla de ruedas que una enfermera empujaba desde atrás.Damián venía con nosotras, pero había entendido que no quería ni siquiera mirarlo, por lo qué sin objetar nada iba delante de mí y desde mi lugar mis ojos quedaban fijos en sus respingonas y redondas nalgas.Llegamos a un pasillo y paramos frente a una puerta blanca que al igual que mi habitación estaba custodiada por dos de los guardias de la casa.Damián abrió la puerta y la sostuvo para que la enfermera me empujara dentro, enseguida el llanto de varios niños llorando al mismo tiempo inundó mis oídos.Mi corazón aleteaba cada vez más rápido, con cada segundo estaba más ansiosa; quería verla, quería saber como era. Sí se parecía a él, sí se parecía a mí. Simplemente quería saber que mi pequeña bebé estaba bien.Avanzamos entre los pequeños pasillos que había entre las incubadoras, al llegar
Los días empezaron a pasar y con ellos la nena y yo empezamos a recuperarnos, todos los días iba a verla junto a su detestable padre y pasábamos con ella todo el tiempo que nos permitieran.Al tercer día quitaron la manguerita de su nariz, había aprendido a respirar sola, ese día volví a besar los labios de la bestia por primera vez desde que nuestra hija nació.Al quinto día el doctor permitió que quitaran los parches de su pecho, ya no hacía falta monitorear su corazón. El doctor no paraba de decir lo sorprendente y rápida que era su recuperación. Yo dejé de estar en peligro, ya no estaba propensa a otra posible hemorragia.Finalmente pasó una semana y con ella el día de irnos a casa junto a la nena.Al final Damián se salió con la suya, la niña conservó el nombre que el idiota le puso, bueno, tampoco es como sí pude haber hecho mucho. Además, no era para nada feo, lo horrible era el por qué la llamó así.¡Era realmente un estúpido!—Eso no va allí— dije con enojó mientras el metía
—Escucha muy bien lo que harás— dijo rápidamente a Dan— tan pronto como veas la oportunidad de salir volando de está mierda lo haces. Las quiero a salvo.— puntualizó y mi corazón empezó a latir con velocidad.—Si, señor.— respondió el hombre sin más.—Y tú escúchame muy bien— se giró a mí— sí se te ocurre salir del maldito auto, juro que voy a matarte con mis propias manos— sus palabras no me inmutaron en lo absoluto, pues, sabía muy bien que eso sería lo último que haría en su vida.—¿Que está pasando?— no respondió sólo tomó la parte trasera de mi cuello y con violencia tiró de mi cabeza hacia él, sus labios se pegaron en mis frente y luego me soltó para besar a la niña con la delicadeza que no tuvo conmigo.—Las voy a sacar de aquí ¿Bien?— asentí sintiendo el miedo latente.La puerta de la camioneta marrón del frente se abrió y el mismo viejo al que le escupí la cara un año atrás, salió de ella con una sonrisa triunfal en el rostro.Quería matarlo, quería asesinarlo porqué con todo
Damián Webster.Estaba bien, estaban bien.Las tres empezaron a bajar las escaleras con la preocupación impregnada en sus rostros, a excepción de Noah que parecía estar muy divertido mientras se sacudía debido a los movimientos rápidos de su madre.—Iré por Anna— dijo Carmen ahogando un sollozo.Amelie se acercó a Hansel y lo abrazó con su hijo en brazos, también quería que la rubia hiciera eso pero ella no lo haría de ningúna manera.—Esta si es mía— dije en su dirección refiriéndome a la sangre en mi cuerpo.Ella se acercó y empezó a inspercionarme, con sus ambarines y coquetos ojos ¿Por qué era tan preciosa?—¿Estás bien?— preguntó acercándose más.Sonreí y asentí.—Tengo sueño, pero estoy bien...—Son heridas superficiales y para nada graves, pero ha perdido mucha sangre.— dijo Hansel como vieja chismosa.¿A ella qué le importaba eso?Se acercó más, no me estaba rechazando.Sus manos tomaron la parte superior de mi camisa y logrando sorprenderme por el hecho de que estaba haciendo
Su cuerpo se tenso por completo, ya no estaba relajado como dos minutos atrás. No quería hablar, no quería decirme nada, debía presionarlo para que lo hiciese.—Te lo pondré así, Damián;— continúe con mucha seguridad en la voz— ya no somos sólo tú y yo, ahora también está Mía, y sí no la protegemos nosotros nadie más lo hará...—Yo la estoy protegiendo,— interrumpió— las estoy protegiendo a ambas.Me moví hasta que él dejó mi cuerpo libre y me senté en la cama, él también hizo lo mismo.—Necesito saber la verdad— insistí— toda la puta verdad, Damián.— hizo una mueca de desagrado y desvió la mirada— Sé que tú estás poniendo todo de tu parte parte para cuidarnos, pero sí no me dices todo lo que en realidad sucede ¿Como puedo ayudarte?—Sólo debes obederme...—No.— interrumpí— Ya basta de imponer sólo tu voluntad. Damián, te amo como nunca voy a amar a ningún otro hombre en la vida, te lo juro, pero Mía está por sobre todo y si tengo que dejarte para ponerla a ella a salvo no lo pensaré
Damián Webster.—Tengo que ir, amor— volví a decir acercándome a ella para besar su frente arrugada por la mueca de enojo que su cara esbozaba— Tengo más de una semana sin ir, y estoy bien, ya no me duele nada— estaba enojada porqué no quería que fuera a la oficina.—Anna dijo que perdiste mucha sangre— repitió y quise soltar un suspiro de hastío pero me contuve.— sí haces movimientos bruscos vas a sangrar de nuevo.—No haré movimientos bruscos, muñeca,— dije separándome para caminar a la habitación, ella me siguió— sólo iré y me sentaré en mi oficina mientras firmó documentos.—Pareciera que estás ansioso por cogerte a la secretaria— fruncí las cejas y giré sobre mis talones para mirarla con desconcierto.Había dicho aquello con mucha calma, pero podía ver en sus ojos la furia que la consumía. Reí un poco y me acerqué a ella para abrazarla, era tan pequeña que debía encorvarme.—Yo no hago eso— me defendí y besé sus labios— esa mujer no me gusta,— bajé mis manos por su espalda con le
—Así no se hace, Damián,— volví a decir por tercera vez— lo estas haciendo mal de nuevo.— soltó un gruñido e hizo una mueca notoriamente enojado por no poder poner el pañal correctamente a pesar de que llevaba muchos intentos.—Déjame intentarlo, sí no, no saldremos nunca de casa.—No.—respondió tajante como el caprichoso que es— Yo puedo hacerlo.—Te tomarás toda la tarde y después ya no podremos salir...—Mejor, tampoco me hace mucha gracia ir a ver a ese idiota.— interrumpió con frustración.—Dejá de insultar a Cam.— pedí con molestia.—Vamos, déjame hacerlo...—Que no.— levantó la voz levemente y solté un suspiro de hastío al mismo tiempo que me acostaba en la cama y ponía mi cabeza en su muslo derecho.—Yo puedo hacerlo.Por supuesto que sí...Era estúpido que aún no supiera cambiar un pañal, pues durante este mes no había un solo día en que no lo intentase, pero nunca lograba ponerlo correctamente.La nena había cumplido un mes hace dos semanas, y por primera vez desde que salimos
—Entonces te irás— afirmé un poco decaída, mientras miraba a Jesserd sacar y meter el chupete azul constantemente en su boca.—No está confirmado, pequeña— recordó Cam y volví a mirarlo— pero ¿Te imaginas lo genial que sería?— me obligue a sonreír animadamente y asentí.—Sería un gran paso en tu carrera— dije sonriendo.—Exacto Ám, pero no te preocupes que así vivamos en distintos universos yo no voy a dejarte nunca— reí con ternura.—Yo lo sé, pero igual te voy a extrañar mucho— puntualicé con calma.—Haré todo lo posible por vernos constantemente— sonreí.—Igual yo.— aseguré— Pero dime que fué lo que te propuso exactamente ese abogado.Sonrió con orgullo.—No es cualquier abogado, Ám— él parecía que en cualquier momento iba a explotar de felicidad, y yo me sentía igual, pues, pese a que lo extrañaría una enormidad tenía muy claro que eso impulsaría su carrera y lo haría posicionarse en un muy buen lugar.— Es uno de los mejores del país, es el dueño de uno de los mejores de bufetes d