—Jefe…Sebastián abrió la botella de yodo y mojó un poco de algodón, interrumpiendo mis palabras.—Ya es tarde, mientras antes te pongas el medicamento, más rápido podrás irte a casa.Sebastián parecía no querer que me retrasara y, de paso, que él pudiera regresar a su hogar sin más contratiempos.—Me llevaste a casa, así que yo te ayudo con la medicina. Nos ayudamos mutuamente, no es nada complicado. No hace falta que te pongas nerviosa.—No quiero molestarte.No es que estuviera nerviosa, simplemente estaba intentando mantener la distancia apropiada.Sebastián había dejado claro su punto, así que giré la silla ejecutiva para enfrentarme a él.Me tomó del tobillo, y al sentir su mano sobre mi piel, me di cuenta de que su palma estaba cálida. Ese calor comenzó a subir por mi pierna y terminó acumulándose en mi rostro.Le eché un vistazo rápido, pero pronto desvié la mirada, fijándome en su mano sosteniendo mi tobillo.Sus dedos eran largos, con las articulaciones marcadas, y comparados
—¡Sebastián, bájame! ¡Puedo caminar sola!Si alguien nos veía así, los rumores no tardarían en correr.—¿Vas a tomarte el día libre mañana? —preguntó con su calma habitual.—¿Por qué debería faltar si estoy bien? —Tiré suavemente de su brazo—. ¡Bájame!Sebastián me sostuvo más firme aún.—Si sigues caminando con esa herida, mañana ni siquiera podrás venir. La empresa tiene mucho trabajo, y no tengo a nadie que te reemplace.—Mi pie no está tan mal como crees.Mientras hablábamos, ya habíamos salido de la oficina de asistentes. El pasillo estaba iluminado y en completo silencio. Lo único que podía oír eran sus pasos y el acelerado latido de mi corazón.Este abrazo no tenía connotaciones románticas, pero cualquiera que nos viera lo interpretaría de otra manera.¡Él no podía estar tan enfocado en el trabajo como para ignorar los rumores!—Si no puedes ni mantenerte en pie, ¿quieres que reporte esto como un accidente de trabajo?Lo miré de reojo. Desde mi ángulo, su mandíbula afilada y per
—Claro que me importa, tu chica será mi futura jefa, y eso tiene mucho que ver con mi carrera. ¿Cómo no voy a fijarme? —Intenté mantener un tono neutral, pero sus palabras provocaban un cosquilleo en mi pecho.—En ese caso, tienes razón en prestarle atención. —Su sonrisa se reflejaba en su mirada, dándole un aire despreocupado.Llegamos al estacionamiento.Temiendo que alguien nos viera, cubrí mi rostro con las manos, tratando de ocultar mi vergüenza.Pero en lugar de soltarme, Sebastián inclinó mi cabeza hacia su pecho con firmeza.El olor fresco de su colonia me envolvió, invadiendo mis sentidos, mientras sentía la calidez de su cuerpo a través de la camisa.Jamás había tenido una relación tan íntima con otro hombre, aparte de Hugo. Mi cara ardía, completamente roja. Intenté alejarme, presionando su pecho con las manos.—¡Sebastián... suelta mi cabeza! —Mi rostro ardía de vergüenza.—Así te cubres mejor —respondió, con esa lógica fría que parecía ignorar por completo cómo podría vers
—No quiero recibir nada que no me haya ganado. Ya me has dado suficientes recompensas. Hagamos algo: mañana llevo el coche a un taller y que me digan cuánto costó realmente. Te lo transfiero en cuanto tenga la cifra.—Como quieras —respondió con indiferencia.Lo que no sabía era que Sebastián ya había hablado con el taller antes de que yo fuera. El precio que me dieron fue mucho más bajo de lo que realmente costaba.…El lunes, dejé a Lily con Ellen y me fui al trabajo, feliz con mi coche recién modificado.Cuando las cosas van bien, el trabajo fluye mejor.Al mediodía, mientras caminaba hacia la cafetería, mi teléfono sonó. Era Ammy.—Estoy en el Starbucks de Torre Verde. Ven aquí ahora mismo —dijo en un tono mandón que me irritó al instante.—Estoy ocupada. Si tienes algo que decir, hazlo por teléfono.No tenía la menor intención de sentarme a tomar café con Ammy.—Sara sigue en Ciudad de México, pero sus padres ya están en camino. Si no quieres que la encuentren, te sugiero que veng
Sebastián es uno de los solteros más codiciados de Ciudad de México, y siempre ha sido muy reservado con su vida. Conseguir una entrevista con él era un gran logro para cualquier periodista.Y Voces Latinas había apostado fuerte para que esa publicación ayudara a subir sus ventas, que últimamente habían caído.Voces Latinas ya había empezado a generar expectación antes de la publicación. Todo el mundo estaba esperando ansioso la revista.Que ahora no pudiera salir a la luz sería motivo de burla para muchos en el sector.Ammy había venido a buscarme como su último recurso desesperado.—No te hagas la tonta —espetó Ammy, con el rostro crispado de furia—. Eres la asistente de Sebas, y tienes problemas conmigo. ¿Quién más podría estar detrás de esto?—No sabía que tenía tanto poder como para hacer que Sebastián Cruz detuviera la publicación de una revista —dije, disfrutando el momento más de lo que debería—. Si tienes un problema, ve y habla con él. Yo no tengo nada que ver.—¿Pretendes de
Cristiano había sufrido contusiones y una leve conmoción cerebral después de la pelea en el bar. El médico recomendó que permaneciera en observación por unos días.Cristiano resultó herido por defender a Sara, y ella decidió quedarse hasta que él se recuperara. Según mis cálculos, ya debía estar cerca de salir del hospital.—Cuando tenga todo listo, te lo haré saber.—Prométeme que si pasa algo, me llamarás de inmediato —insistí.Quería verla antes de que se fuera, pero Sara se negó. Me aseguró que habría otras oportunidades, pero no saber cuándo la vería de nuevo me dejó una sensación amarga.Después de colgar, fui a comer algo rápido. Al regresar a la oficina, me topé con Sebastián.Quise preguntarle sobre la revista, pero decidí que eso era asunto entre él y su «amor imposible». No era mi lugar.—¿Querías decirme algo? —preguntó, como si pudiera leerme.Sonreí, evadiendo el tema.—Acabo de ver a la señorita Silverio en el Starbucks.Quizás si iba ahora, podría encontrarse con ella.
Pero también sabía que había dramas en los que era mejor no involucrarse. Y dado que Sebastián era un típico empresario arrogante cuando intentaba conquistar a alguien, lo último que quería era ser víctima de su mal humor.Tomé una decisión rápida y me metí en el elevador.Sabía que los tíos ya estaban en camino a Ciudad de México. Si no lograban encontrarla, probablemente vendrían a buscarme.Cuando llegué a casa, hablé con la administración del edificio y les mostré fotos de los padres de Sara. Dejé claro que no debían dejarlos entrar al condominio y que me contactaran si llegaban a aparecer. Estaba preparada.Lo que no esperaba era que los padres de Sara fueran directamente a Voces Latinas a buscar a Ammy.Salí a hacer unos recados y, al pasar por la revista, vi a Ammy lidiando con una muy molesta Belen y un aún más alterado Oliver.Decidí estacionarme en un lugar discreto para observar cómo se desarrollaba la situación.—Nos llamaste diciendo que nos ayudarías a encontrar a nuestra
Ammy, claramente horrorizada, replicó:—¿Un millón de dólares? ¡Esa chica apenas gana unos miles al mes! ¿Cómo esperas que haya ahorrado tanto?El descaro de los padres de Sara no tenía límites.Para ellos, su hija no era más que una mina de oro que estaban decididos a explotar.—Así Sara no tenga un millón ahorrado, no importa. La encontramos, la casamos y, con la dote, llegaremos a esa cantidad. Sabemos cómo sacarle ese dinero. —La voz de Oliver era fría y calculadora.Ammy, por primera vez, comenzó a dudar de su decisión de traer a los padres de Sara a Ciudad de México.—¿De verdad es su hija biológica? —preguntó, sin poder ocultar su desdén.Oliver soltó una carcajada seca.—Las hijas solo traen gastos. Una vez casadas, dejan de ser nuestro problema. Lo mejor es exprimirles todo el dinero antes de que eso pase. Así que, o nos compensas tú, o nos dices dónde está.El descaro de sus palabras me encendió. Sin poder contenerme, solté una serie de maldiciones que Diana escuchó clarament