— Listo, esas son todas — Digo para mí misma mientras dejo la última caja en el suelo de mi nueva habitación.
Justo en ese momento el sonido de mi teléfono, avisando que alguien llama, llena el silencio del cuarto; haciendo que me sobresalté un poco.
Reviso la pantalla de este, al ver el nombre de quien llama, una sonrisa involuntaria aparece en mis labios. Me recuesto en el colchón de mi cama, el cual está sin sabanas, para contestar el teléfono. Apenas lo hago, esa voz animada y tan conocida inunda mis oídos.
— ¿Cómo va todo, sis?— Pregunta mi mejor amigo al otro lado del teléfono.
Carter y yo nos conocimos cuando teníamos 11 años de edad. El vive en el mismo edificio en el que yo vivía. El día en que mi mama y yo nos mudamos, mientras desempacábamos nuestras cosas, el toco a nuestra puerta para presentarse y brindarnos ayuda si la necesitábamos. Mi mama acepto su ofrecimiento y el estuvo gran parte del día con nosotras ayudándonos y haciéndonos reír con sus ocurrencias.
Siempre he envidiado, de una forma sana, lo extrovertido que es Carter. Yo soy un poco más tímida y por lo general solo hablo si me hablan.
Resultó que también íbamos a la misma escuela y estábamos en el mismo salón, así que comenzamos a pasar más tiempo justos y a tener más confianza. Incluso mi mama le agarro cariño. Desde entonces somos los mejores amigos. Casi como hermanos.
Siempre estábamos juntos, igual que uña y mugre. El siempre estaba en mi casa, y yo... bueno, yo evitaba la de el porqué su madre era muy regañona.
— Todo bien. La casa es muy linda, mi cuarto es enorme y el lugar esta igual de bonito que antes —digo con simpleza.
— Me alegra mucho que todo esté bien. Pero a la vez me desagrada, porque sé que con eso mi amor y tú no van a querer volver y las voy a extrañar mucho.
— Carter deja de decirle así a mi mama es muy raro — le recrimino haciendo una mueca de asco, lo cual es ridículo por que se que no puede verme — Pero yo también te voy a extrañar mucho.
— Prométeme que seguiremos en contacto y haremos video llamadas al menos tres veces por semana.
— Lo prometo — digo poniéndome la mano en el corazón.
En serio tengo que dejar de hacer esas cosas porque él no puede verme. No es sano.
— También que me contaras todo lo que te pase allá. Y que no me vas a remplazar por otra persona. Porque sino yo mismo voy para allá y mato a ese estúpido y luego te secuestro ¿de acuerdo?
— De acuerdo —pronuncio soltando una risita.
—Mas te vale. Bueno, dile a mi amor que la quiero mucho y que la voy a extrañar.
— Carter ya bas...— pero no puedo terminar lo que iba a decir cuando el loco de mi mejor amigo me interrumpe.
—Bueno, como sea. Adiós, las quiero. Cuídense — y entonces cuelga. Este chico es un caso serio.
Dejo el teléfono en la cama con una sonrisa por las loqueras de mi mejor amigo y me quedo un rato viendo el enorme espacio que ahora es mi habitación. Me pregunto como la iré a acomodar. El problema de mudarte de un pequeño departamento a una casa, y más si esta es grande, es que no tienes muchas cosas para llenar el espacio. Aunque sin importar como quede no durara mucho tiempo ordenado.
Pero, bueno, después resolveré como arreglar este desastre.
Salgo de la habitación y bajo las escaleras de dos en dos, siguiendo el escándalo que proviene de la cocina de la casa.
Al llegar me encuentro con mi madre hecha un lio tratando de organizar todos sus utensilios de cocina en los gabinetes y estantes de esta. Ella es chef y por ende debe tener muchos utensilios para poder cocinar. De los cuales no tengo ni la menor idea de cómo utilizar la mitad de ellos, a mí me parecen aparatos de tortura. Una vez se me enredo el cabello en una batidora, fue horrible.
Una de las cosas por las que nos mudamos para esta casa fue por su gran cocina, eso fue lo que enamoró a mama desde el principio. A mí por otro lado me bastaba con tener un cuarto decente. La verdad es que no estoy muy emociona con esto de habernos mudado. Habíamos dejado todo allá, mis amigos y mi vida. Pero a mama le ofrecieron un buen trabajo aquí con un rango mayor al que tenía en su antiguo trabajo y no pudo negarse. Además de que ella siempre quiso volver para acá, ya que aquí tenemos a toda nuestra familia.
Ella es la mujer más fuerte que conozco. Cuando hace siete años perdimos a mi padre, ella no se desborono ni se rindió, como lo hacen la mayor parte de las personas que pierde a un ser querido, yo incluyéndome. Ella se levanto por mí y también me ayudo a levantarme. Consiguió un buen empleo, y a pesar de que este la separo de la mayor parte de su familia y amigos, lo tomo y nos saco a delante.
En serio estoy muy orgullosa de tenerla como madre.
— Carter te mando saludos —le comento mientras me subo en la isla de la cocina.
— Que dulce de su parte — dice ella dejando lo que estaba haciendo y colocando un rebelde cabello castaño que se había salido de su moño detrás de la oreja, para luego verme y preguntar—: ¿Y tú como estas? ¿Te gusta tu habitación?
— Está bien, es bonita —respondo sin mucho ánimo.
— Abby, sé que no te querías mudar —empieza a decir ella con cierto tono de culpa — Pero esta es una gran oportunidad para nosotras.
— Lo sé, mama. Estoy bien, en serio — le calmo.
— Te quiero —ella me da un tierno beso en la frente y me rodea con sus brazos y yo le devuelvo el gesto —Y mucho.
— Yo igual — la abrazo con fuerza.
Al separarse de mí se me queda viendo con una expresión juguetona en el rostro.
— ¿Nerviosa por lo de esta noche? — pregunta
— ¿Qué hay esta noche? — pregunto con un obvio tono de curiosidad fingida.
— La cena en la casa de Daine — dice dándome esta vez una mirada curiosa.
— ¡¡ Ah sí, cierto!! — exclamo como si me acabara de recordar la cosa más maravillosa del mundo. Mientras asiento como endemoniada con la cabeza — Se me había olvidado. Y no, normal. No sé por qué debería estar nerviosa.
Luego de hacer un exagerado encogimiento de hombros me bajo de la isla y salgo de la cocina como si nada. No sin antes echarle un vistazo a mí mama que está negando con la cabeza junto con una expresión divertida en su rostro.
¿Es que no podrías ser más obvia, Abigail?
Hay algo que tienen que saber de mí y es que soy malísima ocultando cosas y aparte también me pongo muy nerviosa cuando lo hago. Lo peor es que hay una cosa en mí que cada vez que no sé qué decir o que algo me sale mal, que es literalmente todo el tiempo, me dice que me pare y me vaya de ese lugar sin decir una sola palabra. Pero peor aun es que yo le hago caso.
Aunque la verdad es que si estoy nerviosa.
Y no es por visitar a Diane, a ella ya la había visto varias veces desde que llegamos, lo que me pone nerviosa es ver a Lian, el hijo de Diane, después de todos estos años. Bueno ni tantos fueron como dos, pero aun así me da nervios. La gente puede cambiar mucho en ese lapso de tiempo. Mi pobre ser no está preparado para verlo.
Pero bueno no me voy a atormentar más con eso, o si no voy a terminar más loca de lo que estoy. Así que subo de nuevo a mi habitación. Después de poner algo de música, comienzo a desempacar y a ordenar todo mientras muevo el cuerpo al ritmo de la canción.
...
Como a las 7 de la noche ya tengo gran parte del cuarto listo cuando escucho el grito de mi mama avisándome que me tengo que arreglar para ir a la casa de los Mason.
Después de bañarme y ponerme un lindo vestido floreado con unos tenis blanco y un suéter para el frio. Bajo encontrándome a mi mama retocándose el labial en el espejo de la sala. Ella lleva puesto un hermoso vestido azul que combina con sus ojos. Ella tiene unos hermosos ojos azules, me gustaría decir que los tengo igual, pero yo saque los ojos color caca de mi papa. Que desgracia.
El viaje en auto para llegar a la casa de los Mason no duro más de 5 minutos. Durante ese pequeño trayecto no pararon de sudarme las manos y tenía un cosquilleo molesto en el estomago.
Sé que no debería estar nerviosa, de seguro el no recuerda nada de lo que había pasado. Pero no puedo confiarme tanto. La vida me ha hecho entender, de una forma no muy agradable, que la suerte no es lo mío.
Al bajarnos del auto mama y yo nos acercamos a la puerta de una gran casa de color amarillo suave. Esta casa alguna vez fue uno de los lugares que mas me gustaba visitar. Hasta que se convirtió en el lugar que evitaba a toda costa.
La puerta se abre para dejarnos ver a una sonriente y muy bonita Daine con un delantal de cocina. Ella es la mejor amiga de mi mama desde que estaban en la preparatoria. Siempre estaban juntas y a sus hijos los criaron como amigos, cosa que no duro mucho. Cuando nos mudamos, separarse de su mejor amiga fue una de las cosas que más le dolió a mama. Pero mantuvieron el contacto, y cuando llegamos se comportaron como si nunca se hubieran separado. Siempre desee tener una amistad tan linda como esa.
— ¡Bienvenidas nuevamente! Están tan hermosas —exclama Daine mientras nos da un abrazo y un beso a cada una. Luego se aparta para que podamos pasar.
— Gracias. Tu también estas preciosa — dice mama después de entrar a la casa — ¡Wow todo está igual que cómo la recordaba! Extrañe mucho este lugar — agrega dándole una mirada a la casa.
Mama tiene toda la razón, la casa esta igual, segue siendo esa casa tan acogedora y bonita que siempre había sido. Luego de que mama dejara su abrigo en el perchero. Daine nos dice que la acompañemos a la cocina mientras ella termina la cena.
Al llegar a la cocina nos sentamos en las sillas de la isla. Daine empieza a preparar unas cosas y a revisar lo que está en el horno, que por cierto huele delicioso. Cuando cierra la puerta de este se endereza y me regala una mirada que no entiendo muy bien y pregunta:
— Así que, Abby ¿Cómo están los novios?
¡Ay mi querida Daine! si tan solo supieres que el idiota de mi ex me dejo por otra.
¿Por qué es que los adultos suelen preguntar siempre eso? ¿Es que no entienden que es incomodo decir que estamos más solos que... bueno, la gente sola?
Solo les digo que cuando sean mayores nunca hagan eso, en serio no lo hagan, es malo.
— No hay nadie por ahora —me encojo de hombros con cierta incomodidad — me estoy tomando un tiempo de las relaciones.
— Así está mejor. Tienes que concéntrate más en los estudios que en los muchachos —comenta ella.
— Eso es cierto — le da la razón mama.
Después de ese incomodo momento, mama y Daine hablan sobre la mudanza y muchas otras cosas de las cuales no presto atención.
Mi mente está en otro lado, más bien en alguien más. A pesar de que la conversación me distrajo un poco, sigo nerviosa por ver a Lian. Así que no puedo evitar lanzar constantes miradas hacia la entrada de la cocina por si acaso el se aparece de repente.
— ¿Puedes, Abby? — Daine me saca del loco mundo de mis pensamientos.
— ¿Disculpa?, no te escuche — pregunto confundida.
— ¿Hay hija donde tienes hoy la cabeza? — mama suelta una risita divertida.
— Te pregunte si podías ir a avisarle a Lian que la comida está lista — me aclara Daine con una sonrisa en el rostro.
— Ah... claro, no... no hay problema —acepto haciendo ese exagerado encogimiento de hombro mientras me levanto de la silla.
¡Pero claro que hay un problema!
¡Y grande!
Lo menos que quiero es interactuar con Lian y me mandan a buscarlo
¡Pero qué suerte la mía!
Subo las escaleras con lentitud y repaso mentalmente todo lo que voy a decirle, junto con las posibles formas con las que él podría responderme. Atravieso el pasillo de las habitaciones y llego a la entrada del cuarto de Lian.
Estoy frente a la puerta de su cuarto sin saber qué hacer, con las manos sudorosas y la respiración acelerada. Y claro no puede faltar la voz que dice que salga corriendo de ahí cuanto antes. Aparto esos pensamientos negativos. En serio esas voces de mi cabeza dan puras malas ideas.
Vamos Abby tu puedes — me doy ánimos mentalmente — Solo tienes que decirle que la cena esta lista y ya está. Sin complicaciones.
Toco la puerta con inseguridad pero nadie responde. Lo hago nuevamente con más firmeza, pero otra vez nada. Entonces me doy cuenta de que la puerta esta medio abierta. Sé que no debería hacerlo, pero bueno yo toque y no contesto.
Quién sabe si Lian está en su cuarto desmayado o muerto, y yo aquí dudando entrar por timidez.
Así que la abro y me encuentro con que no hay nadie. Gracias al cielo.
La habitación no ha cambiado mucho desde la última vez que estuve aquí. Sigue teniendo el mismo color azul oscuro. La cama, el escritorio, la mesita de noche y el closet siguen igual. Las únicas diferencias son que los posters de Pokemon, fueron remplazados por unos más maduros de futbol y bandas de música. Las figurillas de videojuegos de los estantes se quitaron para dar lugar a trofeos y esculturas. Y también hay un lindo collage de fotos en la pared del escritorio que me llama mucho la atención.
Aunque sigue siendo el cuarto de un chico adolescente, así que la ropa y los zapatos desordenados y regados por ahí no faltan.
Las fotos son muy bonitas, parecen tomadas por un profesional. Hay unas del cielo. Otra de la playa. Esta una de lo que parece la silueta de un chico en skateboard. Y muchas otras más. No sabía que a Lian le gustara la fotografía
Pero bueno Abby llevas años sin hablar con él, es obvio que no lo supieras.
Estoy tan absorta viendo las fotos que no noto la presencia de la persona observándome desde la puerta.
— ¿Qué haces aquí? — pregunta una voz masculina.
Ya yo decía que todo había estado muy tranquilo para ser normal.
Diosito ayúdeme.
— ¿y bueno...? — sí, ese es Lian esperando a que diga algo. — yo... he bueno yo... ya sabes estaba...— y si, esa soy yo y mi patético intento de responder a su pregunta. Pero es que es muy difícil poder decir algo coherente cuando tu cabeza está hecha un lío. Sucede que las personitas que allí habitan son un desastre en este momento. Unas corren como locas. Otras están paralizadas. Las más razonables tratan de recordar que hacía yo ahí. Unas gritan ¡¡CORRE, PERRA, CORRE!! Eso es precisamente lo que quiero hacer, pero él está justo en la puerta, así que no sería posible. Y otras, las hormonales, solo disfrutan de la vista. Y no las culpo, porque de verdad que es una muy buena vista. De hecho si nos encontráramos en una situación diferente de seguro yo estaría como ellas. Lian ha cambiado mucho desde la última vez que lo vi. Eso fue hace dos años, en una de las pocas veces que mama y yo pudimos venir para navidad. Pero en ese tiempo el tenía uno
Justo a las 7:15 AM la alarma del teléfono suena, despertándome de mi maravilloso sueño ¿porque es que siempre nos despiertan en las mejores partes de nuestros sueños? no es justo. Después de quedarme como media hora viendo a la nada, pensando en quien sabe que, me levanto para ir al baño, me cepillo los dientes y me ducho con agua caliente. Al salir me visto me pongo unos jeans negros, unos tenis y una sudadera. El otoño está comenzando y el frio es horrible, no me quiero ni imaginar cómo será en invierno. Luego me peino con una simple coleta alta, me coloco mi mochila y salgo de la habitación. No me voy a molestar en ponerme maquillaje, me da flojera. Cuando bajo, la casa está llena del increíble olor de huevos con tocino y pan tostado. Ese desayuno siempre lo prepara mama cuando es mi primer día de clases, o mi cumple años, o cualquier fecha importante. Se debe a que es nuestro favorito. Y se convirtió como en una tradición. &
Como no me queda de otra me encamino hacia las puertas dobles de entrada. Al menos elidiota mayorno mintió, porque en la primera puerta a la izquierda hay un cartel de madera donde se puede leer"Dirección" Toco la puerta y un suave pase se escucha del otro lado. Al entrara me recibe lo que parece una pequeña sala de espera, con varias puertas y en el centro hay un escrito con un cartelito que dice "secretaria" y una señora de lentes sentada detrás de él escribiendo unas cosas un una computadora. Al acercarme ella me dice que va a buscar mis cosas y que espere un momento. Después de que la secretaria desapareciera, detrás de unas de las puertas, voy a sentarme en una de las sillas de la esquina que la señora me señalo. Me siento al lado de una chica con cabello corto y negro, más o menos de mí edad, la cual no me había percatado de que estaba allí. Ella me regala una sonrisa de boca cerrada y yo se la devuelvo.
Cuando finalmente llego a la casa, el delicioso calor que hay en su interior me recibe; calentando mi fría piel y congelados huesos. No recordaba que este lugar fuese tanto frío. Todavía sigue siendo un poco extraño entrar en esta casa, se siente como si estuviera en la casa de alguien más. Pero solo tengo que darle tiempo hasta terminar convirtiéndolo en mi hogar. Aun cuando esto sea un poco difícil para mí. Mi padre un día me dijo que un hogar no es una casa o un lugar en especifico; un hogar son todas aquellas personas que llevamos en nuestro corazón. Pero desde que el falleció siento como si mi hogar estuviera incompleto, no importa con quien, o donde me encuentre siempre hay un vacío. Pero estoy dispuesta a trabajar en ello. ¿Cómo? No lo sé, pero lo intentare. Mama no se encuentra en casa, esa es una de las desventajas de su nuevo empleo; ella debe pasar más tiempo ahí, y llega a eso de las 7 u 8 de la tarde. Esa noticia me desanimo mucho, ya que desde q
Como a las 8 de la noche estoy leyendo un libro que Carter me recomendó, aunque este no me termina de convencer. Y no porque sea malo, sino porque esa relación toxica y dramática que tienen los personajes me estresa, a mi me gustan más los romances tranquilos. Este estilo de libros van más con Carter, porque el drama y el parecen un mismo ser. Y no pasa mucho tiempo cuando escucho el auto de mama estacionarse afuera. No sé si soy solo yo, o a otros les pasa igual, pero siento como si los carros tuviesen sonidos particulares. Puedo diferenciar el carro de mi madre del de otros. Tal vez si estoy más loca de lo que pensaba. Bajo las escaleras contenta porque ya no estoy sola en la casa y espero en el último escalón a que ella entre. Un rato después la puerta se abre y la figura de mi señora madre pasa por esta, pero se le hace un poco complicado por las bolsas y la caja cuadrada que lleva en los brazos. — Hola, mi amor —saluda mama con cariño. —H
—Pareces una bruja —le digo a mi reflejo en el espejo del baño.Esta mañana desperté con una cara de muerta horrible, tengo unas ojeras iguales a las de Emily del cadáver de la novia. Así que después de cepillar mis dientes y ducharme, decido ponerme un poco de maquillaje para tapar estas ojeras tercermundistas.Cuando salgo del baño me visto y recojo mi mochila para bajar a desayunar, pero mi teléfono suena avisándome que he recibido un mensaje, y para mi sorpresa es de la última persona en este mundo de la que esperaría que me mandara uno.Si, Lian.El idiota mayor:Oye loca. Mi mama está molesta porque no te di el recorrido, y a parte también por lo de la detención. Así que como castigo ahora tengo que llevarte y traerte de la escuela hasta que consigas la manera de ir tu sola. Te mando un mensaje cuando e
— ¿en serio te agrada ese neandertal?—sí, bueno no me ha hecho algo como para no hacerlo —respondo con indiferencia.—Todavía —murmura Clara.Apenas salimos a el receso no pude contenerme mas y termine soltándole un montón de preguntas a Clara respecto a lo sucedido hace rato en el salón; pero ella no parece muy dispuesta a responderlas. Ahora nos encontramos devolviendo nuestras bandejas de comida y salimos de la cafetería.—a ver ¿Qué te ha hecho para que te caiga tan mal? —interrogo.—no se trata de lo que me ha hecho a mí, sino a la gran mayoría de las chicas de esta escuela —cuenta— es un perro, no ha soltado a una cuando ya está detrás de otra.—Pues yo creo que le gustas —canturreo.Ella suelta un sonoro "ja" y luego niega con la cabeza.—si, como la otr
Hoy en la mañana me desperté, no solo con unas ojeras terribles, sino también con un enorme grano en la frente. ¿No se los había dicho ya? Cuando tengo un poco de buena suerte, la mala no tarda en llegar. Después de ducharme y ponerme un poco de maquillaje, para disimular mis ojeras y la espinilla, a la cual me tome la libertad de llamar Roberta, cogí mi mochila y mi guitarra, y baje a desayunar.Hoy voy a presentarme en las audiciones para la clase de música, solo espero que mi magnifica fortuna-nótese el sarcasmo- no se haga presente.Después de desayunar con mama, ella se va para su trabajo y yo me quedo esperandoal idiota mayor... y también orando para que el no pregunte nada de ayer. Pero conociendo mi suerte y como le encanta a esta hacerme sufrir, me invento una historia para justificar mi actitud; porque mujer precavida vale por dos. Espero que Lian se la trague.