EDGARDLa madre de Marianne nos indicó el camino que debíamos tomar. Aun percibí a Marianne nerviosa y contrariada por la decisión de su madre. No podía decir que me daba igual porque, desgraciadamente, y presentía que sería así, con Marianne ya nada me iba a dar igual, al menos no desde que tenía su olor grabado en mi mente.Tomé las maletas y las seguí. Era una casa espaciosa debía admitir que incluso parecía hogareña, pero sabía que no era lo que Marianne había dicho, no era hogareña en absoluto.Cuando entramos a la habitación el rosa de sus paredes reveló que esa era la habitación de Marianne. Era espaciosa y ordenada, aunque las cortinas verdes no encajaban del todo con el tapizado, escuché un tropezón y cuando me di la vuelta y vi que Marianne se había caído y se estaba poniendo de pie refunfuñando. Miré hacia otra parte de la habitación riendo un poco por su torpeza, vi que cerca de una de las esquinas de la pared había un poster de la película de Romeo + Julieta. Detrás de mi
EDGARDElla se puso de pie y se fue hacia la cama, yo cogí la toalla que había sobre una silla y me la puse al rededor de la cintura. Me acerqué, el temblor aun no se había ido de su cuerpo.—No esperaras que esté tranquila cuando acabo de ver tus… partes… — Una carcajada mental gritó en mi mente, nadie empleaba ese nombre para los órganos genitales, al menos que se tratara de la hermana de un convento o de una niña, pero lo hacia la mujer que tenía en frente. Me acerqué más a ella dominado en ese momento por algo que iba más allá de toda razón, algo que desconocía totalmente. Su atractiva inocencia.—Se supone que nos acostamos juntos — varias imágenes cruzaron por mi cabeza en ese momento, en cuanto dije esto su mirada horrorizada se levantó recorriendo lentamente mi torso.—Si… — apartó la mirada — puede que sea cierto… pero es privado… yo no debería… Me incliné más hasta que sentí su familiar olor a frutos rojos, ella retrocedió instintivamente y me vi obligado a decirle:— Nadie
MARIANNEBajé las escaleras intentando arreglar mi aspecto, no tenía un espejo a la mano. Intenté arreglar mis cabellos pero eran caso perdido, igual conocía a mi padre, a diferencia de mi madre él no hacía preguntas estúpidas. Cuando llegué al final de la escalera lo vi de pie con los brazos abiertos, prestos para recibirme. Me olvide por un momento de todo y me lancé a ellos y al calor paternal que emanaban. Definitivamente era un bienestar para mi alma. Estuvimos así varios minutos hasta que él me soltó y me acarició el cabello.—Siento mucho todo esto Marianne, sé que no debe ser cómodo para ti, traté de evitarlo pero ya conoces a tu madre —No te preocupes papi, todo está bien, estoy con Edgard ahora — sentí que la voz me tembló cuando pronuncié su nombre, espere que mi papi no lo hubiera notado.—¿Tienes novio? ¿Y porque no lo sabía? —Nos conocimos hace poco, papa, lo siento —Ahora no importa — sonrió — estoy seguro de que te protegerá de esa arpía Se estaba refiriendo a Jess
MARIANNECuando entre allí vi el vestido que Amanda había dejado en la cama extendido, era de un hermoso azul, inevitablemente mi memoria volvió hacia el pasado, a los días en que compartía fiestas de estas con Michael, recordaba la manera en que me arreglaba para el esperando que me encontrara atractiva, y como yo, aunque pretendía no hacer caso de ello, veía como su mirada se perdía en los cuerpos de las demás, menos en el mío. Cerré los ojos y me desvestí sin prisa, por mí me hubiera quedado metida en la ducha caliente y hubiera echado raíces allí. Me bañé lentamente, pero al tibio chorro de agua se sumaron mis lágrimas de desesperación. Cuan tonta había sido al creer que Michael había sentido algo por mi… me dolía bastante pero… el agua súbitamente se enfrió un poco y esto me obligó a reaccionar un poco. Salí del baño y me sequé, sin ánimos me puse el vestido y a pesar de que me sentía bien y sentía que se me veía bien no lo estaba disfrutando como debería, me pregunté si mi alma
EDGARD POVEl señor tenía una mirada inquisitiva pero pragmática, tenía en sus ojos años de sabiduría, pero también leí amor y protección para con su hija. Me estaba escrutando y supuse que era para ver si me encontraba apto.—Es un gusto conocerlo al fin, señor Cooper, Marianne habla mucho de usted — Le dije esto para congraciarme. Mi mano permaneció extendida por unos segundos hasta que finalmente creí que el veredicto debía ser bueno ya que la estrechó con aprecio, mientras hacía esto me dijo:—Un gusto conocerte a ti también Edgard, Marianne no me había dicho que tenía un nuevo novio —Nos conocimos hasta hace poco, tal vez por eso no sabía nada de mí — Dije para zafarme intentando ganar su confianza.—Siéntate por favor — Ofreció señalando la silla de enfrente.En esos momentos decidí iniciar un juego de miradas con Marianne porque sabía que la ponía nerviosa y como había admitido antes, eso me gustaba mucho. Habló un poco con su padre y luego se calló cuando escuchó descender po
MARIANNESentía con todo aquel maquillaje que Amanda me había puesto que pesaba al menos dos kilos más de lo normal. Casi no podía parpadear con todo el rímel que me había puesto encima pero ella me dijo que era la falta de costumbre, supuse que era así ya que a mí esto no me gustaba en absoluto, igual ella era la experta en modas y esas cosas, así que me deje en sus manos una vez más.Ella me tomó del brazo en el momento en que mi mirada estaba en la ventana y en el anochecer de este, abajo ya se escuchaban las voces de mis tías, sentí que mis manos comenzaron a sudar.—Amanda… — dije con voz desesperada cuando sentí que ella estaba tirando de mi brazo, ella me miró y vio mi expresión, me tomó la cara y me dio un beso en la mejilla.—Tu vas a brillar esta noche Marianne, te lo juro, más que tu odiosa hermana ——¡Oh, Dios! — Suspiré pensando en cómo iba a ser eso posible, ella era mil veces más hermosa que yo, tuve miedo pero luego identifiqué el origen de este, tenía miedo de que Edg
MARIANNEEl padre de Michael tampoco era de mi agrado ya que tuvo el descaro de hacerme una proposición amorosa cuando salía con su hijo, lo puse en su sitio pero aún me daba asco. Ella se acercó a mí como si no me reconociera, y cuando lo hizo la expresión de su cara cambió a una expresión de burla pero cuando vio quien estaba a mi lado se quedó de piedra como si no acabara de entenderlo. Edgard le sonrió educadamente pero supe que ella estaba teniendo pensamientos impropios con él, ¡Ew! Ambos vejestorios eran la mar de asquerosos, claro que ¿Quien no tendría ese tipo de pensamientos al ver a Edgard?—¡Ah, Marianne!… ¿Qué tal?— gruñí cuando dijo mi nombre y vi que Edgard estaba sofocando una risita, ¿Tan pendiente había estado de mi que se había dado cuenta de eso? Intenté componer una sonrisa a la odiosa madre de Michael a pesar de que lo que deseaba era arrancarle cada cabello suyo de todas las partes de su cuerpo con cera hirviendo, lenta y dolorosamente. Tuve que dejar de imagina
EDGARDEl padre de Marianne me palmeó el hombro como si de su propio hijo se tratase, ese contacto me lastimó un poco, no quería encariñarme con nadie de esa familia pero para ser sincero este hombre se daba a quererPor segunda vez en ese día quise tener un padre como él. Me dijo que nos veríamos en la cena y que le diera un beso a Marianne de su parte. No creía que entre padre e hija fuera permitido el tipo de beso que quería darle a Marianne. Sonreí por lo bajo y me encaminé hacia la casa nuevamente. Caminaba con lentitud, inevitablemente estaba pensando en todo lo que me había contado el padre de Marianne, e inevitablemente también estaba pensando en ella.Entré a la casa y subí a la habitación. No estaba allí así que supuse que ella y la señorita Brandon estaban alistándose para el acontecimiento.Busqué entre mi ropa, la que había sacado de la maleta, algo decente que ponerme para ese día, di con la camisa blanca y el pantalón negro, pero no encontré una chaqueta compatible, rec