¡Rayos!
¡Rayos!Corro lo más rápido que mis diminutas piernas me permiten, escucho unos pasos detrás de mí.
M****A.
Este salón es inmenso y no veo nada.
¡¿Que si tengo Miedo?!
¡Ja! ¡Creo que hasta me hice piz!
¿Recuerdan esa película de suspenso súper mala?
¿Esa que solo veías porque no había más nada bueno en la tele y que nunca en tu vida volverías a ver?Es esa en que la protagonista es tan, pero tan idiota que en vez de esconderse
de el asesino y hacer el más mínimo ruido, sale corriendo por todo el lugar tropezando con todo alrededor para después caerse y terminar muerta.Pues, mucho gusto me presento, yo soy esa idiota.
Dos horas Antes.
—Sal de una vez Annie.—Me apura Vanessa, sí hasta me puso apodo y todo.
—¡Es que no me convence!
Miro mi reflejo en el espejo de el baño por milésima vez. No suelo usar vestidos de este tipo, mejor dicho, no uso ningún tipo de vestido.
Es de color azul eléctrico, Vanesa me lo presto.
Sí no tengo vestidos.
¿Qué? ser poco femenina es un pecado capital ¿O qué?Debo admitir que me queda pasablemente bien. Me llega como cuatro dedos más arriba de la rodilla y tiene una pequeña abertura en la pierna derecha; se ajusta muy bien a mi figura, digamos que tengo más piernas y trasero que ganas de vivir, mis pechos ya son otro asunto, no son diminutos, pero tampoco tengo mucho que digamos. La genética no me bendigo mucho por ese lado, pero lo importante es que estén allí ¿No?
—¡Sal de una vez!
Salí. Sus ojos se abrieron con asombro, me analizo de pies a cabeza, vale, juro por Dios que me sentí que me estaba desnudando con la mirada.
—Y bien...
—¿Y bien?.—Repitió en un suspiro.—¡Te ves como una chulada que está buenísima!
Okey, nunca me habían hecho un cumplido de ese tipo.
Me percate que Vanesa ya se encontraba vestida. Bueno, si lo que tiene puesto se puede calificar como estar vestida.
No es que este desnuda, pero el vestido negro que tiene es extremadamente ceñido y corto, además tiene un escote en la parte delantera. Todo en ella grita sensualidad.Su maquillaje no es recargado como las de las pocas chicas que me encontré en el camino con Daniela, ya saben a lo tipo Barbie plástica.
Lo que más resalta en su hermosa cara es un fuerte delineado negro y su boca de color vino.
Yo me decidí por brillo labial y un poco de sombra obscura en los ojos. Soy muy floja para estás cosas. Como último toque me puse unos tacones de correa abiertos, también prestados por Vanessa, del mismo color eléctrico de el vestido.
—¿Oye?—Me senté el la cama al lado de ella, estaba terminando de colocarse unos altos tacones de más de trece centímetros. Vaya tu a sabe' como caminara con esas cosas.
—¿Sí?
—¿No estamos vestidas muy formal para una simple reunión? No sé, me parece demasiado.
Su mirada fue tipo:
"¿Es enserio amiga?"—Esto es la UCL, nada nunca es demasiado, o eres alguien o simplemente no existes. Y creeme que si no existe, no la pasarás bien.
Sí, ya lo sabía, es decir ¿Cómo no saberlo? Pero tenerlo confirmado de la boca de la castaña me hizo sentir más insegura de lo que ya estaba.
Dani ¿A dónde fuimos a parar?
Yo me límite a no decir más nada. No quería parecer más patética de lo que por sí era, salimos de la habitación, todo estaba obscuro.
Obscuro, ¡¿Por qué demonios todo está obscuro?!
Tome de el brazo a Vanesa, si ya de por sí era más alta que yo, con esos sancos al lado de ella me veía como hormiga.
—¡¿Qué m****a Vanessa?!.—Susurre.
—Shhhh.—Puso su dedo índice sobre sus labios. Tomo mi mano y me llevo a rastras.
¡Esto no está permitido!
¡Claro que no lo está genio!
Me cachetie mentalmente por ser tan ingenua. Al llegar al final de el pasillo nos detuvimos.
—Mantente detrás de mí.—Exije ella en un susurro.—Mierda.—Bocifero al ver a un hombre pasando por los pasillos con un linterna.—Quítate los tacones.—Vanessa que cara...
—¡Solo has lo que digo!.—Me interrumpió en un susurro exasperada deshaciéndose de sus tacones.
Después de quitarse los sancos, saco su móvil de su bolso de mano y empezó a teclear rápidamente.
El corazón estaba que se me salía de el pecho, pero aún así le obedecí.—Si empiezo a sufrir de ataques al corazón será tu culpa.
La condenada solo me ignoro. Asomó su cabeza al pasillo, imite su gesto.
¡Diablos el vigilante está cerca!
Una de las puertas se abrió. Divisé un asomo de sonrisa en la castaña a mi lado. Una chica con una coleta se asomo de la puerta recién abierta, no logré divisar su rostro, no llevaba las gafas puesta, solo note que llevaba pijama de ¿One direction?.—Señor.—Se dirijo al vigilante que ya estaba a punto de cacharnos.
—Si ¿Qué sucede señorita?.—Se acercó a su puerta.—Sabe que después de la media noche no se puede andar rondando por allí.
—Lo lamento, pero es que escuche un ruido, estoy sola mi compañera fue a pasar unos días con su madre... ¿Podría revisar si todo está bien?
El vigilante dudo un poco, pero después saco el arma de su cinturón y entro a paso lento a la habitación.—Espere aquí afuera señorita.—Le indico a la chica.
Está se volteo rápidamente y hizo una señal en dirección a nosotras.Vanessa me tomo de la mano y susurro un "CORRE". Abrió un puerta con acceso deslizando una tarjeta, la puerta soltó un pequeño pitido y un bombillito alumbró en verde, se abrió al instante.
Descubrí que que bajar una escaleras de mármol descalza es muy incómodo, pero bajarlas con tacones a toda velocidad me hubiera partido el cuello.
Nota mental: Hacerle caso a mis instintos, cuando no lo hago me pasan este tipo de pendejadas.
Vanessa saco su teléfono y alumbró hacia un aterrador pasillo.
Bueno creo que este es el final, quisiera decir que de cierta forma tuve una buena vida, mamá te amo, chicas también las amo. Ah, y Ashley quema mi tlfn no dejes que mamá se acerque a mi biblioteca de W*****d...
—¿Qué esperas?—La voz de Vanesa me imterumpió en mi majestuosa despedida.
Parpadie como tonta y empezé a seguirla. De pronto solo se detuvo delante de una puerta bastante sospechosa. Sí definitivamente en unos cuantos días encontrarán mi cuerpo vuelto pedacitos.
¿Qué? El drama me hace sentir que tengo Jeimmy cerca de mí.
—Ponte los tacones.—Ordenó. Vale, está tía parece la puta versión de Aegan Cash encarnada en mujer.
Le hice caso. Tocó la puerta en una serie de toquecitos muy extraños, en una especie de contraseña a lo tipo Sherlock Holmes. La puerta se abrió después de escucharse unos cuantos cerrojos.
Okey, pero ¡En qué vaina me he metido yo!
Me dí cuenta que salimos a un estacionamiento, al lado de la puerta se encontraba un tipo corpulento de al menos dos metros, vestido con un traje negro, en su cara reposaban unos lentes obscuros, Vanessa saco un pequeño sobre de su bolso Prada y se lo entrego al hombre.
—Muchas gracias Frederick.
El hombre no respondió, se limitó a resivir el paquete saludando con un leve gesto de cabeza. Me quedé casi que paralizada, Vanessa empezó a caminar y no tuve más remedio que empezar a seguirle.
Rece todas las oraciones habidas y por haber, en serio Diosito, prometo que devolveré ese oso de peluche con la cara de Ares que robe en aquella tienda, pero por favor no dejes mi pequeña existencia se resuma a la nada.
Mis suplicas no fueron escuchadas, bueno, el universo no quiere devuelva el peluche, soy libre de toda culpa.
Nos detuvimos en frente de un limosina negra, al lado estaba un chófer, no me detuve a detallarlo, que lo que no me importa mucho no le prestó atención. Este hizo una mini reverencia y nos habrío la puerta para que entraramos.
¡Por la santa madre que me parió!
Si pudiera explicar la exprésion de mi cara sería estupefacción. O sea, ¿Cómo está gente se puede permitir este tipo de lujos? Lo más lujoso que podrías apreciar de el lugar de donde vengo sería a Grand pink, es una cerdo de dos metros de altura y uno y medio de grosor, es en serio, muchas personas van a ver esa cosa.
Perfectamente podría vivir aquí adentro, está amueblada con tapicería de cuero negra, las luces de led iluminan el automóvil de forma que parece una pequeña disco. Adentro hay dos chicos. Universo ¿Me darás con una piedra en la frente o qué? ¡Es lo único que te falta!.
El motor ruge y el carro arranca. Me siento al lado de Vanesa. Ella saluda a los dos muchachos de beso en el cachete. Un chico rubio me hecho una buena repasada, no sé porque tengo el instinto de cubrirme de pies a cabeza con una manta.
—Presenta a tu amiga Vanessa.—La i***a el guapo moreno sentado al lado izquierdo de enfrente a nosotras.
Vanessa se pone un poco rígida.—Es Anna estudia segundo año de idiomas.—Se voltea a verme. Vale, lo de que estoy estudiando idiomas es cierto.
—Un gusto.—Les veo sin mucho ánimo, la verdad no me gusta hacer vida social con este tipo de chicos, bueno tampoco me gusta hacer mucha vida social.
El rubio justo al frente de mí se inclina un poco, para así quedar muy cerca de mí.—Soy Michael ¿Nunca te había visto?—Su sonrisa se extendió diabólicamente.—Eres muy linda.
Bien, me dirán tonta pero el que juega con fuego se quema y la verdad yo prefiero quedarme intacta:
—Gracias. No, estoy segura que no nos hemos visto, quizás porque no suelo salir mucho.
—Me pareces vagamente familiar.
Volvio a su sitio, agarró una botella de Champagne y una copa que tenía al lado en una especie de portavasos, hasta ahora no lo había detallado. Llevaba puesta una camisa tres cuarto azul celeste con los primeros botones abiertos, con un pantalón caqui color beige arremangado hasta los tobillos, en sus pies unos mocasines de color marrón sin medias, la verdad se veía bastante informal, pero le sentaba bastante bien a su figura, su cabello finamente engominado hacia atrás, sus ojos de un verde profundo, su nariz recta y su cara sin ninguna imperfección.
¿Será que el sol pega diferente en Londres? ¿Cómo la gente puede ser tan guapa?
Espero que no se me este callendo la baba porque sería muy vergonzoso.—Ten —Me dió una copa ya llena, ni cuenta me dí cuando cuando la sirvió.
La resiví y tome un sorbo no muy segura, Intente quedarme rígida, pero vamos ¿Cómo no temblar con semejante hombre?
—En serio, te me haces muy conocida.—¿Este pervertido dios mitológico acaba de verme los labios de forma tan descarada?
Vale, se que no estoy tan feita, pero mucho menos soy la cosa más hermosa de el universo. ¿Qué quieres rubiecito?
—Estoy segura de que no nos hemos visto.—Le corté. Pero que tipo tan rarito.
Se acercó un poco más y sonrió de forma ladina. Oh Dios. Las alarmas se activaron en mi pequeña cabecita, Y millones de vocecitas al compás:
Corre perra, Corre. Los engranajes empezaron a funcionar a mil, es que esa maldita sonrisita, ¡ESA MALDITA SONRISA LA CONOZCO YO PENDEJO! Leo en w*****d ¡¿Entendido?!Y No mi amor, no pienses que me vas a hechar tú labia bien barata y te vas a hechar una cojidita a lo sabroson conmigo está noche, eh.—¿Cuál es tu apellido?.—Su pregunta me saco de mi perplejidad.
Mi apellido. Tener un apellido de origen latino no saca la mejor impresión en Inglaterra, pasé toda la primaria y secundaria rodeada de burlas por ser de apellido Luna, quizás lo veas tonto, pero ya me cansé de tantas burlas, a veces las personas suelen ser muy despectivas con ese tipo de cosas, sí, es una completa m****a, y pues, solo le respondí sin pensar:—Stein, Soy Anna Stein.—¿Qué? No vamos a estar en la misma clase, nunca se enterará, así que no es una mentira, si no, solo una tapadera de la verdad.
¿Eso no es lo mismo pendeja?
Bueno, sí.
Vanessa se volteo un poco y me miró extrañada al escuchar el "Stein" salir de mi boca. ¡Mierda! ¡No lo pensé para nada bien!
Ya va. ¿Cuando se le había montado en las piernas al moreno? Un coro de angeles bailó a mi alrededor ¡Mi salvación! Vanessa como niña bonita, no le prestó mucha atención a la estupidez que dije y siguió con lo suyo en la boca de el chico debajo de ella.—Adorable combinación.—Dijo Michael sin moverse un centímetro de dónde estaba.
Dulce, dulce Michael, si supieras de dónde saque el apellido, créeme que es todo menos adorable.
La limosina se paró. Casi que sacó todo el aire acumulado en mis pulmones. La madre naturaleza me ha concedido su misericordia.
He, hablado demasiado pronto.
¡JODETE MADRE NUTURALEZA!El chófer habrío la puerta derecha y salimos todos de la limosina/minidisco/posible nueva casa.
El alma se me metió en el culo.
¿Una reunión?¡¿Una reunión?!. Sospeché algo, pero está vaina tiene que ser un maldito chiste.
Vanessa se dió cuenta de mi desconcierto.—Oye, ¿Qué sucede? ¿Que te pasa?
¡Mis pantaletas me pasan!
—¡¿Cómo que qué sucede?!.—Le señaló con los brazos la ecenita a mí alrededor.
Las luces neones inundan el alrededor de la imensa casa de cuatro pisos de color negro, la parte derecha deja a la vista el grande patio en el cuál hay una gigantesca piscina llena de chicos y chicas con las hormonas al cien.
Joder, no hemos podido entrado y el olor a alcohol inunda mis fosas nasales. Y... ¿Marihuana? Sí, esa es la fiel Mari.No me pregunten cómo se cómo huele esa cosa.
—¿Qué?.—Vanessa habló, asiendose la desentendida.—¿Nunca has ido a una reunión?.
¡Reuníon las pelotas que no tengo!
—Llevame a el apartamento.—Dije entre dientes.
—¿Vamos?.—El lindo moreno, de el cual no se el nombre imterumpió mi pequeño berrinche.
—Sí, vamos.—La pendeja sonrió con una falsa inocencia y se enganchó al brazo del chico de provocativo culito.
Okey, respira, uno... dos... tres... uno, dos...
—Hey, ¿Todo bien?.—El rubio con cara de modeló de Victoria's Secret me saca de mi pequeño estallido de irá.
Éstoy perfectamente, hijo de tu reverenda madre.
Solo logro asentir, en serio, cuando me molestó no me importa lanzarle las verdades a la gente en su cara, así que dejemos que todo vaya en paz... Por ahora.
No sé cómo logro que mis piernas se muevan, Michael va a mí lado, Vanessa y el moreno ya se han perdido de vista. Una pequeña chispa hace que mi cerebro vuelva a su funcionamiento normal. ¡Claro! ¡Esa mamona! Ya todo tiene sentido. Ella nesecitaba a una distracción para quedarse a solas con el tremendo tipaso y deshacerse de su lindo amiguito, esa distracción señoras y señores es está tonta de aquí, debo reconocer que fue una buena jugada amiga. Sería bueno darme una buena escapada, se me da muy bien eso de salir corriendo como gallina, pero no tengo auto y no sé dónde coño estámos.
Está cosa por dentro es peor. Las luces neones desde afuera no son nada comparado aquí adentro ¿Pero a qué clase de Reunión está acostumbrada Vanessa?. Esto en defenitiva es un locura, el olor del alcohol me marea un poco, siento una mano direccionandome en la espalda baja, volteo por instinto, es el rubio. Santo, debo admitir que esa sonrisa le queda bien. Frunso el ceño y le aparto la mano de un manotazo.
—¡Que diablos te sucede!.—Mi voz casi no se escucha a través de la música electrónica a todo volumen.
—Eres adorable.—Sonrie malicioso.—¿En serio creíste que no me daría cuenta de cómo me miraste en todo el camino?
Wthas?
—¿Qué cosa?.—Soy inocente hasta que se demuestre lo contrario.
—Anna, Anna.—Se acerca a mí, me agarra de la cintura y me aprieta a su cuerpo, mis respiración se descontrola por completo.
—Necesitas un manicomio con urgencia.—La única separación entre nosotros son mis debiluchos antebrazos que me sirven de escudo para mantener lejos su hermosa cara.—Me imagino que aquí en Londres hay de sobra.
—Tengo la suficiente cordura para darme cuenta de que la pasaría genial contigo—Dice con un tono de fastidio en su voz.—¿O es que me equivoco?.
Este tipo está loloco, amiga.
Las situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas, al menos eso es lo que dicen. Sin pensarlo eleve mi pierna y le di un fuerte rodillazo en su órgano reproductor, no, no me quedé a averiguar si su amigo quedó con vida, solo salí corriendo en busca de la sexy traidora.
Por primera vez en mi vida me sentí agradecida con el cielo por la demasiada gente a mi alrededor, gracias a eso pude escapar fácilmente. Lo normal habría sido buscar en los alrrededores, pero las luces neón me aturden demasiado y tengo una leve sospecha de que Vanessa le dará un bailesito privado a su acompañante, así que me decido por subir las escaleras directo a las habitaciones.
Tan rápido como logro subir las escaleras, las luces neones se apagan y todo queda en una profunda y espesa obscuridad, al mismo tiempo la música deja de sonar, lo único que puedo escuchar son los fuertes latidos de mi corazón retumbandome los oídos.
—Todos hagan silencio y salgan de forma rápida.—Se escucha una voz casi susurrando en un micrófono.—Alguien nos delató.
¿Delatar? ¿Pero quién? ¿Algún vecino gruñón? Eso es lo más común.
Tengo que encontrar a Vanessa pero yá, no tengo ni la más remota idea de cómo volver. Saco mi teléfono, prendo la linterna para alumbrar el gran pasillo.
—Soldado, ¿Opciones?.
—Muchas Habitaciones usadas para tener sexo de las que pude haber visto Jamás en mi vida, mi capitán.—¿Nuestras pistas?—Muchos gemidos combinadas con palabras promiscuas, señor.—Esto quizás sea una misión fallida, soldado.—Estoy completamente en acuerdo con usted, mi capitán.No soy " Ann with an E ", pero tengo mucha imaginación.
Muchas parejas empiezan a salir de las habitaciones, bueno debo agradecerles por dejar la puerta abierta, me aligeran el trabajo. La verdad es que logro ver cómo tres puertas cerradas, me decido por la que está más cerca. Pego el oído a la puerta y oigo unas pequeñas risitas masculinas.
—Mas duro Christian.— Un gimoteo masculino hace eco en mis oídos. Sip, está no es.
Solo quedan dos, la de el final de el pasillo y la de mi derecha. De tin Marín de Don pin güe...
Unos sirenas policiales se escuchan afuera. Abren la puerta de forma violenta, empiezan a subir las escaleras. No lo pienso dos veces y corro hacia el final de el pasillo para subir las escaleras y tratar de esconderme en lo más posible, meterme en una de las otras habitaciones no hubiera sido inteligente, lo más probable es que revisen allí primero.
—¡Salgan ya tortolitos!.—Decido fisgonear un poquito Desde la protección de los muros de la escalera.
Ay, es Vanessa y el moreno... Y otra chica más. ¿Un trío? ¡Valla! Superaste mis espectativas, nena.
De la impresión no noto cuando el teléfono que puse al borde de la escalera para poder sostenerme comenzó a caerse por la pequeña inclinación, cuando me dí cuenta ya era tarde, mi pequeño cacharrito se callo llamando la atención del los oficiales, que no se detuvieron a pensar, quedándose uno con los calenturientos, mientras el otro fue a mi captura.
Sí, llamarse Ann es sinónimo de mala suerte y torpeza, eso lo aprendí con el tiempo.
Aquí estamos. Yo corriendo, tropezando como una loca por el obscuro pasillo donde de broma no me he partido la boca, mientras el poli me persigue y yo medio me escondo con la obscuridad. ¿Lo mejor que se me ocurrió?
Convertirme en princesa, sí, es la única opción que me queda. Me apresuró a hacercarme a una habitación que debe ser de alguien de la familia, se nota por el diseño de la puerta ¿Para que necesitan tantas habitaciones? ¿Hacen orgías todos los fines de semana?ya no hay nadie además que yo aquí, (A excepción de el policía que me persigue como en la noche de exorcista), así que se me ocurre utilizar algunas sábanas y salir por la ventana al estilo Rapunzel, si tuviera abundante cabello todo sería más fácil.
Pero mis planes son un asco y mi suerte también.
A penas abro la puerta me encuentro con la hermosa ecenita. Un chico está arrinconado a una chica a el armario, le besa efucivamente el cuello, mientras mete y saca sus dedos de su interior, ella solo pide más y más, este le cumple su deseo con mayor fuerza, con su mano libre aprieta su seno derecho de forma agresiva, la chica pronuncia Gabriel entre gemidos que de seguro son el paso para el mejor orgasmo de su vida. Mi mente solo está en shock, puedo sentir el fuego en mis mejillas, mis piernas no responden.
Puedo percibir movimiento en el pasillo, vuelvo a la realidad, termino de entrar y cierro la puerta detrás de mí y me apoyo en ella como si mi lectura de la semana dependiera de ello, el chico parece notar mi presencia; se voltea un poco y me ve directamente, sigue fallando con su mano a la chica, sus ojos son de un azul celeste oscurecidos por la excitación, su cabello de un rojo como el fuego, el mismo fuego que le está haciendo sentir a la chica semidesnuda. La pelinegra llega al clímax, mientras que el chico sigue viéndome, el saca los dedos que tenía introducidos en ella y se los lame como el mejor dulce que ha probado en su vida.
—Te satisface ver a las personas teniendo intimidad ¿Verdad?.
La pelinegra al darse cuenta de mi presencia abrió los ojos con vergüenza. Se bajó el vestido y se lo subió en la parte de su pecho descubierto.
¿No pensarás que soy la típica tartamuda, verdad? Sí estoy cagada, pero eso no significa que se darme mi lugar, así que me trague el nudo molesto en mi garganta y le dí una respuesta digna de mí:
—Afuera hay un policía, está buscando a los que quedan para llevarlos detenidos, no soy de exitarme con masturbaciones ajenas, la habitación estába a mi alcance, solo fuí práctica. Perdón por no gritar como una loca por su acto lleno de lujuria, no quiero ser llevada a la cárcel.El pelirrojo me miró fijamente. Su expresión fue imposible de decifrar. Se me acercó, lo sensato hubiera sido quedarme en mi lugar, pero nop, dí dos pasos para terminar de acercarme, soy gallina, pero no me gusta demostrarlo. ¿Uno con noventa y algo? Que alto, típico, las jirafas tienen que ser insoportables.
—Esconderse no es un buen plan.
—Lo sé, no pretendo hacerlo, quiero amarrar las cobijas para poder salir.—le señaló el gran balcón.
—Supongo que eres inteligente, bien, lo haremos.
¿Lo haremos? Eso me suena a poliedro pecocito.
—Pero tendrás que dejar que ella baje primero.—El tal Gabriel volvió a hablar y señaló a la chica con la mirada fija en el piso, oye pero no te veías tan tímida mientras el te masturbaba.
—Para nada, esto no es un trato, pueden bajar, eso es no problema, la cuerda va a quedar allí. Rotundamente bajaré yo primero.
—¿Quieres que te tilden de pervertida en la UCL?.—Metió su mano en el bolsillo de su pantalón.
—Yo no quería...
—Eso nadie lo sabe.—Me imterumpe.—¿A quien crees que van a creerle? ¿A un estudiante de primer año que se colo en una fiesta de veteranos?
—Soy de segundo año.
—Eso es mentira.—Dice confiado en que es así.
Decido ignorarlo, no es que no sea mentira lo que dice, además quizás el policía fué a los dos pisos que quedan para poderme encontrarme, cuando se diera cuenta de que no estaba allí vendría a abajo a revisar para quedar seguro.
—No hay tiempo para estupideces, estamos en el tercer piso, mínimo necesito como cinco sábanas.—Me acercó a él armario, hay muchas sábanas, gracias madre naturaleza.—Ayudame a amarrarlas.—Me acercó al el pelirrojo y le entiendo un par de sábanas.
—Solo si degas que ella baje primero.
—Bien.
Sonríe triunfante. ¿Qué más da? Que se vaya a el demonio.
Amarramos seis, son un poco cortas, la amarramos a una barandilla de el balcón. Gabriel ayuda a la chica a pasar por la barandilla sin caerse, ella se sujeta fuertemente al cuerda improvisada y comienza a descender.
—Se nota que viste mucho Rapunzel.—No había notado su voz profunda y grave.—¿Cuál es tu nombre?.
—Anna.
—¿Apellido?.
—¿Interrogatorio?.—Le veo mientras levanto una ceja.
—Es curiosidad, no me gustan las pelirrojas.
—Pero que despectivo.—Digo señalando lo obvio.
—Anda dilo, ¿Cuál es tu apellido?.
—Luna.—A la m****a si se burla, no tengo ánimos de invéntame otro ingenioso apellido.
—Luna.—Veo una señal de sonrisa en su rostro.—Poco usual aquí en Londres.
—Lo sé.
Veo hacia abajo, la pelinegra ya ha bajado, se fue como acordó con el chico a mi lado, parecen no ser una pareja muy romántica.
—Ahora bajaré yo.—Sube su pierna por la barandilla.
—¿Qué? Ese no era el trato.
—Dijiste que no era un trato.—Volvio a meter su pierna.
—Pero ¿Que clase de imbecil tan alto...
La puerta fue abierta. Un policía nos alumbró la cara y luego apretó el botón de la luz, quedando completamente expuestos, okey el pelirrojo tiene los labios inchados y no me había fijado que su camisa estaba completamente desabotonada, sin hablar de mí, ya no llevaba puestos los tacones, no me acuerdo en qué parte de mi huída me deshize de ellos, mi cabello de por sí siempre es un desastre, justo ahora debemos vernos como dos chicos que han acabado de tener sexo de el bueno.
—¿Señor Luna?.
¿Qué?
—Oficial Blaith.
El oficial paso su mirada de Gabriel a mí:—Ella es...
—Así es, ella es mi hermana Eleyn.
¡Doble ¿Qué?!
...........................................................
 .........Juro que en este momento me siento ajena a mi cuerpo, siento que soy una simple espectadora en un maravilloso circo de arañas.El pelirrojo me hace un leve gesto de cabeza, sorprendentemente captó la indirecta.—Es un gusto conocerlo Oficial Blaith.—No sé de qué parte de mi interior saco una sonrisa.—Un gusto, señorita Luna.—Recibe mi saludo de mano y me ofrece su más sincera sonrisa.Gabriel agarra mi cintura.—Creo que mi hermana y yo ya debemos irnos.Mi pecho no deja de bajar y subir de forma rítmica. El policía solo asiente y sale, el chico suelta mi cintura, sale también de la habitación y yo decido ir detrás de él.—¿Sabés? Eres un tanto extraña.—
*Inserte Radioactiva de imaginé Dragons*Ahora imaginen la escena en camara lenta.Yo agarrada del brazo de Gabriel, Carolina caminando en el frente, todas las miradas cayendo solo en nosotros, mi cabello yendo a un perfecto compas, ahora lleven todo eso a la universidad mas impresionante que se les pueda venir a la mente. Buena combinación ¿Cierto?¡Pues para mi no, me estoy cagando de el pinche miedo!Si me vieras dirias que en realidad no soy yo, no te culparía, cuando me vi en el espejo tampoco me reconocí. Mi cabello es de un perfecto color zanahoria, no como el palido que llevaba antes, tambien lo alisarón a la perfección sin dejar rastro de mis ondas rebeldes, rizaron mis pestañas y les pusieron bastante mascara para abrir mi mirada, maquillaron mis cejas, refinaron mi na
¿LOS HERMANOS? Los murmullos de escuchaban por cada rincón de la universidad, el recibir nuevos estudiantes nunca será cosa fácil y menos con una matrícula de más de tres mil personas en tus registros.De la nada todo quedó en silencio, un silencio torturador que solo podría significar una cosa:Los hermanos.Cómo si de película los setenta se tratase, los pelirrojos bajaron los escalones al estilo de Luke y Leia, ya saben Star Wars, es cultura general gente.—Son tan perfectos.—Dijo suspirando una castaña de ojos claros.—Es decir, solo míralos...—Lo sé.—Su compañera de negro cabello repitió su gesto.—Desearía ser ella.—Señalo a la pelirroja de pequeña estatura.Y como siempre en cualquier tipos de institución, así iban y venían rumor
...—¡Anna!Y sí, todo esto comienza con el preciado y dulce grito de mi madre. La señora más amable, considerada y paciente que podrás conocer jamás.—¡Anna Luna!—Abre mi puerta de forma estruendosa—¡Párate de una bendecida ves! ¡No quiero ver a mi hija convertida en una buena para nada!Amable y considerada, así es Elizabeth Luna.—Mamá son las cinco de la mañana-Me volteo y tapo mi cabeza con la almohada.—¡Por eso mismo!—Me quita la almohada de la cabeza, despegandome de mi comodidad—¡Tu vuelo es a las diez!¿Ya mencioné su gran virtud de la paciencia?—Má.—Me apoyo de mis codos para sentarme.—Estamos a menos de media hora de el ae
...¿Conocen ese extraño sentimiento de no pertencencia? Pues es exactamente lo que se podría describir que estoy sintiendo en este puto momento.¿Mencioné acaso que aparte de torpe soy ilusa? Osea, solo a mí se me ocurre pensar que realmente Daniela y yo quedaríamos en la misma habitación ¡Claro! La vida sigue pisandome como la plasta que creé que soy. Literalmente nos tocó en tramos apuesto de los complejos habitacionales.—Tu cara es un poema¿Así de mal estás?—Daniela paso su mano por mi cara para sacarme de mi pequeño trance, hasta ese momento no me había dado cuenta que no estaba parpadeando.—¿Tú qué crees?—Vamos Ann, no es tan malo.—Dijo fastidiada, supongo que de mi actitud.—Sí que lo es.—Bocifere