David abrió los ojos, el dolor de su pecho era asfixiante, como si un lazo espinoso se hubiese enredador alrededor de su cuerpo y lo estuviese estrangulando. Aún podía rememorar el sabor amargo de sus lágrimas, se pasó las manos por el rostro de manera instintiva, esperando con ello, sacudirse la sensación de somnolencia, descubriendo, ya sin asombro, que sus ojos estaban húmedos.
―Recuperar mis memorias va a ser un camino de espinas, ¿verdad? ―inquirió a la oscuridad.
Miró el reloj en su muñeca y se percató que apenas una hora pasaba de la medianoche. Suspiró de cansancio, el cuerpo le dolía, del mismo modo que la cabeza y la consciencia. Pensó en irse a su cama a descansar, pero al segundo siguiente la idea de que Laura estuviera allí, durmiendo, le hizo hervir la sangre.
―¡Maldita mujer!
Asqueado ante la posibilidad de compartir el lech
Ángela abandonó el local, a su lado, Jade miraba con temerosa sorpresa a su amiga, mientras se dejaban atrás a una Laura a punto de un colapso.La pelirroja chilló histérica, abrazándose a sí misma. Había ido al club con la intensión de drenar su estrés, que se apilaba sobre ella como pesadas rocas; de hecho, la indiferencia de David tras su última conversación solo despertó más dudas, qué recordó de esos seis años, que pusieron esa expresión en su cara.…veamos si a David le gusta la idea de dormir con la asesina del amor de su vida…Las palabras de aquella odiosa mujer reverberaron en su cabeza.Sin importar si lo negaba, Laura sabía que tenía razón. David la amaba, nunca dejó de hacerlo, y él dejó de ocultarlo cuando descubrió todo lo que hizo para conseguir
David despertó sintiendo que había sido arrollado por un auto, todo su cuerpo dolía y por unos pocos minutos estuvo mareado por el dolor en su cuello. Dormir en el sofá de su estudio no fue tan buena idea, en especial porque no poseía las mismas dimensiones que, en su cabeza, creía tener.Seis años atrás él era un atractivo y encantador hombre, delgado pero atlético; decidido a hacerse de una carrera que le permitiese ganar dinero, no le dio más importancia de la necesaria a ejercitarse. Lo único rebelde de su personalidad se tradujo en un tatuaje que se hizo en la pierna izquierda y cubría desde la rodilla hasta el tobillo.Sin embargo, en algún punto de esos años que no recordaba, se volvió un asiduo amante del fitness, su cuerpo atlético pasó a ser definido, con hombros más anchos, brazos más gruesos y un abdomen marcado, sin ra
David se detuvo en la oficina por pura costumbre. Por ser fin de semana, no tuvo necesidad de pedirle al chofer que lo llevara porque en realidad no tenía un rumbo definido, lo que le permitió conducir por su cuenta. Disfrutó del trayecto en su Shelby GT500E, un carro del cual solo existían pocos ejemplares y era objeto de culto; fue el carro que siempre quiso tener desde niño y representaba el éxito alcanzado porque eran producidos bajo demanda. Usarlo le produjo una sensación agridulce, porque uno de sus sueños fue viajar por la costa con Ángela conduciendo ese auto. «¿Viajé con Laura en este auto?» se preguntó con desagrado, luego negó con su cabeza y musitó: ―No, no quiero saberlo, y si lo hice, no quiero recordarlo. ―Apretó con fuerza el volante. Ese fue el motivo por el cual terminó en su oficina, la culpa de pensar si hizo algo que siempre deseó hacer con Ángela con la pelirroja que era su esposa. Sin embargo,
David no podía creer que ese fuese su amigo. El Alex que recordaba ―y que esperaba encontrar―, era un musculoso hombre de cabello largo y salvaje, de piel bronceada y ojos aguamarina.En cambio, tenía frente a él a un caballero bien vestido, con su cabello oscuro y largo recogido en una coleta en la parte inferior de su nuca, que despedía un aura de mafioso de cuello blanco.Alex García fue su amigo desde la infancia, poseyendo la misma suerte no fue extraño que se hicieran inseparables. A diferencia de David, este era el menor de tres hermanos, y dado sus atributos particulares, fue la víctima de los constantes abusos y burlas de todos ellos. Alex era demasiado lindo, tanto que su madre siempre le dejaba el cabello largo confiriéndole un aspecto medio afeminado.Cuando creció y la pubertad obró magia en su cuerpo, sus rasgos cobraron masculinidad y pronto modeló su cuerpo en una fina m
―Hola, Ángela… ―saludó David forzando una sonrisa―. Qué casualidad encontrarnos aquí.―¡Qué hay, Angie! ―anunció su presencia Alex, sonriendo de manera incómoda.Tanto ella como su acompañante los miraron con perplejidad. Segundos antes ella le había estado sonriendo a Leo y él fingía quejarse de su cabello desastroso mientras acomodaba un mechón detrás de su oreja en un gesto íntimo y cariñoso.Ángela congeló su expresión, la sonrisa se desvaneció y miró a ambos hombres con indiferencia.―Hola ―respondió tras unos segundos cargados de tensión.―¿Quién es tu amigo? ―indagó David, procurando que la mueca de su boca se mantuviera firme. Había escondido los puños en los bolsillos de su pantalón.―Es Leopoldo ―dijo con frialdad.―Hol
Ángela rechinó sus dientes con fuerza a medida que se alejaba del restaurante; pensaba en que tendría que dejar de comer allí por un tiempo, por temor a que David fuese continuamente con el fin de encontrarse con ella.La intuición le dijo que aquella visita de un mes atrás no auguraba nada bueno, en particular por las insinuaciones al respecto de la muerte de su madre. No obstante, no esperó que sucediera todo aquello, David perdiendo su memoria, borrando de su mente los acontecimientos de los últimos casi siete años, era sin lugar a dudas, la ironía más macabra del destino.Desde esa fatídica visita todo se volvió un desastre; tanto que hasta se topó con Laura en el lugar menos pensado. Ángela nunca iba a ese club, pero solo por darle el gusto a Jade, se dejó convencer de ir al único sitio que sabían era discreto y privado porque allí s
La atmosfera dentro del habitáculo del Rolls-Royce era opresiva.Por un momento, a David le llegaron recuerdos de las películas de mafiosos, en las que el protagonista que tenía una enorme deuda de dinero, estaba atrapado entre los dos matones dentro del auto, pensando en qué método tendría que usar para rogar por su vida.«¿En serio Alex es un detective privado?» pensó poco convencido, observándolo de reojo.Su amigo, sentado a la derecha, observaba por la ventanilla, concentrado en la ciudad, como si la situación fuese de lo más normal.En cambio, a David, el silencio lo ponía nervioso, carraspeó un par de veces y cruzó los brazos sobre el pecho.―¿Quién me va a explicar lo que está sucediendo? ―preguntó este, agotando su paciencia.―Creo que quien debería explicar qué pasa es uste
David palideció ante aquello.―¿Qué yo soy quién? ―balbuceó, sorprendido de esas afirmaciones.―Poco después de su nombramiento como CEO de Miller Co., nos encontramos en un evento social ―explicó Robin―. Para haber recibido un nombramiento y el reconocimiento de los Miller, eras un hombre bastante sombrío y deprimente.»Pero como bien dicen que las almas desgraciadas se reconocen unas a otras ―dijo con cierto toque poético―, terminamos hablando de nuestros fracasos personales. Usted perdió a la mujer que amaba y yo a mí familia a mano de los Murphy.»Usted odia a los Miller.»Yo a los Murphy.»Y ya sabe… una cosa llevó a la otra y en poco tiempo me aseguraste que ibas a destruir a los Miller y necesitabas ayuda. Sin embargo, en vez de pedirme un empleo para tener estabilidad financiera y laboral una vez renunciaras, me as