La amistad no se compra

Me desperté envuelta en el cuerpo de Theo. Dios, ¡era tan perfecto! En medio del caos, él era mi calma. ¡Si aquel hombre supiera cuánto bien me hacía su sola presencia!

De repente, sentí que una lágrima solitaria recorría mi mejilla, mientras mi cuerpo permanecía inmóvil, temeroso de que Theo se despertara y este momento se acabara.

Por desgracia, ya no sabía cuánto duraría. Theo siempre había sido mi mayor sueño. Sin embargo, para protegerlo, lo único que tenía que hacer ahora era mentir y alejarme. Aun así, la idea de no tenerlo conmigo era dolorosa.

Si pudiera, pondría una bomba en casa del hermano de Salma, extendida a toda la familia o a lo que quedara de ella, porque me parecía que mientras uno de ellos siguiera vivo, yo no estaría en paz.

¿Qué había hecho aquella gente durante t

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