Mis Demonios

Ahora que estoy encerrada en mi cuarto, he estado dando vueltas como León enjaulado, sé que estoy arrestada por mis "insubordinaciones del día" pero esperaré a que todo esté en silencio y le haré una visita al Sargento mayor Corwell, me vale lo que me dijo el General, necesito una sesión de relajamiento.

Unas horas después cuando ya cayó la noche siento que el silencio sepulcral reina el base, sé que es el momento, debo aprovecharlo puesto que no tengo mucho tiempo,  el movimiento en la base despierta muy temprano.

Camino unos cuantos cuartos, me paro en frente de la puerta del Sargento Mayor Corwell y tocó suavemente solo para que el escuche.

Unos minutos después, siento los pasos de sus botas de combate, se dirigen a la puerta, abre con el ceño fruncido, como siempre está molesto.

- Buenas noches, señor...- saludo melosa.

- Phoenix ¿Que demonios haces acá? - pregunta entre susurros.

- Le dije que vendría esta noche...¿No se acuerda?

- Vuelve a tu cuarto - ordena con la voz baja-  estás bajo arresto,  sí nos encuentran tendremos muchos problemas y no quiero que me metas en todo esto.

- Señor - exclamo empujándolo hacia dentro del cuarto - no me dirá que me vaya  sin hacer lo que vine hacer ¿Verdad? - alzo una de mis cejas mordiendo mi labio inferior.

- ¡Estás loca! - exclama con el ceño fruncido retrocediendo hasta su pequeña cama.

- Lo que pasa es que le da rabia el poder que tengo sobre usted - comento sonriendo con malicia.

- Eso no es verdad y tú lo sabes Scarlett - exclama sentándose en la cama, mientras me subo sobre él a horcajadas.

- ¿En serio, Señor...? - pregunto con voz seductora y lo beso, al comienzo se que Corwell lucha con su actitud disciplinada pero se va dejando llevar conmigo, uno o dos besos más y ya lo tengo donde deseo,  siempre supe cómo manejarlo, es buen momento para relajarme, Corwell solo sirve para estos momentos después es un completo imbécil.

Tener sexo sin ningún tipo de sentimiento es bueno para ambos, digamos que es un ejercicio más de los que hacemos desde muy temprano en la mañana.

Cuando terminamos saltó de la cama para tomar mi ropa, Corwell hace lo mismo.

- Te debes apurar, si te encuentran aquí, el que tendrá problemas seré yo.

- ¡No te preocupes ya me voy! - exclamo colocándome las botas.

- Estás completamente loca, ¿Piensas que siempre seré tan condescendiente contigo?

- Sé que no, eres terco como mula pero mientras se pueda...

- ...Eres desesperante.

- Y tú un idiota...por eso solo nos acostamos.

- Tampoco podríamos tener algo más serio,  eres insoportable.

- Y tú también...

- ¿Porque no te importa nada?

- Porque no tengo nada que perder - alzó los hombros - solo me tengo a mi, mis padres ya murieron ...

- ...Por lo menos debes tener un novio...

-...¡No tengo a nadie! - respondo molesta, odio hablar del tema.

-¿Porque te pones en ese plan cuando pregunto eso? No es la primera vez que lo hacés.

- Corwell, no preguntes...- respondo con torpeza lista para salir de su cuarto.

- Tan solo respóndeme, tal vez te comprendería mejor.

Doy vuelta y lo miro desafiante.

- ¡Mi novio murió en Afganistán, querías saberlo, ya lo sabes! - chillo - buenas noches sargento Mayor, esta vez, no fue un placer.

Salgo del cuarto molesta, el tema que Corwell tocó es intocable, yo no hablo de ese tema, todavía duele y me hace vulnerable, ¡Joder! Odio demostrar vulnerabilidad.

Aunque no quiera recordarlo, haberlo nombrado me obliga a hacerlo, cuando vuelvo a mi cuarto me acuesto en cama miro al techo y mis imágenes de momentos más felices con mis padres, con Philips y mis malditas lágrimas vuelven a caer por mi rostro.

Odio sentirme así, por eso soy fría con todos, tal vez torpe, por esa razón no sigo órdenes,  las órdenes mandaron a Phillips a su muerte.

Phillips era el hombre de mi vida, el único, el mejor, mi eterno novio desde niños, se enlistó mientras estábamos en preparatoria, era su sueño ser militar, lo designaron a Afganistán, dos años después de recibir cartas y mensajes de amor todo seso y no entendía el porque hasta que su madre me contó que había muerto emboscado, lo habían asesinado a sangre fría, mi corazón se deshizo, tristemente mi situación no mejoró, mi madre ya había muerto y  mi padre enfermó, cuando también partió, no quise estar más allá, así que me enliste saqué toda mi rabia en los ejercicios, aprendí a disparar, a defenderme, canalicé mis penas, mis tristezas, a las cuales las podría llamar demonios, demonios de frustración y depresión que deseo alejar de mi mente.

****

Odio estar en arresto, Corwell y mi batallón de seguro fueron a alguna misión y yo estoy acá metida en este lugar como leona enjaulada, necesito salir, quizás pueda escaparme, es fácil escabullirse en la noche en el mismo edificio pero salir de la base es casi imposible, digo "casi" porque es cuestión de un poco de astucia para escapar sin ser vista y es lo que más tengo.

Sé que hay soldados en las puertas, pero nunca cuidan las ventanas, saco algunas cosas en mi mochila, abro la ventana del baño y salto, miro al lado derecho a izquierdo intentando observar si alguien me vio, pero no logro ver a nadie así que me dirijo mimetizandome entre las barracas hasta la puerta  del garaje que está atrás es donde entran y salen los camiones, espero oculta hasta que un Jeep con tres superiores entra, la puerta se abre y mientras ellos entran yo salgo.

La astucia y enseñanzas militares hicieron un buen trabajo conmigo.

Camino hasta la ciudad, saco un velo negro y me lo coloco, estamos en Bagdad y si ven a una mujer como yo, norteamericana, mostrando hombros y cabello me linchan y les daría gusto hacerlo, así que, prefiero colocarme una burka y con ella pasar desapercibida pero para mí tranquilidad estoy bien armada, dispararé a cualquiera que quiera atacarme.

Debajo de la burka me coloco los audífonos y deseo escuchar a Aerosmith así que pongo Crying a todo volumen y me remonta a Philip, llevo un tatuaje de un angel en mi pecho que me recuerda a él, graciosamente nos hicimos el mismo tatuaje de los protagonistas cuando salió la canción, era un corazón que se juntaba cuando el colocaba su mano, cuando murió hice lo mismo que ella y lo convertí en un ángel, no por la misma razón, porque Philip era totalmente fiel a mí, tan sólo que ahora era un ángel, mi ángel.

Paseo por Bagdad y amo más mi país, me da pena no poder hacer nada por las mujeres, observó el maltrato que les dan y me enerva pero tristemente no puedo defenderlas,  aunque sea una alocada sé dónde no meterme.

Unas horas después mientras escucho  

The Pretender the Foo fighters, hago el mismo movimiento de hace unas horas, espero que llegue uno de las camionetas, esta vez es una que trae víveres y mientras abren la puerta me escabulló vuelvo entrar a la base sin ser vista, subo por la ventana de mi baño que dejé abierta, doy un salto de vuelta adentro, dejo mi mochila en la ducha y entro escuchando a Hoobastank a todo volumen con out of control.

Estoy tan concentrada en la música cuando entro al cuarto, que al comienzo no veo que me encuentro con compañía, doy vuelta, y casi caigo sobre la pared al ver echado en mi cama a Corwell.

- ¡Joder, Corwell casi me mata de un susto! - exclamó tomándome el pecho con la mano.

- Es militar, siempre tiene que estar alerta, Phoenix ¿Se quedó mucho tiempo en el baño?

- Corwell...- se me seca la garganta, esta vez no sé que responder - estaba duchándome y me quedé entretenida escuchando música.

- No escuché que cayera el agua y su cabello tampoco está mojado.

- Es que me lo seque en el tiempo que me quedé dentro.

- Mmmm - ese ruido hace Corwell cuando sabe que miento, se acomoda en la cama y vuelve a mirarme inquisitivamente.

- Y puedo preguntar ¿Porque está acá, señor, pensé que estaba en alguna misión?

- Me quedé pensando en lo de anoche, la misión la pospusieron para mañana, debe ir con nosotros.

- Estoy arrestada, señor.

- Le estoy quitando el castigo, soldado, la necesito en frente.

- Si, señor - respondo con una sonrisa maliciosa en el rostro.

- ¿Piensas que no se que te escapaste, Scarlett?

- No sé de lo que me habla, Señor.

- Estamos hablando dentro de cuatro paredes, ahora habla el hombre con que te acuestas no tu superior.

- ¿Viniste por eso? - pregunto melosa.

- No, vine porque tenía que avisarte que mañana tenemos misión y me encontré con la sorpresa que habías desaparecido, lo digo porque quiero hablar contigo sin títulos y somos más sinceros cuando estamos en un cuarto.

- ¿Sinceros, para que necesitas sinceridad?

- Siempre supe todo lo que ayer me dijiste, lo de tus padres que sucumbieron ante la enfermedad y lo de Philip que murió asesinado en Afganistán, tan sólo deseaba que me lo cuentes tu.

- Yo no hablo de esos temas, Corwell - respondo con tristeza.

- Lo sé, pero debes sacarlo y puedes hacerlo conmigo de cuatro paredes esto no saldrá.

- Me hace sentir vulnerable.

- Todos somos vulnerables...

- Yo no - respondo con torpeza.

- Tal vez más tu - responde burlón y yo lo miro con el ceño fruncido- Está bien, por lo menos logré que exteriorizaras algo más tu frustración, tienes pocas horas de descanso, aprovéchalas saldremos a las 400 horas.

Camina hasta la puerta pero lo detengo.

- ¿Piensa que me dejara así? - pregunto coqueta - Si vino acá, hay que aprovechar...

- Prefiero irme, debes descansar.

- Descanso mejor después del sexo.

- No pasará - responde intentando abrir la puerta que yo cierro con fuerza, me mira, sus facciones cambiaron, me mira resignado - ¿Que poder extraño tienes sobre mi? - pregunta extrañado mientras se acerca a besarme.

Buena pregunta, no sé que poder extraño tengo sobre él, pero lo uso muy bien, en estos momentos tan sólo aprovechamos de lo físico que el sexo nos puede dar, ni él, ni yo tenemos sentimientos es solo algo físico, nada más.

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