Capítulo 305
—¿Solo por internet? —Sebastián frunció el ceño.

—Sí, no quiere reuniones presenciales —añadí, mientras recorría el breve mensaje. Se notaba que IQ era alguien que sabía lo que valía, la confianza en su tono rozaba la arrogancia.

—Está bien —dijo Sebastián, pensativo—. Pero necesitamos sus documentos de identidad y un currículum. No podemos trabajar a ciegas.

Sebastián me pasó uno de los vasos de agua que había traído, y yo lo acepté mientras asentía.

—Le escribiré de vuelta ahora mismo —dije, tomando mi teléfono para redactar una respuesta.

Mientras esperaba la contestación de IQ, me quedé jugando con Bobo y mi perro en la sala.

Bobo, como siempre, era completamente indiferente. Lo acaricié un poco, pero él apenas levantó la mirada.

¡Qué perro tan altivo!

Pensaba contarle a Sebastián lo mucho que me despreciaba su mascota cuando la sala se llenó con la melodía de «Only You».

La música me arrastró por un momento a recuerdos distantes, y el corazón me dio un pequeño vuelco antes de calm
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