Llegó el turno de Walter, se levantó nervioso y observó al hombre quien lo miraba fijamente, después de segundos contestó. “Soy Walter López, tengo siete años y vivo con mis… papas”. Él jugaba con sus manos, estaba nervioso y con miedo de que se enteraran de la verdad. Por un momento no supo qué decir sobre sus padres hasta que oyó la voz del maestro. El hombre lo miraba de una forma extraña. “Puedes sentarte”. Walter tomó asiento y miraba de vez en cuando al maestro. Más tarde, Manuel terminó de dar la clase y salió, Walter lo miraba caminar por el pasillo, era algo extraño y misterioso. Al día siguiente… Melody salió de la oficina de la coordinadora con su horario en la mano, lo leía y observaba las diferentes aulas, estaba perdida, suspiró cansada, tenía que apurarse o si no llegaría tarde. “Hola”. Escuchó y giró para ver a una chica de pie frente a ella. La chica se acercó dándole la mano. “Soy Esperanza ¿Puedo ayudarte en algo?”. Melody sonrió presentándose. “Soy Melody
Melody feliz lo ayudó, el doctor les explicó los cuidados que debía llevar y sobre la alimentación, Melody escuchaba atenta tomando notas, el abuelo la miraba de reojo y sonreía por dentro, la chica cada vez le gustaba más. Todos subieron al auto, Melody se quedó afuera y le dijo al abuelo. “Me quedaré en la parada de autobús”. El abuelo le preguntó. “Todavía es temprano… ¿Quieres ir conmigo al centro comercial? Necesito comprar algunas cosas”. Melody asintió, subió y se fueron en el auto. Ya en el centro comercial, Melody llevaba la silla de ruedas, mientras el abuelo le decía pro donde andar. El ama de llaves se quedó sentada en una banca, ya era muy mayor. “Aquí”. El abuelo apuntó un local, era de dulces. Melody frunció el ceño recordando las instrucciones médicas. “Abuelo, no creo que puedas comer dulces”. El abuelo resopló como un niño pequeño cruzando sus brazos. “Comeré lo que quiera”. Melody negó. “No, tu salud está primero”. Ella lo pensó un poco. “Se de un lugar, vamo
Melody parpadeó varias veces tratando de entender porque Walter mentía. Su corazón dolió, nunca se imaginó que Walter hiciera algo así.La maestra miró el pasillo y le mostró. “Mire ahí viene Walter”.El chico venía saliendo con su mochila, Manuel al ver a Melody se escondió detrás de un muro. La observaba detenidamente sin ningún gesto en su rostro.La maestra dijo. “Walter tu nana vino por ti”.Walter se detuvo un momento mirando la cara de Melody, estaba pálida. Melody sonrió torpemente a la maestra. “Nos vamos con permiso”.La maestra se despidió. “Bueno, le encargó que les avise a sus padres sobre la plática”.Melody asintió, ambos caminaron por la acerca sin decir nada, Melody paró un taxi en la esquina y subieron, iban en completo silencio, Walter miraba de vez en cuando a Melody, iba muy callada, era algo muy extraño en ella, siempre parloteaba sin sentido o se enojaba, gritaba y lo regañaba, ahora ella solo estaba en silencio mirando la ciudad por la ventana.Llegaron a la ca
Ella miraba las escaleras por donde subió Walter cuando escuchó al abuelo, giró mirándolo nerviosa. Melody observó a su esposo de reojo y le sonrió, Adam también estaba intrigado pensó. -¿Qué podría querer hablar el abuelo con ella?- Entraron al despacho. “Cierra la puerta”. Melody obedeció, el abuelo acomodó su silla cerca de un sillón y le indicó a Melody que se sentara, ella se acomodó y observó que en la mesita de noche había una carpeta con su nombre real. Ella levantó el rostro mirando al abuelo, sabía todo sobre ella. “Yo…” El abuelo la interrumpió. “He leído cada párrafo de esta información, pero hay cosas que no están claras para mí, quiero que tú me expliques” Melody agradeció el beneficio de la duda, ella suspiró largo y miró al abuelo explicándole su vida, cómo llegó al mundo y todo lo que sufrieron sus padres y porque era madre tan joven. Rosita se acercó a Adam y le contó lo que pasó temprano mientras que Melody y el abuelo estaban en el despacho. El abuelo miraba
Adam volvió a sus sentidos, se levantó carraspeando, Melody observó su mano, sentía una gran ausencia y frío, se abrazó a sí misma, era un sentimiento extraño. Adam se rasco la nariz. “Tengo que ir a trabajar”. El camino a la puerta y recordó diciéndole. “Por la noche no llegaré temprano, hay una cena de beneficencia y tengo que estar presente”. Era la oportunidad de Adam de conseguir benefactores para el hospital. Ella asintió mirándolo salir de la habitación. Se levantó acercándose a la ventana y observo como Adam subía a su coche, él era amable, atento tenía una personalidad increíble y su sonrisa derretía el corazón de Melody, esos pequeños pocillos que se le formaban en las mejillas al sonreír para ella, a pesar que era muy serio, con Melody tenía la confianza de ser el mismo, ella lo había notado hace tiempo, en sus charlas nocturnas en el balcón, se habían vuelto una costumbre entre ellos, sus deseos de construir un hospital y buscar benefactores o socios, ya que no estaba dis
Por la noche… Adam y William llegaron al evento. “¿Puedes recordarme porque me trajiste aquí?”. Le preguntó William. Adam frunció el ceño. “Para ayudarme a atraer benefactores o socios, cualquiera de las dos cosas”. William resopló. “No entiendo porque no solo le dices a tu abuelo”. Adam le explicó tomando una copa. “No me dará el dinero cuando sepa que me divorciare de Melody”. William le declaró. “Cuando te divorcies de Melody voy a perseguirla ¿No te importa verdad?”. Adam lo miró detenidamente, algo dentro en su corazón se movió dolorosamente, imaginarse a Melody en brazos de William no era nada agradable peor aun así ignoró sus sentimientos diciendo. “No, Melody y yo estaremos cada quien por su lado cuando termine el trato”. William recordó el trato y feliz afirmó dejando las cosas claras con su amigo. “Bien, vamos a empezar”. Observó a todos en la fiesta y le dijo a Adam. “Mira, ese hombre es dueño de la fábrica de textiles, aquel es un famoso empresario, está en el ramo
El abuelo y Rosita disfrutaban de la música sentados en el sillón, Melody cerraba sus ojos de vez en cuando disfrutando la melodía. Adam llegó del trabajo, al bajar del auto escuchó el sonido, entró a la casa observando la imagen, Melody tocaba un gran piano blanco mientras el abuelo disfrutaba de sus dulces en el sillón junto a Rosita. Adam sonrió y dejó su maletín sentándose cerca de su abuelo quien lo miró con una gran sonrisa, apuntando en silencio con su cabeza y levantando sus cejas la buena idea que tuvo, Melody estaba absorta en su presentación que no se dio cuenta de la llegada de Adam, Walter desde las escaleras escuchaba la increíble música, Melody era muy buena con cualquier instrumento. A partir de ese día, por las noches Melody le tocaba una pieza al abuelo antes de irse a su habitación a conversar con Adam en el balcón. Fin del recuerdo… Adam subió rápidamente a su habitación, al abrir encontró a Melody dormida en una orilla de la ventana, su cabeza recargada en l
El abuelo solo miraba a Manuel de forma significativa. Manuel al ver al hombre entendió que quería hablar con él, le dijo a Walter. “Ve a descansar un rato”. Walter asintió nervioso, no entendía qué hacía el señor Fonseca en la escuela Pensó. -¿Vendría a decir la verdad a todos?- Walter tenía miedo. Al ver a los dos hombres el director empezó a explicar el trabajo del señor Manuel, El abuelo lo miró diciendo. “Me gustaría hablar con el señor Ovalle por unos minutos”. El director entendió y salió. Manuel se acercó al escritorio dejando las partituras que llevaba en la mano y giró mirando al hombre mayor. “¿De qué quiere hablar?”. El abuelo caminó con ayuda de su bastón, el chofer estaba de pie cerca de la puerta. “Vamos a ser claros señor Ovalle, no pienso permitir que venga a mi ciudad a molestar a mi nieta”. Manuel sonrió cubriéndose con su mano- “esa no es mi intención señor Fonseca, como usted ya debe saber, Walter es mi hijo, lo he buscado por mucho tiempo”. El abuelo le pr