Los pancillos del castillo estaban desiertos, el viento pasaba a través de las ventanas y azotaba las cortinas rojas de terciopelo. Las puertas estaban cerradas, lo que significaba que todos estaban durmiendo. De vez en cuando, entre los pacillos se escuchaba el paso lento de los vigilantes que protegían el castillo de Armond, en la ciudad de Gosh, en el planeta siete, el planeta de los siebras, ubicado en la galaxia neutra.
Era de madrugada cuando una misteriosa presencia apareció de pronto dentro de los pacillos del desierto castillo. Estaba envuelta en una capa negra y encapuchada, no podía verse su rostro, tanto la oscuridad como la capa lo impedían. Pero estaba un poco abierta y podía vislumbrarse su atuendo. Llevaba un pantalón rojo ajustado y una especie de corsé rojo también ajustado al cuerpo, las botas rojas eran de tacón de aguja.
Estuvo caminando con lentitud para evitar hacer ruido, luego se detuvo frente a un pacillo que tenía dos caminos, uno hacia la izquierda y otro hacia la derecha. Lentamente la figura movió la cabeza de un lado a otro, parecía que buscaba algo, o intentaba descubrir algo a su alrededor. Tomó el camino de la izquierda mientras su capa ondeaba por el movimiento dejando ver sus botas y la vaina de una espada roja.
A su alrededor habían varias puertas talladas con extrañas imágenes, la figura, que era una mujer, paseaba la mirada por las puertas hasta detenerse frente a una puerta negra, sonrió y la abrió.
El lugar parecía ser un salón largo y casi al final había una mesa cuadrada con varias sillas a su alrededor. En frente había un ventanal que daba hacia el espacio, lo que le indicaba que se encontraba en una ciudad artificial. Entre la mesa y el ventanal, pegada a la pared había una vitrina llena de copas y platos de cristal. Ella caminó hasta detenerse frete a la vitrina y levantó la cabeza para mirarla con detalle. Ese movimiento dejó al descubierto su boca. Labios finos y rosados, y piel blanca.
Estuvo observando la vitrina durante unos segundos y luego sonrió, triunfante, como si hubiera encontrado lo que estaba buscando. Miró hacia ambos lados y luego, con lentitud abrió la vitrina. Metió una mano envuelta en un guante rojo y tomó un plato de cristal color blanco que estaba frente a ella y lo puso a un lado. Justo detrás había una pequeña cajita color negro. La mujer tardó un momento en reaccionar y luego la tomó, volvió a colocar el plato en la vitrina y cerró la puerta con cuidado para evitar hacer ruido. Se alejó de la vitrina por unos segundos sin apartar la vista de la cajita que reposaba en su mano. Volvió a sonreír mientras la abría. Justo dentro había una pequeña piedra color azul con un extraño brillo en el centro, parecía estar encerrado dentro de la piedra, la cual tenía la forma de una pirámide. Era la reliquia del planeta siete, de los siebras, la pirámide de cristal. Volvió a sonreír, sacó la piedra y la levantó para dejar que la poca luz que se filtraba por las ventanas la traspasara mientras cerraba la cajita. Miró la piedra con más detalle y suspiró con alivio, luego volvió hacia la vitrina, colocó la caja donde estaba, y comenzó a caminar por el pacillo hacia la entrada con el mismo cuidado con el que había llegado, y antes de cruzar todo el pacillo ya se había desvanecido en el viento.
***
Mordana caminaba furiosa de un lado a otro frente a la entrada del castillo al descubrir que la Pirámide de Cristal, la reliquia de los Siebras había sido robada. Frente a ella estaban varias personas, sirvientes y guardias del castillo, recibiendo la reprimenda de Mordana.
- ¿A CASO NADIE ESTABA VIGILANDO? - Dijo gritando. Nadie había descubierto a la intrusa hasta que uno de los vigías se percató de que la puerta del salón estaba abierta, rápidamente llamó a Mordana.
- Mi señora, no vimos a nadie, - Dijo uno de los hombres frente a ella – todas las entradas y los pacillos estaban siendo vigilados, era imposible que alguien pudiera entrar sin que lo supiéramos.
- Y aún así la reliquia fue robada. Los burlaron a todos como a unos ineptos.
Un viento extraño y fuerte inundó el lugar, Mordana miró hacia arriba, hacia el cristal que protegía la ciudad de los rayos solares y un dejo de miedo se dibujó en su rostro. Los soldados que había reunido retrocedieron atemorizados y se alejaron corriendo. Una especie de neblina comenzó a condensarse y a hacerse más oscura. Repentinamente se desvaneció y una especie de pantalla se dibujó frente a ella. Era completamente negra y la forma de una persona encapuchada ocupaba casi toda su vista.
- ¿Como fue posible Mordana, que la reliquia de los siebras fuera robada? – Preguntó la mujer de la pantalla.
- No fue mi culpa mi señora. – Dijo Mordana con miedo en los ojos, hincándose ante El Emperador. – Fue algo imprevisto, nadie sabe cómo pudo entrar aquí quien quiera que haya sido.
- De modo que no sabes quién fue.
- No mi señora. No lo sé. – Mordana bajó la cabeza – Lo siento
Un trueno lejano se escuchó y Mordana se estremeció.
- Tu incompetencia está retrasando mis planes, Mordana.
- Mi señora,.. – Mordana trató de mirar la pantalla sin levantar la cabeza. – Le suplico por favor que no me castigue. Hago lo que puedo.
- No es suficiente. Estás cometiendo muchos errores que no me benefician en nada. – Dejo que el silencio inundara todo el entorno, lo que generaba mucha tensión y temor en Mordana - Te daré una última oportunidad Mordana. – Dijo El Emperador. – Termina tu trabajo aunque gastes tu vida en ello, o de lo contrario quien terminará con tu vida seré yo, y sabes muy bien que no tengo compasión. - Mordana asintió frenéticamente. - Si no quieres darme el placer de verte suplicarme por tu vida, dame lo que te estoy exigiendo. – Y sin esperar respuesta la
Había pasado dos días desde que Èliàn y Neithan salieran de Mila y se dirigieran a Noha, una ciudad artificial ubicada en los límites de la galaxia Ols, donde se encuentra Shainy, a tres años luz de la vía láctea. Élián se encontraba en su habitación, había estado viviendo en la casa de Neithan durante largo tiempo. Años antes vivía con su nana en la ciudad, pero ella desapareció y Élián no pudo regresar a la casa que había estado compartiendo con ella y tras perder el rastro de su madre decidió apoyarse en Neithan y mudarse con él. Shainy estaba casi desierto debido a los daños que recibió tras la invasión. Como muchos planetas atacados por El Emperador, perdió su capacidad casi total de sostener vida. Las pocas personas que lo habitaban debían mantenerse con mascarillas y bombas de oxígeno. Su habitación era beige, tenía un balcón y unos grandes ventanales, tenía una cama grande y dos mesas pequeñas a los lados, también de color beige, las lámparas que alumbraban l
- ¿Cómo llegaste a la vía láctea? Habían pasado tres días desde la repentina visita del caballero de fuego. Neithan y Èliàn se encontraban en la sala de mando de una nave y la ella había entregado el navegador a Neithan para conectarlo a la nave y tener más alcance para rastrear las reliquias. En ese momento Èliàn estaba empacando lo que llevarían en el transbordador para estar preparados para el momento que les toque descender. - Por las reliquias. – Dijo Èliàn. Una vez terminar con la tarea que se asignó, fue a sentarse junto a Neithan. – Hasta que no tuve contacto con Alanna, no sabía que estaban ahí. El navegador dejó de emitir señal alguna en cuanto visualicé la tierra. - ¿Y por qué entraste entonces? - Porque la señal del navegador me había llevado hasta ahí. Después de eso descubrí que había Drakens y eso me desvió. La presencia de Mirjana y los portales fue muy poderosa. Hacía mucho que no sentía una energía tan grande como esa. - ¿Hab
Èliàn caminaba hacia su cama distraída, pensando en todo lo que había hablado con Sula. De pronto sonrió, estaba feliz de poder ver la tumba de su madre. Siempre había querido ir a su lugar de descanso y llevarle flores. Imaginaba que era un lugar bonito, lleno de paz y de olores relajantes En cuanto llegó a la celda que le fue asignada se sentó en la cama sin percatarse de la presencia de Neithan. - ¿Y ahora tú? ¿Todo bien? – Le preguntó Neithan a la muchacha en cuento ella llegó a la celda donde dormirían. – Andas en las nubes. - Si. – Dijo la muchacha sonriendo y entregándole la caja de madera. – Sólo pensaba. - ¿En que pensabas? – Preguntó Neithan recibiendo la caja, pero sin siquiera prestarle atención. - ¿Qué te dijo Sula? - Que el medallón no se encuentra aquí. Sólo mi madre conocía su exacta ubicación y no se lo dijo a nadie. - ¿Por eso estás feliz? – Ella se encogió de hombros - Entonces ¿Qué es lo que hay aquí? – Preguntó Nei
- ¿Qué sucede? – Preguntó Sula sorprendida al verla sola. – ¿Donde están los demás?Èliàn había vuelto después del enfrentamiento con Olar.- Tienen a Neithan. – la muchacha miró a Sula. – No me dijiste que Olar era un roulan.- No lo creí importante. – Dijo Sula. – Neithan debe estar en el salón del trono.- Vengo de ahí.- No si venías del primero.Èliàn la miró.- ¿Cuántos tronos hay aquí? – Sula se tapó la cara y luego la miró.- Supongo que se encontraban en el primero. – Dijo Sula. – Bien, el segundo se encuentra arriba. Es el de Olar. Él piensa que nadie conoce sobre su existencia. Es ahí donde tiene la llave. Es donde debe tener a Neithan.- Debo seguir subiendo entonces.- Si. &nd
Había pasado una semana desde que Èliàn y Neithan obtuvieran la llave de oro de Niana. Colocaron las reliquias que ya tenían en una habitación de la nave especialmente preparada para contenerlas. Para el momento Élián se encontraba en su habitación acostada mirando hacia el techo, recordando el momento en el que se encontraba en El Jardín visitando a su madre.Pasará mucho tiempo antes de que yo pueda volver a Niana. – Susurró para sí con un suspiro. De pronto Neithan tocó a su puerta con desespero.Encontramos otra reliquia.Élián se levantó con rapidez de la cama y lo siguió hasta la sala de control de la nave. Era bastante amplia, tenía un tablero de controles frente a la entrada que abarcaba todo el frente de la nave, dos sillas colocadas frente al tablero y dos detrás sólidamente colocadas en el sue
E La Tierra. El único planeta con vida en el Sistema Solar de la Vía Láctea. Durante el apogeo de la civilización Inca los habitantes del planeta Drake de la Galaxia Neutra fueron atacados al borde de la extinción, por lo que tuvieron que huir y ocultarse y mezclarse entre los Incas. Muchos años más tarde, después de la caída de este magnífico imperio resurge Mot y la hija de Mordana, atacan a los drakens que reencarnaron en La Tierra con el propósito de conseguir los Subyac, pero no es sino hasta la llegada de Élián a La Tierra que se conoce la verdadera importancia de las rocas de Drake. Jessica y Edward acababan de llegar al mirador, bajaron del vehículo y se sentaron a admirar la ciudad desde el ocaso, hacían tres días que habían regresado de España. - Hacía tiempo que no venía este lugar – Dijo Jessica sentándose en un banco frente al carro. - La última vez que vine aquí fue con Clair, - Dijo Edward sentándose a
A la mañana siguiente después del desayuno, Èliàn se encontraba en la habitación analizando las palabras del enano del día anterior. Neithan estaba con Swan conociendo el aspecto de los cristales e informándose los obstáculos que tendrían que superar para lograr conseguir las reliquias de los cuatro planetas de Suarar.Élián tenía varias hojas de papel sobre la cama, eran los datos que ella y Neithan recaudado y cierta información que Swan le dio. También tomaba las coordenadas del navegador. Èliàn se levantó de la cama y comenzó a caminar de un lado a otro.- Sólo día y medio – Decía en susurros. – Día y medio para conseguir las reliquias. ¿Qué querías que hiciera mamá?Tomó el navegador y lo miró, en la pantalla se mostraban las coordenadas de los cu
Èliàn estaba en su habitación dentro de la nave, había pasado casi un mes desde que salieran de la galaxia Suarar con los cuatro cristales de los elementos, las reliquias de la galaxia Suarar. Un mes desde que viera morir a la única persona que conocía a su madre después de Sula. Élián se quedó en su cama observando los brazaletes de comunicación que usaban para comunicarse con Swan. Élián suspiró, luego colocó el brazalete en una de las mesitas junto a la cama y salió para reunirse con Neithan en la sala de control. Le preocupaba Neithan, en el enfrentamiento contra Mordana en Baco él había recibido un golpe en la cabeza y desde entonces le había estado doliendo. Pero antes de llegar escuchó el característico sonido del navegador indicando que estaban cerca de una reliquia. Aceleró el paso y cuando llegó a la sala de control lo encontró dormido en la silla. Ella se acercó al tablero y miró el navegador, luego levantó la mirada para saber en qué planeta se encontraban. Élián