Abby
Martha me observa detenidamente con una ceja arqueada cuando salgo del elevador, Máximo está tomando el juego de naranja y al terminar toma un paquetito de galletas saladas, abre el empaque y le da la mordida a una.
―Gracias Martha― se gira hacia mí, yo sigo de pie en el recibidor y apenas puedo pestañear...―Estaré en el despacho, no me esperes, tengo mucho que hacer.
Asiento lentamente, Martha y yo miramos como Máximo se dirige hacia el despacho en la planta baja. Luego me encuentro con la mirada de Martha, una sonrisa adorna su rostro y el brillo de emoción salta a la vista.
―Martha yo...
―No diré nada, señorita Benson, soy una tumba.
Asiento lentamente, le hago saber a
Máximo ―Máximo...―su voz es un susurro débil. Estoy en total shock, al igual que ella no puedo decir nada más, su rostro palidece mucho más, parpadeo varias veces, ¿Está embarazada? Bajo mi mirada a su vientre que está cubierto por una tela delgada de seda, Abby lleva su mano hasta allí, donde está... ¿Él? ¿Ella? Trago en seco, siento como el escalofrío me recorre de pies a cabeza. No estoy listo para ser padre, las imágenes del pasado, Amber cayendo por las escaleras, la sangre entre sus piernas, el doctor informando que el bebé no sobrevivió, la culpa que me embarga desde entonces… Siento como la ansiedad y el pánico despierta en mí, o podría ser por qué no estamos preparados, no quiero pasar por lo de añ
Abby ―Tienes que descansar, esa caída que has tenido fue peligrosa, ¿Escuchaste lo que dijo la doctora? Casi se desprende mi sobrino...―detiene su regaño y se lleva la mano a su pecho, su labio tiembla, intenta retener las lágrimas. Me muevo un poco, y con la palma de mi mano sobre la cama le hago señas que se acerque. Lo hace sin dudar, se recuesta a mi lado y me abraza. ―Estamos bien―intento tranquilizarla. ―Lo sé, pero el saber que seré tía... me ha vuelto algo sensible. No quiero que les pase nada...―suspiro contra su fleco. ―Gracias, Melani. Nos quedamos en silencio por varios minutos, incluso estoy a punto de quedarme dormida. ― ¿Quieres saber
Máximo ― ¿Ya te sientes mejor? ―Melani me pregunta mientras enrosca su brazo al mío, caminamos por el pasillo hacia la habitación de Abby. Melani me ha contado que se ha quedado dormida, y quiero asegurarme de que ella y nuestro bebé estén bien. Pienso que será una tia muy protectora. Con mi mano libre muerdo otro poco de la galleta salada, las náuseas y el vómito han disminuido. ―Si, mejor. La presión se ha estabilizado solo queda estar...―me quedo callado al darme cuenta de que una enfermera ha llamado mi atención. De espalda se dirige junto con otro enfermero a la otra salida, es demasiado alto, caminan a paso veloz, algo me hace sospechar, han salido de la habitación de Abby. ¿Y la seguridad? ― ¿Qué pasa? ―Melani pregunta al ver que no
Abby ―El señor Galloway, quiere entrar a verla, ¿Qué quiere que haga? ―Estoy acostada en posición de feto, mirando hacia la ventana de la habitación. Mi cabeza quiere estallar, romperse en mil pedazos, como lo está mi corazón en estos momentos. ―No. ―Pero el insiste en.…―la interrumpo. ―No, he dicho que no. Quiero estar sola...―suplico. ―Está bien, señorita Benson. La enfermera sale, por fin estoy sola. Cierro los ojos y la escena se repite una y otra vez dentro de mi cabeza, la mano se desliza a mi vientre y las lágrimas empiezan a deslizarse por mis mejillas, empiezo a llorar de nuevo, a maldecir el por qué no pude hacer mucho más. Por qu&ea
Máximo ―Está todo verificado. No hay más información, todo lo hicieron sin ser vistos―sobre la mesa de la cafetería tiro la carpeta con la información que me ha entregado Edison, un Edison lleno de frustración, sé que se siente culpable por haber sido burlado por éstas dos personas. Sé que al igual que yo, queremos llegar a ellos, hacer justicia. El haber hecho lo que hicieron, no tiene perdón, sé que la justicia de los hombres los pondrá en la calle en un cerrar de ojos, tendré justicia propia por Abby y por nuestro bebé. ―Abby sale esta tarde, avisa a Martha que tenga lo más importante, trabajaré en casa toda esta semana, hasta que den totalmente a Abby de alta, ella insiste en retomar su trabajo para distraerse, así que necesito que refuerces la segurida
Abby ―Con cuidado―Máximo me toma del brazo para ayudarme a recostarme en nuestra cama, hoy me han dado de alta, pero aún necesito reposo. ―Deja pongo otra almohada... Lo alcanzo a tomar del brazo y lo detengo. ―Estoy bien, no necesito otra almohada. ¿Por qué no mejor te recuestas conmigo? ―Apenas sale una media sonrisa de mis labios, en todo el camino el silencio reinó entre nosotros, siento que intenta encerrarse en sí mismo y no puedo permitirlo, somos un pilar, juntos. Él suspira y me regresa otra media sonrisa. ―Está bien, diez minutos, necesito ir al despacho a arreglar unas cosas, pero regresaré y podremos acurrucarnos toda la tarde y noche, ¿Sí? ―asiento. Se recuesta
Máximo Intento contenerme en el momento que cierro la puerta de nuestra habitación, mi mano aún sigue en el picaporte, la miro y aprieto, la ira corre por mis venas, mi cabeza hace ebullición. ¿Amber es la culpable de la muerte de nuestro hijo? No sabe con quién se ha metido, cierro los ojos y el dolor se ha instalado con más fuerza en mi pecho, los dientes los aprieto a tal grado de rechinar y doler. ¿Amber? ¡Has llegado demasiado lejos! ¡Puedes meterte conmigo, pero a mi familia no! ¡Lo vas a pagar muy pero muy caro! Suelto el agarre del picaporte, y avanzo a pasos veloces hasta el despacho, al entrar está Edison con el equipo de seguridad, entro y no digo nada, rodeo el escritorio, estoy a punto de sentarme, pero no, comienzo a caminar de un lado a otro, buscand
Abby Edward me aleja de la puerta del despacho, puedo notar su preocupación, miro mi reloj y son las ocho y media de la noche, miro al resto de la casa. ¿Solo es Edward y Frederyc? ― ¿Dónde están todos? No sabía que vendrían―Edward me guía a la cocina, me retira la silla y me hace sentarme, pasa su mano por mi cabello para arreglarlo, pero su silencio me da más intriga, ¿Por qué Máximo estaba sangrando? Me tranquiliza el no haber estado sola y Frederyc esté en estos momentos con él, Edward agita su mano frente a mí, en una mano tiene una botella grande de jugo de naranja, asiento, y me sirve un poco y otro poco para él. ― ¿Qué haces levantada? Se supone que llegando deberías descansar, y a lo que escuché de la d