Capítulo 309
—Probemos el té —me sugirió la señora Cruz.

—Señora Cruz, usted primero —contesté, tomando mi taza y acercándola a mi nariz para disfrutar del aroma.

—El mate tiene muchas variedades, y cada una tiene un aroma único. El que estamos tomando hoy es de tipo orquídea, con un toque fresco y floral —explicó.

—Es obvio que conoce mucho sobre té —respondí.

Aunque alguna vez mi padre me había enseñado a apreciar el té, nunca había desarrollado el gusto por su sabor amargo. Cada vez que lo bebía, sentía que era demasiado para mí.

Mi padre siempre decía que debía ser paciente, que cada té tenía su propio carácter y que una vez que uno lo apreciaba, era imposible dejarlo.

Pero en esos momentos, mi paciencia no era precisamente mi fuerte. No esperaba que mi primera verdadera apreciación del té fuera en una situación como esta.

—El té es una excelente manera de encontrar paz interior y de cultivar la paciencia —continuó—. Sebas es muy bueno preparándolo.

—En la empresa, el señor Cruz solo toma café.
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