Cuarta Sesión

Esa mañana, cuando Nina entró al consultorio del doctor Smith, él no podía creer lo que veía. No era Nina quien cruzaba la puerta, era un fantasma. Los enfermeros de la clínica lo habían alertado acerca del deterioro que ella había sufrido esta última semana. Una de las encargadas del comedor, le informó que Nina no estaba comiendo. Llevaba su bandeja al rincón que había reclamado como propio, pero no tocaba la comida, solo jugaba con ella, paseándola de un lado al otro del plato. No hablaba con nadie y no participaba en ninguna actividad. Simplemente estaba como ida.

No dijo nada, se acercó a la ventana, se abrazó a sí misma y perdió su mirada en algún punto del exterior. Paul la contempló en silencio. La ropa, le quedaba claramente grande, había perdido mucho peso y muy rápidamente. Estaba visiblemente en los huesos, su piel gris

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