El único sonido que ambientaba el comedor era la voz de Noah, el niño hablaba sin parar sobre lo que hizo durante su día. No era como que el aire del lugar estuviese tenso, Laura parecía relajada y sonreía, dejando caer uno que otro comentario esporádico. David centraba toda la atención en su hijo, admirado de la capacidad que tenía para saltar de un tema a otro en cuestión de segundos.
―Ahora que ya terminaste de comer ―dijo Laura con voz suave―, puedes ver un rato la televisión, luego te duchas y a dormir, ¿de acuerdo?
Noah se calló al momento en que su madre habló, fue una reacción inmediata, se limitó a asentir y se retiró sin decir nada más.
Verlo marcharse de ese modo hizo que David se sintiera contrariado, no comprendía el comportamiento de Noah ni el cambio tan radical; durante esos días lo había notado, cómo
Laura había abandonado la lectura de su libro hacía unos diez minutos, pero no dejaba el libro sobre la mesilla; no lograba concentrarse en la trama, debido a que su cerebro procuraba encontrar una solución a todo ese infierno que estaba viviendo.Caminaba sobre la cuerda floja, lo sabía y no había ningún modo de evitarlo; era evidente que su esposo se iba a enterar de los despidos de ese día, por esa razón no solo se enfocó en esas tres arpías que estaban hablando a sus espaldas de manera tan obvia; no obstante, la reacción de David fue descorazonadora.Solo podía aferrarse a su hijo y a la culpa que su esposo sentía ante la idea de abandonarlo, esa era la carta que jugaba para mantener su matrimonio a flote, con la esperanza de que David dejara ir su resentimiento.«Si el imbécil de Patrick no hubiese abierto la boca hace dos años… uurrgh&r
―Ángela…Por un momento temió estar soñando, sus sentidos se adormecieron, el tiempo pareció ralentizarse y el sonido del mundo se apagó. Todo lo demás, alrededor de ambos, dejó de tener forma y colores, solo existía ella, que se alejaba en dirección contraria a él.Aunque no tenía el mismo aspecto que recordaba, la reconoció de inmediato; la mujer que él tenía en su memoria llevaba el cabello corto, justo al borde del cuello; también estaba bastante delgada debido al trote de estudio y trabajo, Angie siempre sonreía, no solo con los labios, sino con los ojos y el semblante, transmitiendo una sensación positiva que te hacía querer quedarte a su lado.La persona que observaba en ese instante había cambiado, desde el largo del cabello hasta la mirada, aún quedaba un remanente de esa energía especial, sin embargo
Ángela miró de reojo a David mientras se marchaba; verlo de nuevo en tan corto tiempo, generó en ella emociones encontradas. Se detestaba a sí misma por ello, aceptaba que no podía odiarlo, sin embargo, tampoco debería quererlo, o nada parecido.«Lo mejor es sentir nada, ni odio, ni amor, ni pena, nada…»Era difícil dejar atrás el pasado, en especial cuando se compartían tantas cosas; sí, al final había sido difícil, pero eso no borraba los años anteriores en los cuales se apoyaron mutuamente.Después de David ella no tuvo pareja, de hecho, el departamento del amor se encontraba clausurado de manera permanente.Sus amigos le decían que exageraba, todos le aseguraban que más pronto que tarde, se enamoraría de nuevo; incluso insistían en que esa oportunidad estaba más cerca de lo que ella podí
David…David…―¡David!Una mano se posó sobre su hombro, sacándolo de su estado aletargado. Se giró a mirar a la persona que le acompañaba, Stella parecía preocupada por él.―Disculpa, estaba distraído ―se excusó, enfocándose de nuevo en la tableta que tenía en las manos.―¿Está todo bien? ―inquirió la secretaria, mirando al chofer, que aparentaba estar enfocado en la carretera. Volvían de la reunión, que terminó extendiéndose más de lo esperado―. Te noto disperso, con dificultad para concentrarte.―Estoy extenuado, nada más ―contestó él, tecleando algo sobre la pantalla―. Aunque pueda entender las cosas tras leerlas y mantenerme a la par de lo que debo hacer por el puesto que tengo, no significa que sea frustrante y agotador el estar alerta por miedo a equivo
Las luces de la estancia brillaban con alegría, aunque tal vez las percibía así porque él se sentía especialmente feliz; estaba alcanzando el pináculo de su carrera justo a los treinta años, lo cual era fantástico en una sociedad tan competitiva como en la que se vivía en la actualidad.Algunos decían que todo se debía a su esposa, sin embargo, esto no lo molestaba debido a que él, mejor que nadie, sabía lo mucho que se esforzó durante esos ocho años de carrera en la empresa de los Miller. Desde el primer día de trabajo se enfocó en ser eficaz, no solo ofreciendo lo mejor de sí para la empresa, sino también, manteniéndose siempre a la vanguardia de todo lo que se relacionaba al nicho de mercado al que se dedicaban.Al principio había sido difícil, vio cómo otros ascendían más rápido mientra
David abrió los ojos, el dolor de su pecho era asfixiante, como si un lazo espinoso se hubiese enredador alrededor de su cuerpo y lo estuviese estrangulando. Aún podía rememorar el sabor amargo de sus lágrimas, se pasó las manos por el rostro de manera instintiva, esperando con ello, sacudirse la sensación de somnolencia, descubriendo, ya sin asombro, que sus ojos estaban húmedos.―Recuperar mis memorias va a ser un camino de espinas, ¿verdad? ―inquirió a la oscuridad.Miró el reloj en su muñeca y se percató que apenas una hora pasaba de la medianoche. Suspiró de cansancio, el cuerpo le dolía, del mismo modo que la cabeza y la consciencia. Pensó en irse a su cama a descansar, pero al segundo siguiente la idea de que Laura estuviera allí, durmiendo, le hizo hervir la sangre.―¡Maldita mujer!Asqueado ante la posibilidad de compartir el lech
Ángela abandonó el local, a su lado, Jade miraba con temerosa sorpresa a su amiga, mientras se dejaban atrás a una Laura a punto de un colapso.La pelirroja chilló histérica, abrazándose a sí misma. Había ido al club con la intensión de drenar su estrés, que se apilaba sobre ella como pesadas rocas; de hecho, la indiferencia de David tras su última conversación solo despertó más dudas, qué recordó de esos seis años, que pusieron esa expresión en su cara.…veamos si a David le gusta la idea de dormir con la asesina del amor de su vida…Las palabras de aquella odiosa mujer reverberaron en su cabeza.Sin importar si lo negaba, Laura sabía que tenía razón. David la amaba, nunca dejó de hacerlo, y él dejó de ocultarlo cuando descubrió todo lo que hizo para conseguir
David despertó sintiendo que había sido arrollado por un auto, todo su cuerpo dolía y por unos pocos minutos estuvo mareado por el dolor en su cuello. Dormir en el sofá de su estudio no fue tan buena idea, en especial porque no poseía las mismas dimensiones que, en su cabeza, creía tener.Seis años atrás él era un atractivo y encantador hombre, delgado pero atlético; decidido a hacerse de una carrera que le permitiese ganar dinero, no le dio más importancia de la necesaria a ejercitarse. Lo único rebelde de su personalidad se tradujo en un tatuaje que se hizo en la pierna izquierda y cubría desde la rodilla hasta el tobillo.Sin embargo, en algún punto de esos años que no recordaba, se volvió un asiduo amante del fitness, su cuerpo atlético pasó a ser definido, con hombros más anchos, brazos más gruesos y un abdomen marcado, sin ra