Capítulo 282
Por la prisa de la mañana, había olvidado pegarlas. ¡Una lección dolorosa!

Tenía un par de zapatos bajos en el coche, esos que uso para conducir. Intenté meter el pie de nuevo en el zapato, pero en cuanto me moví, el dolor fue tan fuerte que volví a sentarme de golpe.

¡Qué dolor!

El talón estaba tan inflamado que cada paso con los tacones se sentía como una tortura.

Revisé la hora frunciendo el ceño.

Eran las ocho y media de la noche, y aún quedaban varias personas trabajando en la torre. Salir descalza sería un espectáculo que definitivamente no le haría bien a la imagen de Capital Montezuma.

Justo cuando no sabía qué hacer, alguien llamó a la puerta de la oficina de asistente ejecutivo.

Rápidamente ajusté mi expresión y me senté derecha.

—Adelante.

Sebastián empujó la puerta de la oficina.

—¿Lista para salir?

—Sí, ya terminé.

Por inercia, me puse de pie de inmediato, pero el dolor en mi pie me hizo soltar un pequeño quejido. Me sostuve rápidamente del escritorio para no perder el equ
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