CAPITULO 6

REENCUENTRO INESPERADO

ALESSIA

El calor se cala por cada uno de los poros de mi piel, el sol se intensifica con el paso de las horas y deseo con ansias estar desnuda en este lugar. Me arreglo mi larga falda blanca frente al espejo de cuerpo completo, la falda me gusta demasiado hace que me vea muy bien con esa abertura en el muslo derecho, me coloco un top de tirantes del mismo color y unas sandalias a juego. Me vuelvo a reparar de arriba hacia abajo, Isabel aparece en mi campo de visión, trae una falda igual a la mía y un top amarillo. Esta más relajada gracias a las seis horas de descanso que obtuvimos.

-¿Iremos al mar o nos quedaremos frente a la piscina? – me pregunta mientras me hago un moño alto.

-Iremos al mar – le digo – a eso vine y después vamos a comer algo, no hemos probado nada desde ayer después del postre en el avión – asiente.

-Vale – dice y agarramos nuestros bolsos y salimos de la habitación buscando el ascensor.

Bajamos a la recepción y salimos del lugar que tiene una pinta increíble. Caminamos hacia el mar dejando que la arena caliente y suave toque parte de nuestros pies mientras que el aire hace un trabajo increíble de mover nuestras faldas a su ritmo. Ubicamos una mesa con dos tumbonas y una sombrilla que la cubre de los rayos del sol nos sentamos y me coloco mis lentes oscuros e Isabel se aplica protector solar sobre su piel.

-Este lugar es hermoso – me dice mientras pasea su vista por todo el lugar – creo que me quedare a vivir aquí.

-Tienes razón – le digo – el lugar es hermoso, pero el calor es insoportable – recuesto la cabeza en el espaldar de la tumbona y cierro los ojos – de hecho tu a todos los lugares que vas quieres quedarte a vivir – se ríe e imita la misma pose que yo.

Copacabana es muy famoso por su playa en forma de media luna, también es uno de los barrios más animados de Río y por ese motivo siempre tiene visitantes las 24 horas, Rolando me sorprendió bastante esta vez, sí soy honesta.

-¿Quieres hacer algo en especial más tarde? – Le pregunto a Isabel – ¿quizás ir a bailar o a recorrer las calles del lugar?

No recibo respuesta, por lo que abro lo ojos y dirijo mi mirada hacia ella, arrugo las cejas cuando veo que tiene la vista fija en el mismo punto, sigo el trayecto de su mirada clavando la mía en el mismo lugar y entiendo porque no tengo su atención.

-Mira eso – dice y la veo morderse el labio inferior, vuelvo la vista hacia el mar y me muevo incomoda sobre la tumbona.

Un hombre alto, con sus músculos definidos y el cabello negro sale del agua caminando hacia una tumbona donde lo espera una castaña en bikini, un hombre guapo por lo que veo aunque no le vi bien el rostro todo su porte grita “dominante imbécil”, de aquellos que creen que pueden poseer a la mujer que quieran solo con dar una orden.

El hombre pasea su mirada por toda la playa y la detiene en dirección nuestra sonríe y…

Mis ojos no pueden creer lo que ven, me quedo inmóvil con la vista clavada en el hombre guapo tratando de no emocionarme mucho – no puede ser cierto – por inercia sonrió "David", mi mejor amigo está aquí.

Me emociona mucho saber que está aquí, hace cinco años no lo veo y me hace falta demasiado como para no levantarme y correr hacia él y abrazarlo pero desisto de la idea cuando la castaña se prende como garrapa a su brazo.

-Pero que hombre – dice Isabel mordiéndose él labio – está bien rico y cogible el cabrón.

-Cuidado – le digo – estás hablando de mi mejor amigo – vuelvo a sonreír y se levanta de golpe.

-¡¿QUE?! – dice con un tono de asombro.

No le respondo solo me levanto y empiezo a caminar en la misma dirección del hombre, no me importa que la garrapata no se le despegue, llevo cinco años sin verlo es normal que me emocione, lo he extrañado mucho desde que me fui a Francia.

Llego junto a él y me lanzo encima dejando que mis brazos rodeen su cuello mientras los de él rodean mi cintura.

-Muffin – susurra en mi oído provocando que suelte una carcajada por el estúpido apodo que me puso cuando teníamos diez años – tanto tiempo, te he extrañado muchísimo – me da un beso en la frente.

-Homie – respondo – también te he extrañado mucho, no sabes cuánto – le doy un beso en la mejilla y mis ojos empiezan a cristalizarse.

-No intentes llorar, no eres una perra débil – se ríe – ¿Qué haces aquí? – pregunta.

-Estoy de vacaciones – respondo – y ¿tú que, también lo estás? – le devuelvo la pregunta.

-Emmm algo así – me dice – vine con mi jefe pero nos vamos mañana – se pasa la mano por su cabello mojado.

-Entiendo – vuelvo a sonreír – ven, te quiero presentar a mi mejor amiga – lo tomo de la mano llevándolo hasta donde esta Isabel sentada viéndonos de lejos – ella es algo loca – le advierto y sonríe.

Llego a su lugar y ella se levanta con la típica sonrisa coqueta en los labios, ruedo los ojos y carraspeo.

-Homie – le hablo a mi amigo – ella es Isabel mi mejor amiga – la señalo – Nena, él es David mi mejor amigo – lo señalo.

David extiende su mano en la dirección de mi amiga y esta le corresponde sonriendo. Me fijo en la cara de ambos y veo a mi amigo sonreírle y a ella veo como se le iluminan los ojos "Ay No Joder" carraspeo para sacarlos de la hipnosis y mi amiga habla.

-Un gusto – dice ella sin apartar su vista.

-El gusto es mío – dice él sonriendo.

-Bueno – interrumpo – que les parece si vamos a comer algo los tres – propongo.

-No – se apresura a decir David y yo arqueo una ceja en su dirección – es que mi jefe me está esperando para él almuerzo.

-Es una verdadera pena – le dice mi amiga.

Salto la mirada de uno a otro y sonrío por la cara de idiota que tienen los dos “¿amor a primera vista?”, no lo creo, ella dijo que no existe.

-Les propongo algo – habla David – porque no vienen conmigo y comemos todos juntos así les presento a mi jefe.

-Estás loco – le digo – es decir, no quiero que se enoje, ha de ser el tipo de hombre amargado que está pasando por un divorcio y solo quiere pelear con la gente – hago una mueca e Isabel se ríe.

El teléfono de mi amigo suena, mira la pantalla y hace una mueca.

-Espera – dice David alejándose a responder la llamada que le acaba de entrar.

-Mujer – Isabel me agarra del brazo – porque no me contaste que tienes un amigo que parece un... – se muerde el labio.

-Ya vas de pervertida – le digo – te hable de él un día pero no me prestaste atención – rueda los ojos y abre la boca para hablar pero se calla cuando David se vuelve a acercar.

-Todo esta listo – nos dice – nos podemos ir, hable con mi jefe y le dije que llevaría a dos amigas...

-No – lo corto de inmediato.

-Hay Mujer por favor – Isabel hace una mueca.

-No te preocupes – David sonríe – él está de acuerdo y no tiene problemas con que vayan.

Veo a mi amiga que me hace ojos de borreguito, odio que haga eso pero termino rodando mis ojos, convencida de que es una mala idea termino aceptando y empiezo a caminar siguiendo a mi amigo. David nos guía al restaurante cercano donde almorzaremos junto a su aburrido jefe, no lo conozco pero supongo que es un señor de 50 años aburrido que está a punto de morir, todos los jefes son aburridos o son obsesivos como cierta persona que no mencionare.

-¿Seguro de que tu jefe no se enfadara? – vuelvo a preguntar.

-No, ahora camina

No decimos nada más y llegamos al lugar, el hotel donde me estoy hospedando con mi amiga, entramos y nos dirigimos a la tercera planta donde está el restaurante, antes de ir a la mesa donde está esperándonos el señor aburrimiento los detengo.

-Iré al tocador primero – les aviso – adelántense y yo los busco – David me toma del brazo antes de que me dé la vuelta.

-Pídele al mesero que esta allá –  David me señala a un hombre que está tomando la orden en una mesa – que te lleve a mi mesa, solo dale mi nombre y apellido para que te pueda ubicar – asiento y me encamino al tocador.

No sé porque diablos siento la necesidad de salir corriendo, empiezo a sentir como si tuviera un montón de lombrices en mi estómago, no le pongo importancia y me apresuro a arreglarme un poco el cabello y la ropa, no tardó más de diez minutos, me limpio el poco sudor de la frente y el cuello. "No puedo presentarme así delante de un jefe de... lo que sea que sea el señor cincuentón", me preparo para salir pero me devuelvo a colocarme un poco de labial rojo. Salgo del baño y me encamino por donde vine, ubico al mesero que me indico David y me acerco a él.

-Señorita, Buenas tardes bienvenida – me dice – ¿en qué puedo ayudarla? ¿Necesita una mesa? – pregunta y yo niego.

-David Ferrer me espera en su mesa – le sonrío – ¿podría ayudarme a ubicarla? – le pregunto y este asiente.

-Si claro, sígame por favor – me señala el camino – el señor me pidió que la llevara a la mesa donde él se encuentra – habla mientras camina.

-Gracias.

Camino siguiendo al mesero dándome una buena vista de lo lujoso que es el lugar. Llegamos a la segunda planta que tiene una maravillosa vista al mar y los nervios vuelven a aparecer, ubico a mi amiga en una mesa junto a la enorme ventana y veo junto a ella a mi amigo, tres hombres más los acompañan a los que ni siquiera les veo la cara ya que están de espalda hacia mí, paso saliva, David no me dijo que habían más personas solo me menciono a su aburrido jefe, de lejos veo que no es un cincuentón como lo había imaginado ¿y si él no es el jefe?, sigo caminando hasta detenerme detrás de ellos, el olor a un perfume amaderado y exquisito inunda mi olfato y...

-Buenas Tardes – digo mostrando mi seguridad – ya estoy aquí.

Los tres hombres se levantan girándose hacia mí y… ¡JODER! ¿acaso estoy en el cielo?, me quedo inmóvil cuando reparo a los tres muñecos que tengo enfrente, dos de ellos con los mismos rasgos, altos, el cabello castaño oscuro con el mismo corte, reducido a los lados y abundante arriba y eso sí, unos preciosos ojos verdes como esmeraldas, el tercero es del mismo alto pero este en lugar de ojos esmeralda tiene unos preciosos ojos café avellana y el cabello negro, los tres con una barba bien recortada y solo con la mirada gritan poder, ambición, peligro y dominio.

Lo peor de todo es que solo uno de ellos logra llamar toda mi atención, salgo de la hipnosis cuando veo a mi amiga con una sonrisa de burla en su rostro y David se posa a mi lado.

-Compañeros – les habla David a los hombres que no dejan de verme – ella es Alessia mi mejor amiga, está aquí de vacaciones, creo que ya les conté un poco sobre ella – no me inmuto con lo que acaba de decir, estoy absorta con el dios del inframundo que tengo enfrente.

-Mucho gusto – me dice el primer hombre con un acento Italiano, extendiendo su mano en mi dirección – soy Alexander Moretti a tus ordenes muñeca – me sonríe y le doy la mano.

-Un placer – sonrió.

-Encantado – habla el de ojos cafés extendiendo también su mano en mi dirección – yo soy Fabrizio Tadesco colega de ellos – señala a los hombres de ojos verdes.

-Un gusto – le doy la mano y también le sonrió.

Vuelvo la vista al hombre que no deja de verme como si fuera la octava maravilla del mundo, sus ojos se funden con los míos y siento como el calor me sube hasta las mejillas, siento húmeda mi parte íntima y lo empiezo a odiar por el simple hecho de lo que está causando en mi ahora mismo.

-Él es mi hermano mayor – habla Alexander al ver que este no se mueve – Erick Moretti – su hermano le da un codazo y este reacciona.

-Es un gusto conocerte preciosa – me dice y extendiendo su mano en mi dirección.

-El gusto es mío

Le sonrió y experimento una de las reacciones más extrañas que he pasado cuando le extiendo mi mano y el la sujeta con dominación pero a la vez de una forma suave, una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo haciendo que mi piel se erice y mis mejillas se sonrojen, mi respiración empieza acelerarse y mi entrepierna a humedecerse aún más. Tres italianos guapos y ardientes, son la viva reencarnación del diablo. El Adonis que tengo enfrente no aparta su vista de mí y yo ya no sé qué más hacer para desaparecer de aquí, siento como en mi estómago de nuevo aparece la sensación de maripositas y yo trato de mantenerme en pie y no salir corriendo.

-Bien – habla mi amigo – tomemos asiento y ordenemos, tengo hambre – pone su mano en mi espalda.

-No – digo sin apartar la vista del hombre que no ha dejado de verme y David arruga las cejas en mi dirección.

-¿cómo has dicho? – pregunta David.

-Dije que no – carraspeo – es decir, no puedo sentarme hasta que el señor aquí presente quiera devolverme mi mano – le digo y este rápidamente la suelta

-Discúlpame – habla sin apartar su vista.

-No se preocupe señor – le digo – mmm y ¿tu jefe? – le pregunto a mi amigo.

-Es el – me señala al tal Erick y de inmediato me arrepiento de todo lo que pensé – Erick Moretti es mi jefe y Alexander el segundo al mando.

-Oh – trago grueso y me obligo a sonreír – es genial, entonces comamos.

Rodeo la mesa hasta sentarme a la par de mi amiga que me sonríe y no tiene que decirme nada ya que su mirada me dice todo. Me siento y quedo frente al mismo hombre, aparto mi vista observando a los diez hombres que le cuidan la espalda y que no había visto antes "¿pero que se cree este hombre?, ¿el presidente?".

El mesero llega a tomar la orden y desvió mi mirada hacia la ventana y no sé por qué de un momento a otro empiezo a sudar de nuevo, los nervios se apoderan de mi cuando noto que el hombre que tengo en frente no se inmuta en quitarme la mirada, baja su vista hasta dejarla clavada en el escote del top que deja ver mis pechos pasándose la lengua por los labios y tal gesto me parece bastante seductor, vuelve a subir su mirada y esta vez la deja fija en mis labios y por inercia vuelvo a fijar mi vista en el mordiéndome el labio yo también.

Su atractivo es peligroso, es el tipo de hombre que grita poder, ambición y dominio, en su mirada esmeralda arde un infierno provocando que quiera condenarme a arder en sus llamas. Lo que mi cuerpo sintió cuando le di la mano fue nuevo, fue como el inicio de una guerra conmigo misma, con mis miedos e inseguridades que estaban escondidas en lo más profundo de mi cuerpo, pese a que tengo en cuenta que soy hermosa y que podría estar dentro de los estándares de belleza no dejo de sentirme inferior con este hombre que es como un dios del inframundo, y pensar en la idea de que probablemente él me esté viendo en este momento como un simple pedazo de carne me hace sentir débil y me provoca desaparecer inmediatamente.

Su hermano se inclina hacia el susurrándole algo en el oído pero este ni se mueve ni hace nada para apartar su vista de mis labios.

-Discúlpenme – digo – mmm… no me siento bien, creo que mejor me voy a descansar – me levanto y mi amiga me toma del brazo.

-¿Qué te pasa? – Pregunta preocupada – ¿quieres que vaya contigo?

-No – aparto su mano – quédate y disfruta de la comida, yo iré sola – sonrió – permiso.

Termino de levantarme de la silla y camino hasta la planta baja saliendo del restaurante corriendo como loca, respiro hondo ¿Qué diablos me pasa? me pregunto cuando estoy afuera y me pierdo entre toda la gente.

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