CAPITULO 4

BAJO LA LUNA DE PARIS

ALESSIA

Llevo cinco años sola sin compromisos con nadie, la última vez que estuve en una relación termine muy mal y sin embargo sigo aquí creyendo que el amor verdadero si existe, sigo aquí esperando por mi cliché perfecto y por un final feliz como en los cuentos de hadas, y es que, no sé cómo sacarme de la cabeza el ¿cómo dejar de creer en algo que realmente existe? o peor aún ¿cómo dejar de esperar algo que llevas soñando toda tu vida?, porque sí, soy muy original al querer un amor bonito y una familia, no sé si algún día llegue a tener lo que deseo pero espero con todas mis fuerzas que si se cumpla ese sueño loco que tengo.

Isabel me ayuda con el vestido que elegí para la cena de hoy, Nicolás me mando la ubicación del lugar donde ya me está esperando, busque por internet el famoso lugar para saber que vestido ponerme y quede sorprendida al ver el lugar tan pulcro y reluciente, el restaurante es muy bonito y tiene ese toque clásico que grita "elegancia".

Me decidí por un vestido de gala en color negro de manga larga, escote en v y una abertura en el muslo derecho con un cinto plateado a la altura del abdomen, el vestido se me pega perfectamente al cuerpo resaltando mi figura y el tono de mi piel. Mi amiga me ayuda con el cabello recogiéndolo en un moño griego mientras yo me hago un maquillaje ligero resaltando mis labios en color carmesí. Me coloco los tacones negros y una cadenita de plata a juego con mis pendientes, Isabel me coloca perfume y reparo mi reflejo en el espejo, "Estoy Hermosa".

-Ahora si — habla mi amiga — va a caer rendido a tus pies.

-No quiero que pase eso — le digo, reparando mi reflejo por última vez.

Nicolás es el tipo de hombre que te atrae por su actitud y carisma claro que es lindo pero yo solo lo veo como un amigo, no puedo verlo como algo más porque desde que llegue al MP a trabajar el me ofreció apoyo y vi en él un hermano mayor.

-Hay por favor — Isabel rueda los ojos y  me entrega mi bolso pequeño — como demonios no va a caer si mírate, estas hecha un manjar.

-Es solo una cena de amigo y ya — salgo de mi habitación encaminándome a la salida.

-Llevas condones — me dice y me detengo de golpe volteándome para encararla.

-¿Qué? — Le pregunto — ¡¿por qué demonios tendría que llevar condones yo?! — me altero.

-Porque la mayoría de citas terminan en una buena follada de media noche — se ríe y yo solo quiero darle con la silla.

"No puedo creer que esté pensando que yo lleve condones" ¿en serio?

-¿Sabes qué? — Le digo — ya no te quiero escuchar, me largo — me volteo lista para irme, pongo la mano en la perilla, abro la puerta y...

-Espero que te dé una buena cogida — se ríe y se va corriendo a la habitación encerrándose en ella.

Muy sabio lo que hizo, un poco más y la mando a Japón. Respiro hondo y niego con la cabeza lidiando con mi paciencia para no devolverme y asesinarla, salgo y tomo el ascensor que no tarda más de un minuto en bajar, saludo a Elmer el guardia y abordo el primer taxi que pasa por la avenida.

La suave melodía de la radio me relaja lo suficiente que me olvido de lo nerviosa que estaba. "Solo es un cena" me repito. Puede ser solo eso, pero la verdad creo que para él no lo es, he visto como Nicolás me mira y me dedica sonrisas con aire coqueto, ha insinuado el querer algo más conmigo y al ver el comportamiento salgo corriendo porque de verdad que solo lo veo como un hermano, amigo y compañero de trabajo. Sinceramente es lindo y se me hizo inevitable decirle que no, pero el que aceptara no quiere decir que le voy a dar pie para que crea que yo también quiero algo con él.

El taxista se para frente al lugar acordado, le pago y salgo del auto  quedándome quieta en el asfalto observando el letrero grande frente a mí con letras doradas que resalta el nombre del lugar "Alcyone", uno de los restaurantes más lujosos y elegantes de París.

Camino a la entrada con el mentón en alto admirando el lugar tan lujoso y pulcro, observo a las personas que yacen dentro compitiendo por quien lleva el atuendo más caro.

-Buenas noches señora, bienvenida al restaurante Alcyone — me habla el recepcionista en la entrada.

-Buenas noches — saludo — El señor Nicolás Dumont me espera — le sonrió.

-Permítame un momento — me dice y busca en la lista el número de mesa.

-Es la mesa 14 ubicada en la terraza — me sonríe — Si gusta sígame yo la guio.

Asiento y el sale de su puesto.

-Por favor — me hace una seña para que lo siga.

Camino entre todas las mesas y subo las escaleras que me llevan a la terraza donde esta Nicolás esperándome. Si quedé maravillada con la planta baja, con la terraza me quedo sin palabras, tiene una vista increíble donde se aprecia la iluminación de los edificios y casas de la ciudad, la luna está en su máximo esplendor dando un espectáculo maravilloso y un toque de romanticismo a la ocasión “que cursilería”.

-Por aquí — me guía el recepcionista a una mesa alejada de las demás y veo al hombre que está de pie esperándome con una rosa en la mano.

Trae un traje negro a su medida que resalta las facciones de su cara, la camisa blanca deja ver el tatuaje del cuello y el que no traiga una m*****a corbata me hace babear por un minuto.

Es mi debilidad ver a los hombres así, no sé porque pero se ven tan calientes, guapos y follables, “No está mal” calla conciencia, no ayudas. Veo una leve sonrisa cargada de ilusión escapándose de sus labios cuando me voy acercando más a él.

-Señor — le habla el chico — su cita llego, en un momento vendrá el mesero  que los atenderá esta noche.

-Gracias — le contesta Nicolás.

¿Cita?, El chico se va y vuelve a poner su atención en mí.

-Hola — me dice sin quitarme los ojos de encima — estas bastante hermosa.

-Gracias — le sonrió — tú también te ves bien — me sonríe y se me acerca sin apartar la vista de mi escote y un escalofrío me eriza la piel.

-Es para ti — me entrega la rosa y roza sus labios en mi mejilla — pero creo que es poco para lo que te mereces — susurra y se aparta cuando llega el mesero.

Como todo un caballero me ofrece la silla para que me siente y el rodea la mesa sentándose frente a mí.

-Buenas noches, soy Denis y seré su mesero esta noche — habla el chico.

-Gracias — le digo.

-Les entrego la carta y vendré en cinco minutos para tomar su orden.

Se va y yo clavo la vista en la carta observando el menú y los precios que claramente lo dejan pobre a uno en este lugar, ignoro la mirada llena de deseo que me da Nicolás y me concentro en ver el menú.

-Pide lo que gustes — me dice con un leve tono de diversión en su voz — no te preocupes por el precio yo pago.

-Está bien, Gracias — le digo y observo el menú antes de hacer la elección.

-¿Puedo tomar su orden? — llega el mesero de nuevo.

-Sí, deseo un Filete Wellington en salsa de frutos rojos — le pido al mesero.

-Y yo deseo un Filete de res con salsa cremosa de mostaza — le pide Nicolás.

-¿vino?— pregunta el mesero antes de irse.

-Tinto por favor — le dice Nicolás.

-Muy bien, en seguida le traigo su orden — el mesero se va y respiro hondo.

El silencio no es muy incómodo pero me gustaría que fuera más relajado y no se sintiera tan pesado el ambiente, llevo años ocultando mis sentimientos, años en los que no he tenido citas, solo me he podido refugiar en el trabajo de las ocho horas diarias olvidándome de mi vida personal y de lo que era salir con un hombre.

-¿Qué tal están tus padres? – me pregunta el ser infernal y caliente que tengo enfrente y que me tiene nerviosa.

-Oh, ellos están bien – sonrío un poco más calmada – vendrán en un mes de visitas y ¿los tuyos que tal? – devuelvo la pregunta, la verdad no soy muy buena sacando conversaciones.

-Ellos están bien – me dice – se fueron a Japón hace dos semanas a visitar a mi hermana.

-Eso es bueno – le vuelvo a sonreír y el asiente, no decimos nada más.

Diez minutos después el mesero se acerca con la comida y el vino que ordenamos. Comemos bajo la luz y la imagen de la luna llena sobre parís, esto es algo nuevo para mí, en mi antigua relación no pasaba de estar encerrada en casa pidiendo pizza a domicilio y de vez en cuando mi supuesto “novio” me sacaba a pasear y terminábamos comiendo un helado en una calle poco concurrida y eso era todo. Vuelvo a mi plato ignorando ese triste recuerdo y me fijo en Nicolás, lo noto pensativo y nervioso como si quisiera decirme algo pero no se atreve.

-Escucha – respira hondo y empiezo a ponerme nerviosa otra vez – solo quería hablarte de lo que paso a noche, ya recordé todo y…

-No, no te disculpes si es lo que piensas hacer – me sincero – la verdad es que tomamos mucho y no fue solo tu culpa también fue la mía – rio – no sabíamos lo que hacíamos.

-Sí, pero sin embargo lo correcto era dejarlas en su casa y yo irme a la mía – asiento.

-Cambiemos de tema – pido, él sonríe y me parece bastante lindo pero falta algo.

-Te tendré una pequeña sorpresa mañana – me fijo en él y ladeo la cabeza con una sonrisa en el rostro – si el decirte que tendré una sorpresa para ti hace que sonrías así, ten por seguro que lo are más seguido.

Me rio y siento el calor subir hasta mis mejillas.

Terminamos de cenar y el mesero se acerca a recoger todo mientras Nicolás deja el dinero en la mesa y una propina para el chico.

Salimos del restaurante y abordamos el auto que el valet parking deja frente a la salida. No hablamos mucho durante el camino y dejo que Nicolás conduzca directo a mi casa. Se estaciona frente al edificio donde vivo y se baja rodeando el auto para abrirme la puerta, me ofrece la mano y bajo del auto.

-Muchas Gracias por la cena — le digo — todo estuvo muy bonito y delicioso.

Se me acerca despacio y yo trato de contener la respiración que se me acelera con los nervios que me estremecen todo el cuerpo, nuestros ojos se encuentran durante unos segundos y...

-Alessia — susurra mi nombre y da un paso frente a mi acercándose más — dime, ¿cómo hago para evitar esto? – paso saliva y mi vista baja a sus labios.

-¿Evitar...? — no termino de preguntar, cuando se me viene encima besándome con desespero.

Sus manos se posan en mi cintura estrechándome contra su pecho mientras su lengua se abre paso dentro de mi boca, sube una de sus manos al centro de mi espalda y con la otra me toma del cuello pegándome más a él, alargando el momento haciéndome entender que él tiene el dominio de esto. Su respiración se torna más pesada y yo intento apartarlo pero su fuerza me lo impide y termino dejando mis manos sobre sus hombros, retrocede conmigo y me pega al auto refregando su miembro endurecido sobre mi abdomen.

Se aparta y nuestras respiraciones aceleradas se mezclan en una sola, levanto la vista y encuentro sus ojos observando sus pupilas dilatadas...

-Perdona — susurra — no quise…

-Olvídalo — lo interrumpo para que no siga alargando esto — debo irme, gracias por la cena otra vez.

Asiente sin decir nada y yo empiezo a caminar al interior del edificio, abordo el ascensor que me lleva hasta mi piso dejando la frente pegada a la fría pared de metal con todo el cuerpo acalorado. Entro a mi apartamento encaminándome a mi habitación pero el que Isabel venga a mi encuentro solo me hace pensar una cosa.

-¿Qué mierdas fue eso? — me pregunta — una cena de amigos ¿verdad? — me dice y se me atraviesa para que no entre a mi habitación.

-No empieces — la aparto — déjame sola no estoy de humor, hablamos mañana

-Pero...— la dejo con la palabra en la boca y cierro la puerta con un estrellón.

Recuesto mi espalda en la madera de la puerta y hecho la cabeza hacia atrás cerrando los ojos y negando.

-¿En serio, me beso? — me hago la pregunta en voz alta.

Respiro hondo, paso las manos por mi rostro y me acerco a la mesita de noche donde dejo mi bolso pequeño, me quito el vestido, los tacones y el poco maquillaje que tengo, me suelto el cabello y me pongo un pijama antes de meterme bajo mis sabanas haciéndome un sin fin de preguntas ¿y ahora qué sigue?, ¿me besará otra vez?, ¿por qué lo hizo?, la cabeza me empieza a doler y cierro los ojos dejando de pensar en tonterías, lo cierto es que no quiero pensar en nada que tenga que ver con lo que acaba de pasar entre mi amigo y yo,  me obligo a apagar mis pensamientos y el sueño me vence hasta quedarme dormida.

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