FELIPEHace un par de semanas, Emilia me había comentado que pronto sería su cumpleaños, que quería hacer algo diferente, ya que el año pasado no había hecho nada para ese día.Ha estado bastante triste porque aún no encuentra trabajo y por tratar de animarla, la convencimos con su madre, para que celebrara en grande su cumpleaños.La he ayudado lo más que puedo, pero entre ella y su madre han preparado todo para ese día.Mandó a hacer un pastel a su gusto, con el que asegura dejará encantados a todos.TODOS —Pienso y me pone nervioso el hecho de conocer a toda su familia, de un tirón.Es viernes por la tarde y voy en el metro, camino a casa de Emilia, después del trabajo, ya que ayudaré a mover los muebles de la sala, para realizar la celebración ahí.Felipe: Ya estoy por llegar, amor.Emilia: ¡Qué bueno! Ya te extrañaba mucho. Felipe: Y yo a ti :-*Estas últimas semanas, la relación ha ido bien, no me puedo quejar. Emilia es muy respetuosa con mis tiempos, no está todo el tiempo con
Cierro la puerta de mi habitación, con una sonrisa en la cara. Me siento en la cama para desatar mis sandalias y entra un mensaje al móvil.Felipe: Au Au Auuu… (léase como llanto de cachorro) :(Emilia: Jajaja. Te amo :-*Felipe: Y yo a ti, bonita. Soñaré contigo… 1313Emilia: :-$ y yo contigo, no lo dudes.(…)¡Riiiing! ¡Riiiiing! ¡Riiiiiing! Suena el teléfono de casa,¿¡Quién carajos llama tan temprano un domingo en la mañana!? —protesto, mentalmente.—¿Aló? —digo con voz de sueño.—¿Angie? —pregunta una voz femenina.—No, habla Emilia. ¿Quién es? —cuestiono.—Hola, Emi, soy tu tía Lili, quería avisarle a tu mami que mi mamita falleció hace unas horas —dice con voz compungida.—Lo siento mucho, tía Lili. Mis condolencias a su familia. Espéreme un momento, le comunico a mamá —Pido.—Gracias.Camino a la habitación de mamá con el teléfono en la mano.—¿Mamá?—¿Quién era tan temprano? —pregunta.—Es la tía Lili… tienes que quedarte tranquila, ¿sí? —La tranquilizo, antes de decirle—. Tu
Sus dedos viajan desde mi clítoris, hasta mi entrada, en un juego maldito, que me hace jadear y retorcerme. Su aliento sobre mis muslos me tiene vuelta loca, por lo que arqueo mi espalda y levanto mis caderas, para que haga algo y alivie esta necesidad de sentir su lengua, donde convergen mis piernas.Cuando da la primera lamida y toca ese punto que estaba expectante de su lengua, siento escalofríos por toda la columna, que sube y vuelve a bajar, para convertirse en una danza de sensaciones.—Eres deliciosa, Emilia... —dice con una voz ronca de deseo, mientras sigue lamiendo, chupando y succionando sin detenerse. Uno de sus dedos vuelve a jugar en mi entrada, hasta que lo siento entrar en mí y gimo tan fuerte que no me importa nada.—Felipe…—gimo con fuerza.Mi respiración es cada vez más agitada, las sensaciones que me provoca ese juego entre su boca, su lengua y sus dedos, están al borde de llevarme al clímax.—Sigue… —Pido en un jadeo y por inercia mis caderas comienzan a moverse ju
FELIPEVoy en el autobús de vuelta a casa de mis padres. Todavía estoy boquiabierto con lo que pasó con Emilia. Mi Emilia.Llevaba días como león enjaulado con ella. Esperándola. Sin presiones, cómo yo mismo lo pedí, pero realmente, me tenía loco. La deseaba, aún la deseo, con tanta urgencia y verla así, tan desinhibida, tan sensual, jamás imaginé que fuese así en la cama y ahora no la dejo de sentir en mi piel. Sus besos, esa forma tan jodidamente sexy en la que jadeaba mi nombre. Aún siento su lengua repasar y saborear mi miembro y su mirada tan intensa, que en un minuto la desconocí por completo. Ya no estaba más mi chica tímida con ojos de cachorro, ahora era una tigresa ávida por su presa, por mí. Estaba extasiada y eso me da a entender que me tenía tantas ganas, como yo a ella,Creo que tendré que tomar una ducha fría al llegar a casa —digo para mí mismo.Ahora estoy más seguro que nunca, de que esta vez, elegí bien y que por muy apresurado que sintiéramos que han ocurrido las co
FELIPEVuelvo a darle una nalgada y un gemido brota de su boca, lo que me pone aún más.—Sigue… —Pide en un jadeo. De un movimiento, la volteo para que quede con sus rodillas en el sillón dándome la espalda. Una de mis manos viaja desde su espalda hasta sus nalgas, apretándolas y con la otra jugueteo en su intimidad de arriba abajo sin parar, desde su clítoris hasta su entrada.La veo apretar sus pechos, por lo que la tomo del cabello, sin lastimarla y la acerco hacia mí para lamer su cuello. Sus jadeos los siento como una corriente eléctrica en mi hombría, mientras chupo el lóbulo de su oreja y se le escapa otro gemido, vuelvo a darle otra nalgada, un poco más fuerte y Emilia me regala otro gemido más.—Felipe… —Esta vez dejo mi mano en el lugar, para que sea más placentero para ella, llevo la mano a su entrepierna y está empapada.—Estás muy mojada —gruño, ronco del deseo. Me pongo detrás de ella y sin más la penetro de una estocada. Es tan apretada y está tan mojada, que es como si
“¿Desde cuando eres sumisa?”, “Hace un momento, tenías el comportamiento de una”, “sólo estoy concluyendo que probablemente eres sumisa por naturaleza y no lo habías descubierto, por no haberlo explorado antes”.No puedo dejar de pensar en lo que me ha dicho Felipe. En todo lo que pasó en casa de sus padres; mi comportamiento y sobre todo en lo mucho que me excitó que Felipe me diera nalgadas.Felipe es mi segundo compañero sexual, sólo había mantenido relaciones con mi exnovio antes, pero con él todo era muy distinto. Ambos perdimos la virginidad juntos. Sin haber tenido nada con nadie antes.A decir verdad, durante los cinco años y medio que estuve con él, nunca me llegué a excitar tanto como hoy, además que siempre fue doloroso para mí, ya que él sí tenía una tremenda anaconda, ¡Ja!, y que, al ser muy estrecha, no era nada agradable. Sólo sentía una que otra vez un orgasmo, cuando intentaba hacerme un oral, pero nada más y por la inexperiencia y el “amor” nunca le di la importancia
FELIPE(cinco años atrás)Estoy en la biblioteca de la universidad como todos los martes, con un grupo de compañeros, ya que nos reunimos para hacer reforzamiento de física mecánica, uno de los ramos más complejos de este semestre.Escucho atentamente a Sebastián, debatir con Fabián sobre estática de los fluidos y veo que se acerca Cecilia, con una chica que no conozco.—Hola, chicos, ella es María. Se unirá a nuestro grupo de estudio desde hoy —explica Cecilia, por lo que todos saludamos con la mano y seguimos escuchando el debate.Sigo concentrado en mis apuntes, cuando siento que me miran con persistencia, por lo que levanto la vista y me cruzo con la mirada de una tímida María, por lo que le hago un gesto como saludo y sigo en mis cuadernos tomando apuntes y subrayando lo importante. Miro a mi alrededor y sólo quedamos Fabián, Cecilia, María y yo. Veo la hora en mi reloj de mano y ya son las once y quince de la noche, por lo que me desperezo un poco, guardo mis libros y cuadernos
FELIPE(Un año y diez meses antes)Después de buscarles hogar a Pepa y sus cachorros, guardar mi ropa y algunas cosas de importancia, voy de vuelta a la ciudad junto a papá.—¿Estás seguro que no hay problema con que vuelva a casa? —pregunto por milésima vez a papá.—Hijo, ¿a qué le temes? —pregunta, mirándome a los ojos.—No tengo nada, papá… Llego con las manos vacías, una maleta y el corazón echo bolsa —contesto apenado.—¿Y qué tenías cuando te fuiste? —Vuelve a preguntar.—Una maleta y muchos sueños… —replico.—En casa, con el amor de la familia, te ayudaremos a reconstruirte. Tu madre lleva meses sin dormir, preocupada por ti —espeta.—Lo sé… María, se apoderó de todo lo bueno que tenía y me dejó así… no valiendo ni un peso —digo con la voz quebrada.—Debes volver a creer en ti, hijo, eres joven. Debes ser como el ave Fénix y renacer de tus propias cenizas —dice y lo abrazo.—Gracias, papá… no sé qué hubiese sido de mí si no hubieras venido a buscarme —digo emocionado, sin soltar