Al salir, ven a Oliver esperar a unos metros, los niños se adelantan mientras sus padres caminan despacio tomados del brazo como una pareja enamorada y feliz.
—¿Sabes? Estoy muy excitado —le susurra Octavio al oído— No sé si pueda soportar la idea de compartir tu belleza con otros hombres.—Tus cumplidos, me incomodan. —Le responde muy seria. —Y este atuendo escandaloso me incomoda.—Debes aprenderte a vestir para ocasiones como estas.—Lo que pretendas hacer no me interesa, lo que detesto es me exhibas como tu trofeo.—¿Por qué dices esas cosas?—Me siento como una mujerzuela.—Deja de exagerar. —Se detiene. —Te ves divina.La mansión de Octavio lucia preciosa, muy iluminada y al juzgar por los muchos autos estacionados afuera, a dentro les esperaba una gran fiesta. Aunque entendía el interésLuego de cerrar la puerta, se quita los tacos y tomándolos en las manos se apresura a mostrar el camino a la habitación, enciende la luz y los deja a un lado para tomar a unos de los niños y llevarlos a la cama. —¿Podría quitarle los zapatos y cubrirlo? ¡Por favor! —pide amablemente sin mirar que Oliver, ya lo hacía. Luego de acostarlos, quitarles los zapatos y cubrirlos con las sabanas, el chofer sale de la habitación mirando con ternura como la dulce mujer acariciaba sus cabellos para dejar un beso en la frente de cada uno. —Gracias. —Le dice al salir de la habitación.—No tiene de qué, es parte de mi trabajo. —esquiva la mirada.—Tengo la extraña sensación de que le incomoda mi presencia.—Quizás porque viste de manera provocativa y yo, soy un hombre respetuoso.—Me alegra saber que todo este tiempo no ha estado mirado mi cuerpo.—Debería dejar de vestir tan provocativa en lugares como este, el incidente de la fiesta solo será un minúsculo s
A las ocho de la mañanaMayraabre los ojos, esta de costado sobre la cama mirando la pared, el dolor de cabeza sigue presente, por un instante no tiene idea depor quéle duele tanto, está por levantarse cuando se da cuenta de que está desnuda, se sobresalta y al girar al otro lado. Ve a su esposo boca abajo, desnudo, con el trasero al aire y a las sabanas debajo de sus muslos—santo cielo — Su grito ahogado, despierta a Valentino, que en verdad solo fingía dormir.—Buenosdíasprincesa—Lesonríegirándose—Pensé que dormirías un poco más —Se acerca para besarla,mientrasella se mantiene inmóvil rompiéndose la cabeza averiguando la razón de esa escena— fuiste una verdadera salvaje hace unas horas. —acaricia su mentón.—¿Qué fue lo pas&o
Después del desayuno, Valentino se despide de su esposa con beso en los labios y de sus pequeños con una revoloteada de cabellos. Ya tenía que ir a trabajar.—Regreso en la noche, cualquier cosa Oliver estará a su entera disposición. —les recuerda—. El padre.—¿Podemos nadar en la piscina papá? Pregunta Antón.—Si su madre así lo quiere, pueden hacerlo. Si van a jugar en el patio, háganlo con cuidado, no rompan si estropeen nada, el jardín es un santuario para Octavio ¡Entendido!—Si papá. —dicen a una voz los gemelos.Sale contento, mientrasMayramuere de dolor por dentro, no sabe cómo escapar sin poner en peligro la vida de sus hijos, aún más, no tiene idea de cómo decirles a sus pequeños que su padre es un monstruo, cuando para ellosValentino era el mejor padre del mundo.—Mami, podemos salir a jugar con la pelota un rato —Parece suplicar Antón.—¡Claro!, pero yo los acompaño, quiero cerciorarme de que no destruyan los jardines por
l almuerzo se hizo tedioso, ahora que sabía que Oliver la conocía, Mayra se torturaba intentando encontrar un recuerdo más, lo miraba con detenimiento y aunque ese nombre no movía nada en su interior, su voz la estremecía y aceleraba su corazón. Después del almuerzo los pequeños quisieron nadar. —Siempre tienes que estar en uniforme, Oliver —pregunta Antón. —Es un requisito, pero quizás, las reglas cambien. —¡Que padre! —se emociona Sasha— Entonces ponte traje de baño para nadar. —voy a considerarlo—les sonríe. viendo como los pequeños corren a su habitación a vestirse. Mayra intenta hacer oídos sordos y sigue fregando los platos. —Han pasado muchas cosas desde que te vi la última vez. —No quiero escuchar nada que venga de ti, no te conozco. —Sé que es difícil entender ahora. —¿Qué quieres que entienda? — se gira para mirarlo —Que conoces mi pasado y no has hecho nada para ayudarme. Todo e
Una semana después Los últimos díasMayraha dormido en la habitación de los niños y se ha encargado de no volver a caer en las garras de Valentino, cualquier líquido lo bebe después de alguno de sus hijos, en caso de sus ganas de tomar agua en las madrugadas, lo hace directamente del grifo del baño, no ha tomado una sola pastilla más y ha sabido mantener esa mentira de la esposa, dulce, sumisa y abnegada. Pero a pesar de ello, siente que su esposo no se traga el cuento y la tranquilidad que muestra ante su osadía, le dice que trama algo.Al despertar los sorprende con el desayuno en la mesa.—Buen día, familia—les dice al verlos aparecer.—¿En serio lo hiciste todo papá? — se emociona Antón al oler el pan recién horneado.—Debo confesar que el crédito por el pan echo en casa y los chorizos son obra de Teresa, la hija de Octavio, la leche fresca es de su granja, siéntense y disfruten de las de
La película concluye sin más tropiezos, pero si con muchos sonrojos, cada vez que un grito aterrador se escuchabaMayracerraba los ojos y Oliver reía.Pasar unas horas más junto a Oliver fue demasiado sufrible, tiene ese algo que la estremece, la hace suspirar y soñar despierta. Y el que a cada momento susurre a su oído algo lo hace más difícil.A duras penas ha pasado la primera media hora desde que salieron de la sala de cine y fueron a almorzar.—Oliver es muy agradable—Dice Antón.—A mí me parece demasiado complaciente, es como si le pagaran para hacernos felices. —DiscrepaSasha—Ni un desconocido puede ser demasiado amable de la noche a la mañana. Lleva con nosotros una semana y ya es como muy amigo.—El ver películas de detectives te hace ver conspiraciones por todos lados. —Interviene Antón.&m
Después de unas horas de compras, Valentino llama aMayra.—¿Cómo está tu día, mi amor?—Supongo que bien. —Responde ella.—¿Por qué ese desánimo, no te has divertido? Tendré que despedir a Oliver por ser un inepto.—Has lo que quieras con él. —Dice con firmeza, sabiendo que él no trabajaba para él.—¿Eso te gustaría? ¡Claro que no! Lo más conveniente sería pegarle un tiro frente a ti.—Has lo que quieras. Si solo llamaste para eso, será mejor que cortes.Se escucha una carcajada de su parte.—Pásame con los chicos quiero hablar con ellos.Tras un respiro le pasa el teléfono a Antón. Que no pierde tiempo en pedirle un juguete caro. Los minutos siguen pasando y ellos disfrutan de hablar con él. Contándole l
La preocupación seguía en los niños, sobre todo enSashaque ya había notado que su madre había escupido en su polera. Entra al baño y después de cepillarse los dientes la revisa, encontrando la pastilla.—¿Qué haces? —pregunta Antón entrando de nuevo,—¡Mira! —le muestra.—¿Eso no es la pastilla que mamá tomo?—Sí.—¿Yquéhace en tu polera?—Pues, mamá la escupió cuando casi se cae.—Tengo que decirle a papá.—¡Espera!— lo detiene —. ¿Acaso no te das cuanto de lo que sucede?—¿Qué es lo que pasa?—¡Ay! —lleva sus manos a la cabeza. —Estas pastillas son las que ponen mal a mamá. Me he dado cuenta de que ella ya no las toma y algunas veces las b