Después de haber pasado un fin de semana muy entretenido con Maripis, el “encuentro” con María me dejó un tanto inquieta, con los pensamientos revueltos y no podía evitar sentirme insegura.El domingo por la mañana, nos levantamos temprano para aprovechar la playa. Felipe y Maripis hablaron mucho, mientras yo leía uno de mis tantos libros y aprovechaba de tomar algo de sol, así evitar pensar demás y seguir dándole vueltas al asunto.Almorzamos, conversamos y nos reímos muchísimo, pero Felipe comenzó con una migraña terrible, que lo tiró a la cama, por lo que me pidió si podía acompañar a Maripis al terminal, no sin antes regalarme dos pases para un salón de spa, como regalo de cumpleaños, así que mi amiga y yo nos fuimos al spa, donde nos consintieron muchísimo, nos hicieron unos deliciosos masajes descontracturantes, nos pusieron unas máscaras faciales, nos hicieron la manicure y nos dieron un masaje capilar, dejando nuestros cabellos hermosos.Maripis se subió feliz al autobús y le p
FELIPEApenas supimos sobre el resultado del concurso, le dimos las buenas nuevas a nuestras familias. Celebramos con cada una, ya que por mucho que lo intentamos, la madre de Emilia, no puede ver a la mía y nunca he entendido el porqué.Cuando fuimos a buscar nuestro diploma, por haber ganado el concurso, nos pusimos de cabeza a buscar casa, ya que con los ahorros más el dinero del concurso, podríamos comprar la casa que tanto hemos buscado, sin seguir esperando más tiempo para ello.Idealmente y por la edad de los padres de Emilia, decidimos comenzar a buscar casa cerca de ellos. Como ahora teníamos auto, traía mi bicicleta y todos los fines de semanas salíamos a dar vueltas por el sector buscando propiedades en venta.—Amor, encontré una casa a una calle de la de mis papás, llamé al corredor y nos espera a las cinco allá, para que vayamos a verla —dice una Emilia emocionada.—Buenísimo, amor, si es cerca, podemos ir caminando, luego venimos por las bicicletas, para seguir buscando e
FELIPEDespués de dar mi declaración y que me hicieran un examen de alcoholemia, la policía revisó las cámaras de la autopista en más de cinco oportunidades, sin comprender por qué no se visualiza qué o quién me chocó. Sale una mancha blanca y luego humo y el auto dando vueltas una y otra vez.—¿Se acuerda cómo era el vehículo que lo impactó? —pregunta el Sargento.—Así es, sargento, como le dije al oficial, era un auto blanco pequeño, con los vidrios polarizados negros y unas luces de neón blancas muy fuertes —contesto con seguridad, mientras volvemos a repasar la grabación una vez más.Ambos oficiales se miran y niegan sin poder darme una respuesta. Por lo que no podré saber nunca qué es lo que paso realmente.(…)Veo borroso por un momento y me paso las manos por los ojos, para poder aclarar la vista. Miro hacia todos lados, reconociendo el lugar donde estoy, me doy cuenta que es la habitación de Emilia, cosa que me parece bastante extraña. La veo de rodillas en el suelo, con la mir
A los pocos días, tras aceptar la oferta de mi suegro, estuvimos haciendo todos los preparativos con el banco para comprar la casa. En mis cortos tiempos libres en la oficina, diseñé unas tarjetas para mis padres y para los padres de Felipe, donde les contamos las buenas nuevas sobre la casa y el banco, ya que, gracias a Dios, todo el trámite del hipotecario salió perfecto.Si bien, en un principio sentí ese rechazo tan profundo e indescifrable por la casa, lo atribuyo a la abuela Isabel, que no permitió que nadie se acercara a la casa hasta que lo decidiera por mi cuenta, o eso es lo que entendí del sueño que tuve con ella, donde le prometí que una vez estuvieran los contratos de compra venta de la casa, iríamos a visitarla a su lecho, en el cementerio.Una semana después…Lunes veintitrés de septiembre, ocho y treinta de la mañana. Estamos sentados en el hall principal del banco, esperando a mis suegros a que lleguen, para hacer primero el trámite bancario y luego hacer la inscripció
Poco antes de la compra de la casa, habíamos comprado unas cuántas cosas que encontramos en oferta, las cuales estaban apiladas en casa de mis padres.Después de la declaración de mamá, de que no quería que me fuera tan lejos porque se sentirían solos, les prometí que vendría de visita cada fin de semana. Y me prometí ayudar a que no se sintieran solos y se me había ocurrido una buena idea para ello.Hace unos años, recogimos una perrita de la calle. Estaba muy mal herida y, a pesar de que mamá no quería volver a tener una mascota, logré convencerla para que la acogiéramos en casa. Lubba, es una Cocker English hermosa, con ojitos tristes y es mi consentida, por lo que me costará dejarla, pero ella quedará en mi lugar. Aunque sé que para ella también será bastante difícil, ya que duerme conmigo.—Amor, tengo un plan —Le comento a Felipe, mientras reposamos en la terraza del jardín.Le cuento mi plan a Felipe, el cual consta en adoptar un gatito pequeño, para que les haga compañía a mis
FELIPE—Buenos días dormilón —dice Emilia con su dulce voz, dejando un recorrido de besos por mi espalda, pasa por mi cuello y siento su respiración cerca de mi oreja, por lo que me doy vuelta enseguida y me besa en los labios.—Qué rico amanecer así —digo sin abrir los ojos aún, ya que ser despertado por la persona que amas, es una de las mejores sensaciones de la vida. Poco a poco abro los ojos y me encuentro con esos ojos pardo que me tienen loco desde hace años y que, por fin, podré ver día a día al abrir los ojos—. ¿Desayuno en la cama? —pregunto sorprendiéndola, ya que quiero consentirla como nadie lo ha hecho nunca.—¿De verdad? —pregunta sorprendida, mientras se despereza.—A su orden, bonita —contesto y si fuera por mí, si me pide que le baje la luna, lo hago.Me pongo de pie de un salto y me dirijo a la cocina, sólo en bóxer.Entro a la cocina, pongo agua para preparar café y escucho “¡Gracias amor!” por lo que voy hacia el dormitorio, me asomo por la puerta y Emilia me lanza
NARRADORAngélica está en su habitación, ya que había decidido separarse de dormitorio con Maximiliano. Sus apneas y ronquidos no la dejaban dormir por las noches y prefería pensar y recordar ese pasado que, según ella cree, tan feliz la habían hecho sentir.Que su única hija se haya ido de casa, no le generó la alegría que a cualquier padre le generaría. Ella esperaba, quería, que le costaran mucho más las cosas a Emilia, tal y como a ella le costó todo desde la muerte de sus padres.Si bien amaba a Emilia, al mismo tiempo la odiaba, ya que, si despertó del coma en aquel accidente, era por la culpa que sintió de dejarla tan pequeña e indefensa, pero desde ese día en que despertó; odió haberlo hecho, además de sentir que nada volvió a hacer lo mismo para ella.(…)Al despertar del coma, lo primero que vio Angélica fue el cielo del cuarto de hospital, una luz blanca titilante y ese olor a limpio, mezclado con desinfectantes que hasta el día de hoy no podía borrar de su memoria.Se vio a
Vivir con Felipe no es sólo el comienzo de una nueva etapa en mi vida, sino que es reestructurarse por completo, en cuanto a las rutinas, al día a día, a la comodidad que significaba llegar a casa del trabajo cansada y que te sirvieran un plato de comida sin mover un dedo.Ahora debía organizar mis tiempos, entre la movilización, la casa, el trabajo y tener tiempo para hacer nada.Por suerte para mí, con tan sólo un autobús llego directo a mi trabajo, aunque el recorrido demora casi lo mismo que ir de visita donde mis padres. Por las tardes es aún más agotador, ya que los atochamientos, la cantidad de personas en las calles y el querer llegar a casa, eran agotadores, pero siempre con una sonrisa al saber que llegaría y vería al amor de mi vida en casa, mi casa.Llevaba un par de semanas en que el recorrido devuelta a casa se volvía más agotador. Atochamientos de horas, consiguiendo que comenzara a llegar cada vez más tarde a casa.Salía del trabajo a las seis de la tarde y llegaba casi