―¡Por favor! ―rogó Jade.
―Noup ―dijo Ángela sonriéndole sin sentir un poco de pena por su amiga.
La doctora hizo un puchero y se cruzó de brazos. Estaba sentada en alto taburete del lado interno de la barra, haciéndole compañía. Se habían ubicado en la sección de repostería para conversar mejor, faltaba poco para acabar el turno de la tarde y Ángela planeaba cerrar temprano esa noche.
―¡Aaaandaaaa! ―insistió ella, hizo su voz aguda a propósito solo para fastidiarla.
―Ya te dije que no ―le recordó la morena con paciencia―. Dile a alguien más.
―¿A quién? ―inquirió la otra con mal talante―. Mi ratoncito no está en la ciudad, tuvo que viajar con sus padres para ver a su abuela materna que está en malas condiciones. Mi hermano no va ir si no va su esposa, y Phill tiene turno mañana en la noche ―en
Haber ido a casa de Jade fue más divertido de lo que esperó, incluso su madre se unió a su noche de chicas y entre las dos usaron a la pobre morena de muñeca.Sin embargo, la experiencia no estuvo mal, exceptuando que tuvo que probarse montones de vestidos y aceptar que la peinaran de cuatro formas diferentes; Liliana la trató con excesivo cariño, mimándola como si fuese una hija que volvía después de un largo viaje.Al final se fueron a dormir de madrugada, medio ebrias pero contentas y despertaron el sábado a las diez de la mañana, con el desayuno que el doctor Wang, el padre de Jade, les preparó.Él también la recibió con entusiasmo, incluso la regañó ―como siempre que pasaba largo tiempo sin verla― por haber abandonado la carrera, recordándole que tenía un futuro brillante si volvía a ejercer la medicina.―Siempre
Cuando Ángela y Jade entraron a la fiesta habían llegado la mayoría de los invitados. El salón estaba dividido en dos estancias, de un lado se encontraban las mesas donde los comensales cenaban, allí estaba el bufet y el espacio era bastante cómodo, con música agradable y meseros que se desplazaban entre las personas repartiendo bebidas.La mesa del senador estaba sobre una plataforma que se elevaba del resto solo un poco, señalando el sitio de honor, dejando un costado de su mesa libre de sillas para que todos pudiesen apreciar a la familia que se reunía de un solo lado, enfrentando a los invitados.El comedor estaba separado de la pista de baile por una serie de paneles decorativos, permitiendo que los invitados que cenaban disfrutasen de su comida sin perturbaciones. Mientras que aquellos que deseaban un ambiente más distendido donde podían conversar con cierta informalidad a medida que deg
David no daba crédito a sus ojos, él de verdad creyó que la mujer que bailaba con el hombre rubio era alguien muy parecida a Ángela.No tenía sentido de que ella estuviese en esa fiesta, al fin y al cabo, no se movían en las mismas esferas sociales.Sin embargo, tras mirarla con detenimiento, fue imposible negarlo; su primer shock fue notar lo hermosa que se veía, el vestido se ceñía a su figura curvilínea, despertando en él todos los instintos dormidos.Quería probar el sabor de su piel, conocer su tersura, besar cada centímetro hasta llegar a sus labios y devorarla sin dejar nada para otro hombre.Luego llegaron los celos.Apretó el vaso de vidrio con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos, sus mandíbulas estaban cerradas con tal firmeza que una vena empezaba a brotar en su cuello palpitando de manera violenta; el calor escapó
―¡Hijo de tu…―¡David! ―gritó Laura perdiendo la compostura.Él se detuvo y se percató de lo que estuvo a punto de hacer, sus puños aferraron las solapas del smoking de Robin en un evidente intento de iniciar una pelea.―¿En qué puedo ayudarlo, señor Hansen? ―preguntó el rubio sin perder la calma, mirándolo sin dejar traslucir ninguna de sus emociones.―Tú… ―gruñó con furia―. ¿Cuál es tu relación con Ángela?―Eso es un tema personal, señor Hansen ―respondió Robin―. No somos cercanos como para responderle esa pregunta.―¡A la mierda con eso! ―vociferó, sus ojos echaban chispas y Martin supo que todo podría salirse de control en cualquier momento.Tal era su obcecamiento que David ni siquiera notaba a la pelirroja que hacía todo su esfuerzo por halarlo con la i
Laura llamó a su chofer y esté estuvo en el hotel en quince minutos. Subió al auto mostrando un aspecto calmado a pesar de las obvias señales de llanto que se mostraban en su rostro.Se moría por dentro, tenía miedo de preguntarle a su empleado si David estaba en el pent house, la sola idea de que él se marchara y la abandonara le desgarraba las entrañas, generándole deseos de gritar hasta quedarse sin voz.…eres una mujer envidiosa y malcriada, cruel, despiadada, carente de una onza de bondad, que no puede soportar la noción de que el jodido mundo no gira en torno a ti…Las desalmadas palabras de su esposo se repetían una y otra vez dentro de su cabeza, Laura no entendía por qué David no podía ver todo lo que hizo ―y hacía― por él. Ella pavimentó con oro el camino de su éxito, le dio cada una de las cosas que dese&
Jade conducía con cuidado, dirigiéndose al departamento de Ángela. Hacían el trayecto en silencio, la última se concentraba en las farolas de la calle que pasaban una tras otra a medida que avanzaban.―Lamento lo que pasó, Angie ―dijo su amiga, rompiendo el silencio. Ella soltó una especie de gruñido en respuesta―. En realidad no pensé que los veríamos allí, no me pasó por la cabeza que David y Laura…―Está bien, no es tu culpa ―la interrumpió de inmediato controlando su tono, Ángela sabía que su amiga no hizo nada a propósito―. Era una posibilidad remota, al fin y al cabo, los Miller son una familia adinerada y notoria, no es raro que se conozcan, más cuando están emparentados con los Murphy, así que... ―terminó con resignación.―Seeep… posiblemente hayan ido más por trabajo que otra cosa&
El anuncio oficial sobre quiénes llevarían a cabo uno de los proyectos residenciales más grandes del estado se haría el jueves de esa semana. Miller, Co. participaba en la contienda junto a media docena de constructoras y empresas del nicho inmobiliario, porque ese proyecto era el primer escalón para un desarrollo más grande del cual se anunció su asignación para finales de ese mismo año.La capital del país estaba sobrepoblada, a tal punto en que se iba convirtiendo en un serio problema de Estado. La altísima tasa de criminalidad, el alto costo de la vida, los irrisorios precios de vivienda ―no solo a nivel de adquisición sino también de alquiler―, la polución y los niveles de contaminación estaban llevando a severos problemas de salud.Gente en situación de calle, mendigando durante el día, apilándose en parques, puentes y cualquier otro refug
Alex levantó la vista de lo que tenía sobre el escritorio y miró a Robin con expresión fastidiada.―Pasas más tiempo aquí que en tu propia oficina ―dijo a modo de saludo.―No es mi culpa, Hansen me pidió reunirnos aquí ―explicó el rubio sin preocuparse en dar más detalles.―Mi oficina se está convirtiendo en el callejón de los chismes ―se quejó el moreno, regresando su atención a las fotos desplegadas en su escritorio.―Es muy probable que este chisme te entretenga bastante ―se mofó Robin, sirviéndose café en una de las delicadas tazas que se mantenían en el lugar. Luego se sentó en su acostumbrado puesto, degustando sorbo a sorbo la infusión, cruzando una pierna sobre la otra. Frunció el ceño con descontento, justo en ese momento, Alex levantó la vista y vio su reacción.―¿Qu