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Desperté debido a la inmovilidad en mi cuerpo, quería moverme y no podía, algo me lo impedía. Lentamente abrí los ojos hasta que muy apenas pude ver las cortinas blancas de la ventana cerrada. Mi cabello está revuelto por toda mi cara, a tal punto que me molestaba. Quise levantar mi mano para apartarlo pero de nuevo no pude moverme.

Con dificultad giré mi cabeza hasta que mi nariz rozó con la del rubio. Esta vez no solo su pierna estaba sobre mí, sinó también casi todo su cuerpo, su brazo pasaba por encima de mi espalda y hasta acorralarme y no poder mover ni un brazo.

Él por otro lado seguía dormido como un bebé, sus pestañas rubias caían con delicadeza sobre sus pómulos y sus preciosos labios rojos estaban entre abiertos. No sabía que hora era, pero de seguro era casi medio día, pues ayer habíamos estado despiertos hasta después del amanecer, y cuando ambos estuvimos exhaustos y plenamente complacidos decidimos dormir.

Estábamos completamente desnudos bajo las cobijas, y yo quería i
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