Me despertó acariciándome el rostro y cuando me quejé lo escuché reírse.—Vamos, bombón. Llegaremos tarde.—¿A dónde?—pregunté estirándome en la cama.—Tenemos una cita.Sonreí y comencé a levantarme.Anoche, después de la fiesta llegamos a la casa y entre besos y besos, con mi piel quemando por su contacto, mi necesidad desbordada y mis ganas de entregarme a él, me quedé dormida.No sé cómo pasó, estoy segura de que me tuve que desmayar porque lo último que recuerdo es a él levantándose a buscar un condón en alguno de los escondites de Gabriel.Para cuando volví en mí, eran casi las cinco de la mañana y Rámses dormía a mi lado.Y me había cambiado la ropa.Me desmayé, es la única explicación.Habíamos pasado una mañana bastante relajada. Rámses me explicó que Gabriel no llegaría sino hasta el lunes, por lo que teníamos el fin de semana para nosotros solos. No me dijo dónde estaba su hermano ni con quién, él no lo sabía pero yo si me hacía una idea bastante clara y sin embargo me lo r
—Si él cree que puede venir a decirme que hacer, está muy equivocado…—refunfuñé mientras sacaba las llaves de mi cartera para abrir la puerta del departamento. Ameth no podía juzgarme. No lo permitiría.En cuanto entré en el departamento todos mis pensamientos se acallaron repentinamente. El piso estaba cubierto con globos blancos y rosados, del techo también colgaban algunos, las ventanas estaban adornadas con luces de colores, las mismas que pusimos en navidad, y cuyas luces se reflejaban en los globos.Estaba impresionante, hermoso.Y al fondo de la habitación estaba Rámses, con una camisa blanca impecable, con las mangas subidas hasta sus codos, algunos botones abiertos. No llevaba nada debajo por lo que algunos de sus tatuajes podían verse a través de la ropa. Llevaba unos pantalones negros de vestir, y sin zapatos. Lucía sexy con su cabello alborotado, sus piercings, e incluso con su semblante serio mientras hablaba con Hayden y Fernando. Gabriel seguía inflando globos y lanzánd
—Estás hermosísima—me dijo Rámses abrazándome desde atrás.—Tú te ves demasiado sexy para esa fiesta, creo que mejor te quedas.—Nos quedamos ambos, ya dijiste.Rámses comenzó a soltar los botones de mi vestido mientras yo me reía pero no me resistía.—No, señor, nada de eso. Vuelve a poner esos botones donde van—exclamó Fernando entrando sin aviso en la habitación—. Entiendo que estén pasando por la etapa de luna de miel, pero hoy no podemos llegar tarde.A regañadientes Rámses volvió a colocar los botones que alcanzó a soltar y salió de la habitación para que yo pudiese terminar de arreglarme. Hoy era la fiesta inaugural de la oficina de Mike y por supuesto que todos teníamos que estar presentes y puntuales, tal como él lo |exigió.—Beleza…—murmuró Gabriel entrando a la habitación, traía a Rámses a rastras y cargaba una cara como que estaba a punto de morir alguien—. Tenemos que hablar. Hoy… Merda! Eu não sei o que fazer, eu tenho esse segredo que hoje virá à luz e eu acho, eu sint
POV FERNANDO( Tres días antes de la inauguración)—Señor O’Pherer, el presidente le envió los últimos documentos. Su vuelo a Boston ya está organizado.—Muchas gracias Ana.—¿Necesita algo más?—preguntó antes de marcharse.—Que imprimas los documentos, obviamente—le respondió Johana.La odia y no lo disimula. La chica salió de la oficina y Johana resopló molesta.—¿En qué falló Recursos Humanos cuándo la contrato como secretaria?—me preguntó por enésima vez.—No lo sé, francamente—reconozco—. La pobre no sabe hacer nada y por más paciencia que el resto del equipo le tiene, menos tú obviamente, no logra integrarse.—Tengo una paciencia muy medida y créeme que no la gastaré con esa niñata. ¿Cuándo la despedirás?.—No me gusta despedir a la gente, ya lo sabes.—Tampoco te gusta aceptar renuncias, la mía la sigues teniendo en el escritorio.—Le compraré un marco y la pondré en la pared—me burlé y ella me volteó los ojos.—La despediré por ti, entonces.—¿Ves? Somos un excelente equipo. A
Dos meses después.—Llegaremos tarde—gritó Gabriel una vez más y yo corrí por el departamento saltando en un pie mientras me colocaba el otro zapato.—¡Ya estoy lista!—mentí con descaro.Rámses estaba parado en la puerta junto a Gabriel. El primero llevaba en la mano un café para mí y un emparedado que me había preparado para el camino; el segundo llevaba mi bolso con los libros.¡Los amo!Salimos de la casa con el típico apuro de todas las mañanas.—Desayuna—dijo Rámses y abrí la boca cuan grande podía y la picardía apareció en su sonrisa torcida—, así me gusta, practica para la noche.Y antes de que pudiera avergonzarme, metió el pan en mi boca y abrió la puerta de copiloto para que subiese.Gabriel se deslizó en el asiento trasero y sacó su computadora para continuar estudiando.Había comenzado la pasantía con Mike, así que su tiempo de fiestas se había acabado. Estaba esforzándose al máximo, entre las clases y la pasantía. ¡Y le iba genial!. Mike lo ayudaba muchísimo en las pasant
—Estoy nerviosa—confesé lo obvio.—Estarás bien. Primero subirán a declarar dos personas y luego vendrás tú.—¿No entrarán verdad?—le pregunté a Mike.—No. Rámses fue él que más refunfuñó pero lo aceptó. Yo estaré allí contigo. Nadie más.—¿Y Gabriel?—Tampoco estará. Solo estaremos presentes tus abogados, ninguno de los pasantes.—Gracias.Estaba tan nerviosa que mordisqueaba la piel alrededor de las uñas, un habito espantoso que había dejado atrás hace mucho tiempo, para ser exacta, cuando comencé a vivir con los O’Pherer.—No te dejaré sola. Estaré contigo en todo momento. Si quieres parar, si ya es suficiente, dímelo.—Pensé que tendría la obligación de responder todas las preguntas.—La tendrás, pero yo me encargaré de sacarte de allí si ya no puedes seguir.Suspiré profundamente tratando de recomponer mis nervios y me tomé el tilo que me habían traído hasta la pequeña habitación donde estaba.La puerta se abrió y mi familia entró. Toda ella. Rámses, Gabriel, Fernando, Hayden y A
—¿Y para qué fueron? ¿Venganza? ¿Apoyo para ti?—preguntó Gabriel.—No, Hayden y Dania dijeron que era complicado y no quisieron responderme, pero Alexa si me habló con la verdad. Me dijo que cuando Dania se enteró de lo que había hecho el primo de Dominic, le contó y que ambas necesitaban saber que también pagaría.—¿Y Dominic está preso?—me preguntó Rámses.—Está muerto—y la cara de los hermanos fue la misma que puse yo cuando me contaron.Era tétrico saberlo.—¿Cómo murió?—insistió Rámses.—No lo sé, no pregunté porque algo me dijo que no me dirían.Los tres estábamos tumbados en la cama de Gabriel. Mirábamos el techo mientras charlábamos a la luz de una vela. Se había ido la luz en medio de la película y a pesar de la sugerencia de Gabriel de que todo era una señal para hacer cucharita, solo nos quedamos acostados, cada quién pensando en el mismo tema que nos agobiaba: Fernando y Mike sin hablarse; era el pensamiento que nos llevaba angustiados, pero el mismo que evitábamos hablar
Y la paciencia desaparecía cada vez más. O quizás nunca la tuve.El tribunal no dictaba sentencia aun. Mike me había explicado que la defensa solicitó una prórroga, por lo que mi esperanza de que ese fuese el momento para que mis papás pudieran hablar, se esfumaba de mis manos.Por lo menos Mike aun no fijaba una fecha para la boda. Deseaba que no lo hiciera porque esperaba que primero se arreglaran las cosas entre todos.Hayden por lo menos apareció, pero sigo sin creerme el cuento de su viaje de improviso. Creo que estaba huyendo también de este problema y de su reciente soltería, algo de lo que no había querido hablarme. Estaba “despechado” como él mismo me había dicho.—¿Voy bajando con el pastel?—me preguntó Gabriel.—No, espérame. Estoy lista.Hoy era el cumpleaños de Hayden y planeamos darle una visita sorpresa. Rámses tomó de mi mano cuando salimos al pasillo, Gabriel llevaba la torta y yo el regalo.Mi primera intención fue organizarle una fiesta de cumpleaños pero Fernando