Una decisión
de calma
Hacía tan sólo una semana desde que la sirena se había marchado, aún no comprendían que era lo que aquel ser les había rogado, pero William sabía que era la única manera de mantener a su amada con vida. Debían viajar al pasado, hacia las montañas del dolor, cerca del monte Kakakorum. Era un viaje lleno de peligros que debían tomar los dos, deberían dejar a su hija atrás, y eso era algo que temía, temía no volver a ver a su pequeña niñita de ojos verdes. Volvió la vista hacia ella que se hallaba sentada en el césped junto a los olivos de detrás de la cabaña y observaba boquiabierta como su abuelo regaba e
Familia Era un mal día para comer fuera, o así lo pensaba Emily, que miraba hacia el mar mientras sentía el fuerte viento marino sobre su rostro, aquel que echaba su cabello hacia atrás de forma peligrosa. Llevaba un bonito vestido blanco, aquel con el que le había conocido por primera vez, y sobre su mano llevaba el brazalete. Miró al cielo una vez más, vislumbrando el sin fin de nubes que se arremolinaban impidiendo ver el sol.William la miraba desde atrás, llevaba puesta sus viejas ropas de capitán, pues aquella tarde sería la última que viviría en aquel hermoso lugar. Caminó hacia su esposa y la abrazó por detrás, para besarla más tarde sobre la cabeza…
Un viaje hacia el otro lado En aquella hermosa mañana otoñal, los pájaros canturreaban alegremente, y los árboles mecían sus castañas hojas tímidamente, el otoño había llegado a aquel valle, y ahora las rojizas hojas cubrían toda la hierba. En lo más alto, junto al acantilado, una pequeña niña de ojos verdes se hallaba sobre aquellas hojas, con su cabello castaño algo enmarañado, miraba hacia el cielo, recordando a sus padres, dejándose llevar por un triste recuerdo que había tenido lugar la noche anterior…Emily vestía unos shorts y una camiseta blanca, llevaba su cabello atorado en un lado, y sobre su muñeca se podía ver un hermoso brazalete con una
El reinode lassirenas Nadaba bajo el mar, introduciendo toda el agua posible en su interior, respirar agua era una sensación que nunca antes había sentido, y se sentía libre de poder hacer aquello sin ahogarse, las pequeñas membranas de su cuello se inflaban con cada horconada de aire. Sus dedos, mucho más largos y puntiagudos, revestidos por unas membranas gelatinosas sentían la calidez del agua sobre ellos. Su pecho se había metido hacia dentro, y ahora todo su cuerpo estaba revestido por un tejido gelatinoso que lo protegía, y su cabello se había convertido en este mismo tejido algoso. Volvió la mirada hacia su derecha, donde William le sonreía, a él también le habían salido agallas en su cuello, pero no
En busca de barco y tripulación Andrea corría por el bosque tras su nuevo perrito, era pequeño y desobediente y siempre se metía por algún lugar donde no debía, en esta ocasión se trataba del bosque oscuro. Odiaba meterse en aquel lugar, pues era un lugar poco iluminado a causa de los mal cuidados árboles y a las espesas grutas que por aquella zona se hallaban, tenía especial miedo a los pequeños murciélagos que salían al anochecer.El último rayo de sol dio cierto brillo hacia su rojo gorro, mientras la niña se percataba de que aquellos árboles se tornaban mucho más asustadizos que de costumbre. Escuchó temerosa a los búhos mientras cerraba sus ojos asustada. Escuchando en aquel
Una gran aventuracomienza. El final del día ha llegado, los últimos rayos de sol en las cristalinas aguas del mar Caribe se han reflejado, parece tranquilo y sin altibajos, tan sólo se escucha el sonido de las gaviotas en busca de costa cercana. Un temible navío en antaño, irrumpe en estas tranquilas aguas, alterando la belleza y naturaleza de estas, formando una leve franja a su paso, haciendo que la mar se mueva de un lado a otro, molestando a los animales marinos que tan apaciguadamente bajo el mar descansan.Sobre la popa del barco un majestuoso capitán se encuentra. Lleva puesto su particular atuendo, aunque sobre su cabellera no hay sombrero alguno, pues ha decidido sentir la agradable brisa nocturna sobre su rostro. Admira maravillado
La Bahíade las3 caídas. En las azules aguas del mar Caribe tres islas hermanas se encuentran, aún no colonizadas por hombres de letras. Las grandes tribus de indios salvajes, también llamados vulgarmente payas por los afamados piratas, las protegen. Viven en armonía, ajenos a los peligros del arma blanca.En la más pequeña de todas, la solitaria Bonacca. Sobre la arena de la playa, el agua está en calma, las olas terminan delicadamente sobre la orilla, trayendo pequeñas conchas que el mar ha arrastrado. La brisa marina mueve los árboles, mientras los coloridos pájaros toman el sol en la arena.Una pequeña barca hunde la quilla de popa sobre la blanca y suave arena, mientras s
LosPayas La tripulación había despistado al feroz tigre y acababa de volver al gran árbol justo a tiempo porque en aquel momento su capitán y Mamá Títaca pisaban suelo firme.¿Dónde está Emily? – Preguntó el capitán bastante asustado, al percatarse de que su esposa no se hallaba entre la tripulación.No lo sabemos, cuando fuimos atacados por el tigre cada uno corrió en una dirección. - Aclaraba Harry el largo, encogiéndose de hombros.¡Maldición! – Maldecía por lo bajo - Tenemos que encontrarla.***Emily caminaba por la selva,
Navegando a mar abierto Sobre las tranquilas aguas del mar caribe, no muy lejos de la isla tortuga, un viejo barco de color negro roto navegaba, de velas rojas y agrietadas. El capitán de la venganza de la reina Ana, en su camarote, inmerso en las difíciles cartas de navegación se encuentra.La estancia oscura y vieja, unas gastadas velas la iluminan. Sobre el gran escritorio de madera antigua y desgastada un hombre de larga y mal cuidada barba mira malhumorado hacia el mapa que se haya sobre su mesa. Pues llevan navegando sin cese más de dos meses y aún no han encontrado una aventura que tomar.Agarra la botella de ron que se hallaba sobre la mesa y deja caer el líquido de su interior por su garganta.Un ruid