Máximo
―Está todo verificado. No hay más información, todo lo hicieron sin ser vistos―sobre la mesa de la cafetería tiro la carpeta con la información que me ha entregado Edison, un Edison lleno de frustración, sé que se siente culpable por haber sido burlado por éstas dos personas. Sé que al igual que yo, queremos llegar a ellos, hacer justicia. El haber hecho lo que hicieron, no tiene perdón, sé que la justicia de los hombres los pondrá en la calle en un cerrar de ojos, tendré justicia propia por Abby y por nuestro bebé.
―Abby sale esta tarde, avisa a Martha que tenga lo más importante, trabajaré en casa toda esta semana, hasta que den totalmente a Abby de alta, ella insiste en retomar su trabajo para distraerse, así que necesito que refuerces la segurida
Abby ―Con cuidado―Máximo me toma del brazo para ayudarme a recostarme en nuestra cama, hoy me han dado de alta, pero aún necesito reposo. ―Deja pongo otra almohada... Lo alcanzo a tomar del brazo y lo detengo. ―Estoy bien, no necesito otra almohada. ¿Por qué no mejor te recuestas conmigo? ―Apenas sale una media sonrisa de mis labios, en todo el camino el silencio reinó entre nosotros, siento que intenta encerrarse en sí mismo y no puedo permitirlo, somos un pilar, juntos. Él suspira y me regresa otra media sonrisa. ―Está bien, diez minutos, necesito ir al despacho a arreglar unas cosas, pero regresaré y podremos acurrucarnos toda la tarde y noche, ¿Sí? ―asiento. Se recuesta
Máximo Intento contenerme en el momento que cierro la puerta de nuestra habitación, mi mano aún sigue en el picaporte, la miro y aprieto, la ira corre por mis venas, mi cabeza hace ebullición. ¿Amber es la culpable de la muerte de nuestro hijo? No sabe con quién se ha metido, cierro los ojos y el dolor se ha instalado con más fuerza en mi pecho, los dientes los aprieto a tal grado de rechinar y doler. ¿Amber? ¡Has llegado demasiado lejos! ¡Puedes meterte conmigo, pero a mi familia no! ¡Lo vas a pagar muy pero muy caro! Suelto el agarre del picaporte, y avanzo a pasos veloces hasta el despacho, al entrar está Edison con el equipo de seguridad, entro y no digo nada, rodeo el escritorio, estoy a punto de sentarme, pero no, comienzo a caminar de un lado a otro, buscand
Abby Edward me aleja de la puerta del despacho, puedo notar su preocupación, miro mi reloj y son las ocho y media de la noche, miro al resto de la casa. ¿Solo es Edward y Frederyc? ― ¿Dónde están todos? No sabía que vendrían―Edward me guía a la cocina, me retira la silla y me hace sentarme, pasa su mano por mi cabello para arreglarlo, pero su silencio me da más intriga, ¿Por qué Máximo estaba sangrando? Me tranquiliza el no haber estado sola y Frederyc esté en estos momentos con él, Edward agita su mano frente a mí, en una mano tiene una botella grande de jugo de naranja, asiento, y me sirve un poco y otro poco para él. ― ¿Qué haces levantada? Se supone que llegando deberías descansar, y a lo que escuché de la d
Máximo―La señorita Benson, mi prometida, no está en condiciones de asistir a esta junta, por eso YO como el presidente y dueño, me tomo el placer de atenderlos―remarco educadamente al escuchar la insistencia de hacer la junta con Abby. ―Señores, ella es solo una directora de finanzas de la empresa, yo como el dueño, puedo atender cualquier duda que tengan, ¿Alguna?―solo veo a un grupo de chinos mirarse entre sí, dudando si hacer la junta. Niega el que preside la junta del otro lado. ―Podemos cambiar la junta directamente cuando lleguemos el viernes a Estados Unidos, esperamos que la señorita Benson pueda acompañarnos, ¿Es algún problema señor Galloway? ―niego frustrado. No puedo creer que no quieran hacer la junta si Abby no está, ahora esperar a que vengan. Nos despedimos, al bajar la pa
Abby ― ¿Martha? ―Martha sale del interior de la alacena con latas en la mano. Me recargo en la isla de granito. ― ¿Si, Abby? ¿Necesitas algo? ―niego rápido. ― ¿Ya llegó Máximo? ―ella asiente. ―Desde que ha llegado, está encerrado en el despacho, ha pedido que no lo molesten, pero lo debe de decir por nosotros. ―Oh, ¿A qué horas ha llegado? ―Martha intenta recordar. ―Hace dos horas, después que te he subido el almuerzo. ¿Pasa algo, Abby? Niego, luego le doy una sonrisa a medias. ―Iré a verlo, ¿Quieres que te ayude con la cena? ― ¡Claro que no
Máximo Sale Abby azotando con fuerza la puerta del despacho, le llamo, pero ha salido sin mirar atrás. ― ¡Abby! ―no regresa, golpeo el escritorio y después tiro el resto de las cosas que están sobre la superficie del escritorio. Tiro la silla a mi paso, y voy en su búsqueda. Abro la puerta y salgo del despacho, ella aparece al final del pasillo en dirección a las escaleras, Martha, Edison y el resto de seguridad sin duda han escuchado, pero no me importa. Tengo que hablar con ella, tiene que entender que hay pruebas de que Amber está en París. ― ¡Abby! ―vuelvo a gritar, pero ella sube las escaleras un poco veloz, me preocupa que debe aún seguir en reposo. ― ¡Ten cuidado, maldita sea! ― ¡Dé
Abby Su cara es pálida, por un momento quiero preguntarle si se siente bien, pero tengo que aferrarme a mi ira, a mi enojo para no flaquear, sé que él tiene más confianza en las pruebas que se le han sido entregadas, pero a mí nadie me va a comprar con eso. Yo la escuché, yo... No vayas ahí, Abby. ―Abby...―intenta llamar mi atención Máximo. Pero lo ignoro, estoy demasiado cabreada como para hablar con él, necesito respirar, aunque sé que tengo el reposo, no voy a soportar estar cerca de él, necesito pensar con claridad lo que voy a hacer. ―Vete―me pongo mis zapatos deportivos y luego tomo una camiseta y una sudadera, Máximo está en la puerta, bloqueando con ambos brazos. Lo miro, pienso una manera de
Máximo Agarro la botella de vino, subo las escaleras, y veo a Martha salir disparada a la cocina, arrugo mi entrecejo, camino hasta la cocina y ahí está, alistando los materiales para la pasta favorita de Abby. ―Aquí está el vino―noto sus mejillas sonrojadas, pero no me mira, está intentando concentrarse en llenar la olla de agua y sigue moviéndose de un lado a otro, me siento en la silla de la barra, agarra el vino y lo mete a enfriar. ― ¿Estás bien Martha? Cuando está a punto de contestarme, suena el intercomunicador de la cocina, Martha mira inmediatamente y antes de tener la intención si quiera de levantarme a contestar, ella lo alcanza y contesta. ― ¿Sí? ¿La señorita Benson?―se gira y murmura algo luego