Después de aquel momento de pasión desmedida, Alejandro acomodó a Elena suavemente sobre la cama, deslizándose a su lado con una sonrisa satisfecha en su rostro. La miró con intensidad, los ojos oscuros brillando con clara admiración y deseo.—Debo decirte algo Elena…Siempre supe que llevabas una leona dentro —murmuró con un tono pícaro, rozando con la yema de los dedos su mejilla sonrojada.Elena sonrió suavemente, sin fuerzas siquiera para replicar. Se sentía extasiada, como si cada fibra de su ser aún vibrara por la intensidad del momento compartido. Alejandro deslizó una mano por su cintura, atrayéndola más hacia él, y con la voz cargada de ternura y devoción, le susurró al oído:—Me encantas. Toda tú… completa. De pies a cabeza. Por fuera y por dentro.Elena suspiró, embriagada por su perfume y por la calidez de su abrazo. Sus párpados se hicieron demasiado pesados mientras sus labios dibujaban una sonrisa adormilada. Se dejó llevar por la sensación de seguridad y calor que él le
Elena sintió que su pecho se llenaba de gratitud y algo más profundo, algo que le costaba aceptar, pero que era imposible ignorar. Sus sentimientos por Alejandro crecían con cada instante que pasaban juntos. La calidez de su presencia, su forma de mirarla, de hacerla sentir segura...de estar pendiente de cada detalle aún en la intimidad… todo en él la envolvía de una manera que jamás imaginó.Pensando en ello, se dio cuenta de que se había despertado con un buen apetito, algo que no le ocurría con frecuencia. Decidió ir a la cocina y preparar el desayuno. Caminó con cuidado para no despertarlo y, al pasar junto a la cama, confirmó que Alejandro seguía profundamente dormido, su respiración pausada y su expresión serena.La cocina de la casa de playa era espaciosa y luminosa. Los muebles de madera clara y las encimeras de mármol daban un aire elegante pero acogedor. Una gran ventana permitía que la brisa marina se colara, trayendo consigo el aroma salino del océano. En el centro, una is
Elena sintió una mezcla de emociones cuando el vehículo se detuvo frente a la majestuosa mansión Villalba. El sol ya había salido del todo y sus rayos bañaban el hermoso jardín perfectamente cuidado, en el cual las flores ya empezaban a extender sus pétalos. El cielo en esa mañana estaba totalmente despejado aunque en el interior de aquella casa el ambiente se tornaba totalmente nublado y gris, aunque la opulencia intentara mostrar otra cosa. Era evidente que el esplendor de la escena contrastaba con la tensión que se respiraba en el interior de aquella casa, donde los lujos apenas podían disimular el peso de los secretos que la habitaban.Se quedó unos instantes dentro del auto, con los ojos cerrados, respirando hondo antes de tomar su bolso y salir. Sabía que, al cruzar esas puertas, su vida volvería a estar envuelta en intrigas, mentiras y sumado ahora a una constante sensación de peligro. Se ajustó el abrigo con un ademán casi instintivo, y bajó del auto. Su corazón latía con fue
Elena observó a Camila en silencio con mucha atención, notando la sombra de pensamientos que cruzaban por su mirada. La señora Villalba contemplaba el jardín con una expresión pensativa. Hacía un momento su paciente había hablado con una serenidad aparente, pero Elena intuía que en su interior se libraba una batalla. Decidió no presionarla demasiado de inmediato, pero sí abrir el camino para lo que vendría. Desde la ventana que daba al jardín podía mirar las copas de los árboles que se mecían suavemente con la brisa, y el sol iluminando el paisaje con una calidez engañosa. Aquella mansión escondía demasiadas sombras bajo su esplendor.—Señora Villalba, ¿le gustaría almorzar en el jardín hoy? —preguntó con suavidad, observándola con atención.Camila pareció sorprendida por la propuesta. Sus ojos se fijaron primero en Elena y luego giraron nuevamente hacia la ventana, donde el sol iluminaba los pétalos de las flores con un resplandor cálido y acogedor. Tras unos instantes de contemplaci
Los días transcurrieron en aparente calma al interior de la casa Villalba. La rutina se mantenía inalterable, y aunque el aire parecía tranquilo, Elena sabía muy bien que bajo la superficie se escondía un torbellino de incertidumbre.Una tarde, mientras Elena y Camila Villalba leían cada una un libro en la sala, después del almuerzo, la puerta principal se abrió de golpe. Rodrigo Villalba irrumpió en la habitación con la presencia imponente que siempre lo caracterizaba. Pareció sorprenderse un poco con la presencia de ambas en la sala. Saludó a su esposa con frialdad, depositando un beso en su frente, pero sin afecto real. Luego, dirigió su mirada a Elena.—Señorita Elena —pronunció con su voz grave—. ¿Por qué mi esposa no está en su habitación?—No veo necesario que la señora Camila permanezca todo el día en su habitación. No es una paciente que requiera estar en cama la mayor parte del tiempo.—Esa había sido la recomendación específica del médico que la está tratando. Permanecer en
El vapor caliente envolvía el cuerpo de Elena mientras el agua se deslizaba por su piel. Con los ojos cerrados, dejó que el calor la reconfortara, aunque su mente no tenía descanso. La conversación con Camila Villalba seguía resonando en su cabeza. Había logrado lo impensable: convencer a la matriarca de los Villalba de hablar, de traicionar a su esposo, de dar el primer paso para su caída. Pero eso solo era el inicio. La gran tormenta estaba por comenzar. Y lo que se venía podría ser demasiado intenso para todos.Salió de la ducha y se envolvió en una toalla, cuando salía del cuarto de baño y caminaba hacia la cama de su habitación en la enorme mansión Villalba, se miró en el espejo, sus ojos reflejaban la tensión de lo que estaba por venir. Sabía que Alejandro tenía que estar al tanto de todo. Él tenía que moverse rápido y conseguir la mejor asesoría legal para Camila. No solo por la seguridad de la mujer, sino también porque, en el fondo, Elena quería asegurarse de que todo el proc
El teléfono de Leticia vibró en su mano. Al ver el nombre de Alejandro en la pantalla, sintió un extraño nudo en el estómago. No estaba segura si era emoción, ansiedad o la mezcla de ambas. Aún estaba en shock por todo lo que les había informado el especialista de la facultad de su hermano, el diagnóstico de su madre, y lo delicado que sería iniciar la investigación al médico que había llevado su padre. Sabía perfectamente que todo eso lo involucraba directamente él a su propio padre. Miró de reojo a Julián y a Elena, que seguían conversando con el doctor, y decidió que lo mejor era salir de la habitación para atender la llamada en privado.—Hola Alejandro —respondió en un susurro apenas salió al pasillo—. Me encanta escucharte, pero no es buen momento. Te llamo más tarde.—Leticia, es importante. Es sobre la investigación del accidente de tu madre —la voz de Alejandro sonaba firme, pero con un matiz de urgencia.El corazón de Leticia dio un vuelco. El accidente aún era un evento reci
El silencio en el amplio y hermoso jardín de la mansión Villalba se hizo denso y pesado, como si el aire mismo estuviera cargado de la gravedad del momento. Alejandro observó detenidamente las reacciones en los hermanos Villalba, con la paciencia de alguien que comprende el peso de la verdad que acaba de ser revelada. Leticia aún sostenía el expediente con los dedos temblorosos, y Julián, tras leerlo, cerró los ojos por un instante, tratando de asimilar lo que acababa de descubrir.—Quiero que sean completamente sinceros conmigo —dijo Alejandro con voz firme pero serena—. ¿Tienen alguna sospecha de quién podría estar detrás de esto? ¿Sospechan de alguien en particular?Leticia y Julián intercambiaron una mirada cargada de rabia y tristeza al mismo tiempo. El desconcierto se reflejaba en sus rostros, pero también había una chispa de determinación. Finalmente, Leticia tomó aire y fue la primera en romper el silencio.—Hoy recibimos la visita de un médico, especialista en neurología—dijo