Capítulo 283
—Jefe…

Sebastián abrió la botella de yodo y mojó un poco de algodón, interrumpiendo mis palabras.

—Ya es tarde, mientras antes te pongas el medicamento, más rápido podrás irte a casa.

Sebastián parecía no querer que me retrasara y, de paso, que él pudiera regresar a su hogar sin más contratiempos.

—Me llevaste a casa, así que yo te ayudo con la medicina. Nos ayudamos mutuamente, no es nada complicado. No hace falta que te pongas nerviosa.

—No quiero molestarte.

No es que estuviera nerviosa, simplemente estaba intentando mantener la distancia apropiada.

Sebastián había dejado claro su punto, así que giré la silla ejecutiva para enfrentarme a él.

Me tomó del tobillo, y al sentir su mano sobre mi piel, me di cuenta de que su palma estaba cálida. Ese calor comenzó a subir por mi pierna y terminó acumulándose en mi rostro.

Le eché un vistazo rápido, pero pronto desvié la mirada, fijándome en su mano sosteniendo mi tobillo.

Sus dedos eran largos, con las articulaciones marcadas, y comparados
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