Liuggi se quedó pensativo ante las palabras de Dante “¿Cómo creen sería capaz de cambiar a Lisbani por Mariana?”, enseguida la conciencia quien había estado ausente en el momento de su explosión apareció, pero no para contribuir a nada agradable, parecía como si el mismo fuese el peor enemigo.
“Si seguro, van a pensar lo contrario, cuando a Lisbani ni siquiera le ofreciste exclusividad en ocho años y a esta desconocida en poco más de un mes terminaste casándote con ella. ¿Me dirás si eso es no cambiarla? Así aguante tu tormento, ojalá nunca te perdones, no te la mereces ¡Por idiota!”
Por increíble que pareciera, terminó dándole la razón a su conciencia, no se merecía a una mujer como Lis, aunque igual la quería a su lado, al punto de estar dispuesto a hacer todo lo po
Liuggi se negaba a creer las palabras de Mariana, su confesión le cayó como una especie de baño de agua helada en un día de invierno, por segundos quedó paralizado, se apretó la nariz en un gesto de exasperación, “¿Por qué actuaba de esa manera? ¿Dónde se había ocultado esa arpía que no pudo visualizarla? La rabia se le agitaba en el interior como lava ardiente, deseaba mandarla al carajo. No recordaba para nada, esa noche apasionada de bodas, de la cual ella tanto se regodeaba. A decir verdad, no recordaba haber estado nunca con una mujer, cuyo deseo por ella fuese tan enloquecedor, para producirle esos chupones. La excepción era Lisbani, la única capaz de poder despertar en él, los deseos más arrebatadores. A parte de ello, estaban las palabras de Dante, confiaba en él, su primo sería incapaz de inventarse algo así, eso lo llevaba a pensar, “¿Quién me garantizaba que ella no se acostó con otro esa noche?”, se preguntó, mientras esa ide
Mariana vio a la gata caer herida al suelo, sin moverse, abrió los ojos sorprendida, su intención había sido darle una lección, mas jamás se imaginó, ese resultado. Viendo a todos los lados, salió corriendo sin pérdida de tiempo a su habitación, pues temía la reacción de Liuggi, no sabía lo que podía ser capaz de hacerle, sobre todo teniendo en cuenta era la mascota con Lisbani.Liuggi salió de la habitación corriendo, sin poder contener los latidos frenéticos del corazón al escuchar los maullidos y alaridos de Diva, bajó llamándola.—Diva, misu, misu, misu, ¿Dónde estás princesa de papá? —indagó preocupado.Al llegar a la sala vio tirada a Diva, salió corriendo hacia donde estaba, mientras la preocupación inundaba su cuerpo, se a
Lisbani abrió los ojos lentamente, mientras se acariciaba con sus dedos la sien, hizo una leve presión en la cabeza, dándose suaves masajes, tratando de calmar por un momento ese intenso dolor tan agobiante.Observó a todos lados con curiosidad, todo le parecía extraño, por un momento se sintió desorientada, olvidando donde estaba, recordó se había mudado a un pequeño apartamento en Lisboa, luego de durar más de dos semanas viviendo en un hotel, del cual ni siquiera salió durante esos días, solo lo hizo el primer día de su llegada para reunirse con el jefe de jurídico de la empresa donde trabajaría y al cual le expuso sus condiciones.Se sentó en la cama, colocando una mano en el vientre.—Hola, bebé, buen día. Espero te portes bien, mamá se va a levantar a arreglarse, ho
Lisbani se despertó cuando sintió la luz del sol dieron en su rostro, el día anterior se había quedado dormida pensando tanto en Diva como en Liuggi, tenía una creciente angustia en su interior, desconocía las razones y lo peor es el no poder hacer nada para aplacarla, jamás se le ocurriría llamar a la villa, porque no quería que las señoras de servicio terminaran de contarle a su patrón sobre su llamada, por eso terminó desistiendo de la idea.Se levantó y se fue directo a la cocina, donde se hizo un sustancioso desayuno, luego se duchó y vistió con un traje tipo taller ajustado a las curvas de su cuerpo, a pesar de ya tener dos meses con unos días, su vientre aún permanecía plano, más eso no le preocupaba, su bebé estaba creciendo de forma correcta, había ubicado un par de doctores, quienes se estaban encargando de
Liuggi regresó a Florencia, apenas aterrizó, se fue a la Universidad de donde egresó Lisbani, tratando de investigar los nombres de sus compañeros de clases, por un momento pensó en buscar a Fabrizio, mas no tenía la mínima idea de dónde encontrarlo. En sus tareas de investigación, averiguó varios nombres de personas con quienes había cursado clases, sin embargo, cuando iba a comenzar su búsqueda recibió una llamada de la secretaria.—Señor Lombardi, siento molestarlo en este momento, pero es una urgencia, no podía esperar. Ha llegado una notificación para usted. Es un proceso aperturado en contra de Lombardi Security y usted, es una demanda del señor Augusto Morelli por estafa.»El abogado quien ahora está por la señorita Lisbani, necesita conversar con usted.—¡&iq
Ante la explosión de temperamento de Liuggi, todos quedaron sorprendidos, pero enseguida obedecieron sus órdenes. Cuando ellos salieron, tomó asiento en el escritorio, con las manos en la cabeza, lloró como nunca antes lo había hecho, no podía sentirse más miserable, la culpa lo devoraba, se sintió desesperado, enojado, golpeó el cristal del escritorio con fuerza, queriendo sentir más el dolor físico, porque ahora el de su corazón lo tenía noqueado. Logró romperlo, la sangre le corría manchándole los antebrazos. En ese momento Orlando entró, vio la escena, se conmovió. Se acercó, aunque la voz de Liuggi, lo frenó. —¡Maldita sea! Ordené se fueran todos, ¡déjenme en paz! —exclamó furioso, —¡Ya basta! No puedes seguir de esta manera. ¿Cuánto quieres hundirte? ¿Quieres que cuando la encuentres estés en ese estado? He localizado a Armando ¿hablarás con él o seguirás llorando del remordimiento? —es
Lisbani estaba terminando de vestirse, luego de una ducha, para esperar transcurrieran las horas para irse al trabajo, cuando escuchó el celular repicar, al atenderlo era Joao. —Lis, estoy llegando a tu casa, ¿Puedes abrirme la puerta al llegar? —¡Está bien! Te espero —declaró con una sonrisa en sus labios. Se levantó muy temprano, o mejor dicho, no había dormido casi, sus dolores de cabeza, vómitos y la visión borrosa, se intensificaban cada día más, mientras caminaba a la sala observó la hora en el reloj de pared, apenas eran las cinco de la mañana, pero ya estaba acostumbrada a las visitas intempestivas de Joao. Durante los últimos meses, terminó convirtiéndose en la persona más importante de su vida, como no iba a ser así, sus constantes atenciones, preocupaciones, eran inigualables, jamás se había sentido ser el centro del universo para alguien y eso se lo había demostrado
Ante las palabras de su hermano Liuggi se irritó, no porque le ofendieran, sino porque le tenía sin cuidado su apariencia. —Sophía, no me interesa lucirle a nadie. Por lo demás ¿Te digo algo Sophía Alexandra? A ti sería la última persona a quien le pediría consejos —pronunció con una expresión de fastidio. —¡¿Qué?! ¿Estás insinuando que no doy buenos consejos? —inquirió indignada, sin poder creer esa actitud de Liuggi. En ese momento entró Mauro en tono alegre. —Hay convención de los hermanos Madrid más guapos y no me invitaron. No puedo creerlo Sophí, ¿Acaso ahora este es tu hermano favorito? No eso no lo acepto. Oh debe ser porque lo ves y te recuerdas a mí, pero ya no necesitas la copia, aquí está el original—expresó en broma. —Muy gracioso Mauro. Si hay alguno original soy yo, porque soy el mayor, tú eres el benjamín de la famil