Sophia
Me quedé en el mismo sitio, viendo cómo mi abuela agarraba a Vitor del brazo y tiraba de él hacia la puerta, luego la abría y lo sacaba fuera. Después la cerró en sus narices y vino dando zancadas hacia mí. Tenía una mirada muy enfadada.
- Sophia, ¿cómo puedes dejar pasar a ese cabrón? - exclamó con un tono de voz severo. - 'Pero abuela... Él no es...' dije en voz baja y ella me cortó: - No puedes ser tan inocente. - Pasó junto a mí hasta la mesa, sacó una silla y se sentó. - Tráeme un vaso de agua, hija -me pidió señalando la nevera-. - Me ha dado sed. - No deberías haberle hecho eso a Vitor", le dije, yendo al armario a por un vaso y abriendo la nevera. Me acerqué a la mesa donde ella estaba sentada, puse el vaso sobre la mesa y luego emVítorMe quedé en el mismo sitio, frente a ellos y personalmente frente a aquella anciana que me dificultaba todo el trabajo que tenía que hacer para convencer a Sophia de que aceptara. Ella quería saber cuánto costaría que Sophia, que es su nieta, aceptara. Así que tuve que explicarle que tengo una enfermedad, cáncer y que necesitaba un hijo propio y que sólo tendría un año para hacerlo, que no podía ser más que eso. Si esperaba o si no encontraba a la mujer que aceptara eso, tenía que hacer la quimioterapia y yo dije que no quería hacerla. Sin contar que por la cantidad de químicos que estarán en mi cuerpo, ni siquiera podría soportarlo, incluso terminaría muriendo por tantos medicamentos y otras cosas químicas, no sé cómo explicarlo. Y que estaría en mi cuerpo, dejándome tan debilitado
VítorMe quedé delante de ella, esperando. Que me dijera si aceptaba mi propuesta. Y no entendía por qué tardaba tanto en hablar, si ya había aceptado en el parque, ¿tenía dudas? Pero, ¿por qué? Miró a su abuela, que también la miraba esperando una respuesta.- ¿Sophia? - la llamé y me miró.- Sí", respondió. Di un paso adelante, mirándola fijamente.- ¿Por qué estás ahí en silencio y no dices nada? - le pregunté. No entiendo su actitud.- "Ah... La propuesta..." Miró una vez más a su abuela, que se giró y se acercó a ella. - "Vocecita, ¿podrías dejarnos hablar?", preguntó. - preguntó.Alcé la ceja sin entender. Entonces miré a la abuela de Sophia, que tambi&eac
VítorEstaba de pie frente a ella, esperando a decidir si aceptaba o no la oferta. Pero ella permanecía en silencio, con la cara vuelta hacia otro lado. Me quedé mirándola y no entendía por qué no decía si iba a aceptar o no. Estiré el brazo, acercándome a ella. Le toqué la cara con la mano, bruscamente en la barbilla, y la hice volverse para mirarme. Sus ojos se clavaron en los míos. - Sofía, por favor. Ya estaba todo garantizado, habías aceptado la proposición. No entiendo por qué no quieres. Me tomé muchas molestias para hablar con tu abuela, para obtener su consentimiento y ahora tienes dudas, ¿es eso? - pregunté. Mi voz sonó suave y seguí mirándola, que entonces humedeció aquellos labios carnosos que me tenían hipnotizado. Quería besarla. Entonces me aparté, apartando la mano de su cara, cerré los ojos y sacudí la cabeza. ¡Contrólate, Vítor! No es momento para eso. Primero tienes que convencerla de tener un bebé y luego besarla y llevártela a la cama. - ¿Qué te pasa? ¿Te encu
Vítor- ¿Estás de broma? ¿Por qué no puedes hablar en serio? - pregunté cruzándome de brazos y mirándola. Intenté controlarme. Pero estoy nervioso, ¡y no poco! - Claro que hablo en serio. Voy a dar a luz a un niño, un ser humano dentro de mí, claro que no voy a acostarme contigo... Aunque... -respondió ella. Bajó la mirada. Enarqué una ceja. Sentí curiosidad cuando dijo que a pesar de... ¿Qué quería decir con eso? Seguí mirándola, y ella se dio cuenta de que la estaba observando y me devolvió la mirada. Su cara se puso roja de repente. - Fíjate. ¡Hablo en serio, Vítor! ¡No puedes deshacerte de un niño como si fueran un par de zapatos que ya no quieres y tirarlos a la basura! - mencionó. Me miraba fijamente y me sorprendió lo que dijo. Refiriéndose a mí como un monstruo egoísta, porque tiene razón. Estoy siendo muy egoísta. Sólo veo mi propio lado, pero no quiero un niño conmigo, de hecho odio a los niños. Son molestos, llorones y creo que es más digno dejarlos en un orfanato. No
SophiaLe aparté de mí después de que me enseñara su cosa, que me rozaba la cadera. Me miró sorprendido por lo que había hecho. Luego le miré enfadada, diciéndole ¿en qué, está pensando?Entonces me di la vuelta y miré hacia la puerta que daba a la habitación de mi abuelo y me di cuenta de que mi abuela no se había ido y seguía cuidando de él. Seguramente debían estar hablando y mi abuela hablando de lo que Vitor le había dicho.Me giré de nuevo para mirarle y se acercó a mí, preguntándome por qué había hecho eso.- ¿Sigues preguntando? - Le miré. - Pensabas que... que... - Tú también pensaste que lo sabía. Incluso salivaste mirándole -me cortó y se acercó más a mí, soltando una carcajada-. -
Sophia¡Oh Dios mío! Lo sacó... Eso... ¡Ni siquiera tengo palabras para definirlo! Una cosa tengo que decir, ¡es enorme! Y se le veían las venas. Lo miré y dije ¡está loco! Le devolví la mirada, pero me puso la mano en la cara para que le mirara, a eso... que mostraba... Me dijo suavemente al oído que siguiera, que ella no vendría aquí. Entonces me besó y me dejé llevar, sintiendo sus labios. Con los ojos aún cerrados, cogió mi mano y la llevó hasta su miembro. Abrí los ojos, sobresaltada al sentirlo. Noté que sonreía con la comisura de los labios. Luego me preguntó si lo había hecho antes.Le miré, confusa. Luego tiró de mí para acercarme más, usando mi cuerpo como escudo por si aparecía mi abuela. Se inclinó hacia mi oído y vo
TomásEl servicio ya había terminado y yo estaba ordenando algunas cosas en la cocina para dejarlo todo listo para el día siguiente. Ya no me apetece trabajar aquí, echo de menos a Sofía. Ella me animaba cuando venía a trabajar. La veía tan humillada por ese viejo de Joaquim.Estaba terminando de lavar los platos que se sirvieron hoy a la hora del almuerzo. He tenido que hacerlo porque mi ayudante ha desaparecido no sé dónde, quiero decir, ha ido al almacén a por más material para hacer el trabajo de mañana, pero hace dos horas que se fue y no ha vuelto. Y no hay tanto para que tarde tanto. Por no hablar de la nueva camarera que ha contratado el viejo, que se dedica más a recogerse las uñas y revolverse el pelo que a servir mesas.Completamente diferente de Sophia, que, además de servir, prestaba atención a los clientes.
SophiaAcabo de decirle a Tomás que conseguí el trabajo, claro que no le conté cómo sería el trabajo porque él insistía y quería saber, y no sabía cuál sería su reacción si le decía que había aceptado un trabajo en el que tendría que ser mamá y criar a un niño, y que después de todo eso me pagarían más de 200 mil por el trabajo, creo que me diría que estaba loca, pero es la única manera de poder comprar las medicinas de mi abuelo y las cosas de la casa y ayudar también a mi abuela. Volvió a insistir y no supe qué decirle, así que intenté disuadirle, diciéndole que llegaba tarde, que tenía que irme a casa con esa carne que ya se estaba descongelando, y le pregunté si se iba a unir a la cola para aprovechar que había bajado el ritmo. Pensé q