Lisbani, al escuchar a Sophía, no pudo soportar el fuerte dolor golpeándola con fuerza en su interior, prefirió alejarse, apartándose de todos, pues no quería ser la causa de ningún conflicto entre los familiares de Liuggi.
Entretanto, la otra chica observó a Nick con una mirada de auxilio, no obstante, al ver la expresión de indiferencia, se sintió avergonzada ante las palabras de la mamá de Liuggi, incluso por un momento reflexionó en ellas, llegando a la conclusión, de que había ido muy lejos al atacar a Lisbani, se equivocó por completo.
—Lo siento señora Luisa, usted tiene razón, discúlpeme por haber actuado de esa manera, no debí opinar sin conocer las circunstancias, me dejé llevar por la molestia al saber a mi hermano herido —respondió la chica con respeto.
La opresión en el pecho era dolorosa, le quitaba el aliento, dejándola al punto del ahogo, no entendía porque Mariana tenía la osadía, de entrar a besar a Liuggi y mucho menos ¿Cómo había llegado allí? ¿Quién le había permitido el ingreso? Todas esas preguntas revoloteaban de forma continua en el cerebro de la joven, exigiendo respuestas. Su primera intención fue darse la vuelta y huir, sin embargo, algo en su interior la conmino a enfrentarse a Mariana, por eso decidió entrar a la unidad de cuidados intensivos; la mujer al escuchar la puerta se giró, cuando vio a Lisbani, no pudo simular esbozar en el rostro una sonrisa de satisfacción, pues veía en ese momento, una irrepetible oportunidad para deshacerse de una vez por todas de la mujer. Había tomado una decisión, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para lograr estar de nuevo con Liuggi Lombardi, por ello, mientras más rápido se pudiera liberar de los obstáculos, pronto podría darl
Doña Luisa estaba indignada, sin embargo, antes de poder pronunciar su punto de vista, apareció Mariana, se quedó viendo a la señora sin poder ocultar su creciente nerviosismo, al punto de ocultar su mirada. A pesar de esta, haber sido una mujer diplomática, en esta oportunidad no pudo contener el enojo. —¡¿Quién carajos eres, para creerte con el derecho de entrar en la habitación de mi hijo?! —Señora, yo soy la esposa…—no pudo continuar la oración, porque fue interrumpida con firmeza, por mamma Luisa. —¿Con quién crees que estás hablando? Para tu desgracia Mariana Arciniega, estoy al tanto de todo lo sucedido con mi hijo. No vas a poder engañarme, no eres su esposa, sino la mujer quien intentó cargarlo con un hijo de otro hombre, porque la misma noche de bodas se fue a dormir con un desconocido, para tratar de cazarlo, porque sabía que no tenía ningún futuro con él, porque amaba a otra. »Tam
Lisbani había sido estabilizada de manera satisfactoria, habían planificado operar lo más pronto posible, pues no podían esperar más, si querían evitar un desenlace no deseado, sin embargo, aún permanecía dormida. En cuanto a Liuggi, luego de noventa horas, despertó por completo de su inconsciencia. Cuando le dieron la noticia a sus familiares, no pudieron contener la emoción, se abrazaron, lloraron de alegría, a la vez todos deseaban verlo, para comprobar de primera fuente su estado de salud. Cuando reaccionó, de inmediato la enfermera le informó al médico, quien acudió para verificar sus signos vitales y su estado general, apenas entró, Liuggi lo observó por un par de segundos, para luego preguntarle. —¿Dónde está mi ángel? ¿Lisbani está aquí? —Tranquilo, vamos a realizarte por un momento una evaluación y luego te trasladaremos a una habitación para que puedas hablar con tus familiares. —¿D
Liuggi la observaba en silencio, viendo sus distintas expresiones en el rostro, debatiéndose entre sí abrirse o no a los sentimientos con él, mientras tanto él esperaba, no tenía intenciones de presionarla, la dejaría a su propio ritmo, así lo hizo, ella decidió hablar. —Yo pensé que no querías verme. A veces cuando las cosas son muy buenas, me cuesta creerlas, siempre termino preguntándome ¿Si tengo algún derecho a la felicidad? —. Sus lágrimas seguían corriendo como cascadas—, me cuesta mucho sentirme cómoda, la soledad me abruma, ha sido así desde la muerte de mis padres, fui tan feliz con ellos, pero también aprendí como puede arruinarse la vida en un segundo, pasé de tenerlo todo a no tener nada, sin embargo, con el tiempo me di cuenta de una dolorosa verdad, mi mayor pérdida fue dejar de sentirme amada. » No ha sido fácil para mí, vivir con ese constante miedo recorriendo cada átomo de mi cuerpo, inmovilizándome, sintiéndome impote
Liuggi esperaba ansioso la respuesta de Lisbani, pero al parecer ella estaba demasiado impactada por la proposición y cuando habló no fue para responderle las palabras por él esperadas. —¿De dónde sacaste eso? —preguntó ella, mirando la cajita como si se tratara de algún insecto venenoso. —La hice aparecer porque soy un mago —dijo sonriente—. Lo compré en Florencia, fui a la joyería y lo encargué al día siguiente de llegar allí, te lo iba a entregar cuando llegué a villa Verona, no obstante, todo se echó a perder cuando te encontré con la tortuga ninja. Lisbani se quedó viéndolo y comenzó a reírse a carcajadas. —De verdad te pasas Lombardi, me imagino lo dices porque su segundo nombre es Donatello. Definitivamente hombre ¿Cuándo vas a empezar a madurar? —simuló reprocharlo. Él la miró pensativo y le respondió con seriedad. —¡Nunca! Porque si
Lisbani apenas ver marcharse a Liuggi, no pudo evitar sumirse en un profundo sueño, más de un par de horas después, se despertó, observó a todos lados, esperando encontrarlo, al no verlo un atisbo de preocupación se abrió paso en el interior, las dudas se le remolinaban en la mente causándole gran inquietud ¿Qué pasaría si no resistía la operación? ¿Y si ambos lo hacían? Y si ella moría y lograban salvar a su bebé ¿Cómo quedarían su hijo y Liuggi? ¿Podría él soportar el dolor?Así pasó un par de días en los cuales no pudo ver a Liuggi, se alternaron para estar con ella, Grecia y Luisa, aún en contra de la voluntad de esta última, quien quería permanecer ella sola cuidándola, pero al final terminaron persuadiéndola y la convencieron a irse a villa Ve
En el exterior de la sala de operaciones, Liuggi esperaba en extremo nervioso, no dejaba de caminar de un lado a otro, de la sala de espera, se paró en la puerta como si quisiera transmitirle energía a Lisbani. Había llegado Sophía, se había sentado a conversar con su madre y Grecia al otro extremo de la sala.Él seguía molesto con su hermana, a pesar de haberla saludado el día de la boda y hacía un momento, no había sido del todo amoroso como era la costumbre, ella lo sabía y lo observaba con esos ojos tristes buscando la manera de hacerlo desistir de su molestia, por eso prefería no verla, tratando de ignorarla. Si no le había hecho ningún reclamo fue porque le prometió a su Ángel no hacerlo. Estaba sumergido en sus pensamientos cuando se le acercó Nick—Vas a abrir un canalillo en el piso de tanto caminar de u
Estaba sentado en la banca, dejó las muletas a un lado. Entretanto dejaba las lágrimas correr libremente por el rostro, de repente sintió a alguien sentarse a un lado de forma sigilosa, cuando giró la vista, se trataba de Nick, quien también reflejaba en el rostro la preocupación.—No pidas marcharme —comenzó a decir en tono inquieto, como si estuviese sopesando muy bien sus palabras—. Porque en este momento no pienso h