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6-La llave de oro. La reliquia de Niana.

- ¿Qué sucede? – Preguntó Sula sorprendida al verla sola. – ¿Donde están los demás?

Èliàn había vuelto después del enfrentamiento con Olar.

- Tienen a Neithan. – la muchacha miró a Sula. – No me dijiste que Olar era un roulan.

- No lo creí importante. – Dijo Sula. – Neithan debe estar en el salón del trono.

- Vengo de ahí.

- No si venías del primero.

Èliàn la miró.

- ¿Cuántos tronos hay aquí? – Sula se tapó la cara y luego la miró.

- Supongo que se encontraban en el primero. – Dijo Sula. – Bien, el segundo se encuentra arriba. Es el de Olar. Él piensa que nadie conoce sobre su existencia. Es ahí donde tiene la llave. Es donde debe tener a Neithan.

- Debo seguir subiendo entonces.

- Si. – Dijo Sula. – Irás con varios de los naýneses que se quedaron en la reta… - Èliàn le interrumpió.

- No Sula. Iré sola, no puedo perder tiempo.

- Pero habrán centinelas en todas partes pequeña. Son invisibles y…

- Son felinos.

- ¿Felinos? ¿Hay felinos aquí?

- Si. – dijo Èliàn extrañada. - ¿No lo sabías?

- No. – Dijo Sula. – Ninguno de nosotros lo sabía. Pero eso no tiene nada que ver, no puedes ir sola pequeña.

- El sabe que iré y pensará que iré con refuerzos.

- Pues no importa.

- Está decidido. – La muchacha se levantó las mangas de su ropa y mostró dos brazaletes. – Estos brazaletes son uno. – se quitó uno y se lo dio a Sula. – Debes usarlo. Si necesito ayuda la luz que emitirá será roja, entonces harás lo que creas conveniente.

- Pero Èliàn…

- Por favor. No sigamos planeando nada. Solo perdemos el tiempo. Déjame hacerlo a mi manera ahora. – Sula la miró durante un momento preocupada y luego accedió.

- Está bien, pero por favor ten cuidado pequeña.

Èliàn asintió, pero no se dirigió por donde vino sino a la salida del refugio.

- ¿A dónde vas? – Preguntó Sula sorprendida.

- Iré por el frente.

- ¿Por qué?

- Porque quiero terminar rápido.

- Èliàn es peligroso.

- No te preocupes. Si tengo problemas lo sabrás.

La muchacha se alejó hacia la entrada del refugio, la capa ondeaba a medida que caminaba. Los naýneses que se encontraban cuidando la entrada se sorprendieron al verla salir y dirigirse al castillo sin protección alguna más que un arco y un carcaj lleno de flechas.

Unos minutos después los centinelas de Olar comenzaron a salir para atacarla, pero no llegaban a acercarse pues ella les disparaba y les atravesaba las flechas en el corazón.

En cuanto llegó al castillo las flechas ya se les había acabado y tuvo que sacar su espada. Pasó sin problemas, al menos es lo que ella diría pues todos los felinos estaban muertos en el piso y Èliàn sin un rasguño.

Abrió las puertas del salón del trono donde Neithan fue apresado y siguió caminando, la puerta a la derecha de la silla seguía abierta, la muchacha se detuvo y comenzó a observar todo el lugar. De pronto, desde la puerta comenzaron a entrar una cantidad impresionante de flechas ensangrentadas, se detuvieron y después comenzaron a flotar a su alrededor. La muchacha envainó la espada de nuevo, tomó una, cargó el arco y apuntó hacia una de las columnas cercanas a ella, unos segundos después disparó y un felino se materializo y cayó muerto. Comenzó a caminar de nuevo y estuvo disparando flechas hasta llegar al final de la estancia, justo frente a la puerta.

- Si lo hubiera sabido desde un principio no perdemos tiempo. – Dijo la muchacha y comenzó a subir las escaleras, todas las flechas que la rodeaban cayeron al suelo.

Mientras Èliàn subía las escaleras, Neithan había sido golpeado en la cara, dos felinos lo tenían sujeto y Olar lo golpeaba.

- Veo que no quieres decir nada. – Dijo Olar.

- Puedes golpearme todo lo que quieras. – Rió con sarcasmo. – Dudo que puedas hacer algo más.

Olar lo golpeó en el estómago y el muchacho cerró los ojos para expresar su dolor. Olar iba a hablar de nuevo pero un estruendo proveniente de las puertas evito que lo hiciera. Todos enmudecieron.

- ¿Qué es eso? – Preguntó él bajando los escalones del trono. El salón era exactamente igual que el primero, sólo que esta ocasión había varios ventanales entre las columnas y las cortinas abiertas eran rojas.

Olar no se dio cuenta, pero los centinelas que tenían a Neithan yacían muertos detrás de él y Neithan había desaparecido.  Se detuvo con brusquedad pues otro gran golpe fue recibido por las puertas hasta que estas se abrieron y se salieron de los goznes. Dio unos pasos y volvió a detenerse sin dejar de observar hacia la puerta pues escuchó unos pasos que iban subiendo las escaleras.

No se podía ver nada desde donde se encontraba Olar porque las antorchas que alumbraban las escaleras habían sido apagadas.

- El Emperador quiere doblegar al universo a su voluntad. – Decía alguien desde la entrada. Una silueta humana salió de la oscuridad, en cuanto salió Olar pudo reconocer la persona que hablaba. – Pero mientras yo viva impediré sus planes. – Era Èliàn. – Y también los tuyos.

Entró al salón y sacó su espada.

- Eso es muy divertido. – Dijo Olar riendo y sacando su espada. – una niña evitará que yo haga lo que quiera, y también impedirá la ascensión del Emperador. – Comenzó a reír. – Me gustaría saber como lo harás.

Èliàn le sonrió, luego con un gesto de la mano le indicó que fuera hacia ella, pero en ves de eso, salió de sus ropas una pequeña llave dorada que fue a parar a sus manos. Èliàn la examinó y luego la lanzó al suelo, pero esta no cayó, ni se escuchó ruido alguno.

- No me engañarás con una baratija de esas.

La muchacha presionó un botón sobre el broche de su capa y esta cayó al suelo. El broche se redujo y se transformó en un dije.

Olar comenzó a correr hacia Èliàn, pero recibió un golpe en la cara que lo dejó inconciente. Neithan lo había interceptado.

- Siento interrumpir lo que hubiera sido divertido preciosa, pero no tenemos tiempo. Debemos ir por la llave.

- Neithan estás herido.

- Tuve que engañar un poco a mi captor. Necesitaba la ubicación de la reliquia ya que no había naýneses cerca.

Ella sonrió.

- ¿Por qué dices que no tenemos tiempo? Y ¿Dónde está el navegador?

- Me lo quitaron y lo llevaron junto con la reliquia. Y Mordana viene hacia acá. Al parecer supo que estábamos aquí.

- ¿Por qué siempre me interrumpe de esa forma? – Preguntó la muchacha indignada, Neithan se encogió de hombros y luego ambos comenzaban a correr. - Espera. – Dijo Èliàn y ambos se detuvieron. La muchacha se devolvió corriendo para recoger su capa. – No debo perderla, - dijo en cuanto llegó a su lado. – Están muy caras estos días. – Neithan rió y comenzaron a alejarse hacia la puerta que se encontraba detrás del trono.

- ¿Cómo sabes que está aquí? – Preguntó Èliàn mientras se ponía la capa de nuevo.

- ¿Recuerdas que una vez te molestaste conmigo porque siempre descubría donde te escondías cada vez que jugábamos?

Èliàn rió.

- ¿A que viene eso Neithan?

- Pero ¿Lo recuerdas?

- Claro que lo recuerdo. Pero no comprendo por qué lo dices ahora.

- Porque es lo mismo que hice para encontrar la reliquia.

- Ah, ahora entiendo.

- No te lo dije antes porque si lo sabías no podría descubrirte.

- Muy chistoso. – Dijo riendo.

- Bien, lo único que necesito para descubrirlo es la forma de la llave.

- Pero nunca la habías visto, ¿o si?

En respuesta Neithan le mostró la llave que ella le había quitado a Olar cuando iba a enfrentarse a él.

- Por lo general los reyes son un poco tontos, en especial los roulan. – Dijo – La llave está oculta en un salón donde nadie, ni siquiera él puede entrar, sólo aquellos que fueron delegados por Mordana para custodiar la entrada.

- Y ¿Hay alguien ahí?

- Bueno, cuando yo subí no había nadie. Lo que no se es si se estaba ocultando de mi o le sorprendió mi repentina aparición.

- ¿Cómo sabes que la llave es como esa? – Señaló la que Neithan llevaba en su mano.

- Porque Olar tomó la forma de la llave en esta, y esta llave es la que nos separa de la entrada donde se encuentra la reliquia.

- Mmm… Interesante conclusión.

Neithan se detuvo y le indicó a la muchacha que lo hiciera también. Había llegado al final de las escaleras. La estancia no era muy grande, había dos columnas frente a unas puertas que se encontraban cerradas. La entrada se encontraba diagonal a las puertas. De pronto un gesto de alivio se dibujó en su rostro.

- ¿Cómo llegaron aquí antes que nosotros? – Preguntó Neithan justo en el momento en el que dos naýneses se materializaban frente a ellos.

- Cuando salimos por primera vez del refugio nos dirigimos hacia aquí y los dormimos a ellos. – Señaló a dos personas que se encontraban en el suelo, a un lado de la entrada.

Èliàn se quedó observando a los hombres con los que Neithan estaba hablando, luego miró con detalle a los que se encontraban en el suelo, algo no le gustaba.

- ¿Tienen la llave? – Preguntó a Neithan.

- Si. – Dijo el muchacho, iba a entregársela a uno de ellos, pero Èliàn fue más rápida y se la quitó de las manos.

- Yo la abriré. – Dijo sin dejar de mirar al naýn sorprendido con la rapidez de la muchacha.

- ¿Cómo hiciste eso? – Preguntó el naýn. – tu velocidad es igual a la de un naýn ordinario.

- Se copiar algunas cosas. – La muchacha parecía darse cuenta de la situación. – Ahora entiendo.

- ¿Qué entiendes?

Èliàn dio un paso atrás y levantó la mano.

- ¿Qué vas a hacer? – Preguntó Neithan al ver que la muchacha tomaba la posición para ejecutar el ojo azul.

- El roulan sólo es una fachada, el no es el verdadero Olar.

- ¿Qué estás diciendo?

El naýn iba a atacar a Neithan, pero la mano de la muchacha brilló y este se detuvo. Neithan se volvió y vio al naýn con la espada en algo listo para atacarlo.

- No siempre se puede confiar en el enemigo.

- ¿Cómo supiste que era yo?

- Es curiosa tu pregunta. – Dijo la muchacha, - Neithan, ¿Podrías atarlos por mi?

- ¿Atarlos? – Preguntó el muchacho sorprendido. – Pero seguirán doblegando a los naýneses.

- Ya no lo harán más. Ellos ya saben quien es el verdadero Olar.

- ¿Cómo? – Preguntó Neithan y Olar estaba asombrado de las palabras de la muchacha.

En respuesta, Èliàn levantó las mangas de su traje para descubrir que en uno tenía el brazalete y en el otro no.

- Le dejaste un brazalete – Dijo Neithan. – Cada vez me sorprendes más.

Ella rió. Neithan ató a Olar y al otro naýn que estaba con él, luego se dirigieron a buscar la llave que se encontraba detrás de la puerta. Èliàn la abrió y descubrió que las puertas llevaban a un simple armario donde no había nada salvo una pequeña caja de madera. La muchacha tomó la caja y la abrió. Ahí estaba la llave, la reliquia de Niana. Ambos se miraron y sonrieron, luego cerraron la caja y comenzaron a caminar hacia la entrada cuando Èliàn se detuvo y miró a Olar.

- Mordana viene para acá, supongo que eso ya lo sabes. – Olar no dijo nada. – Dile que la hija de Èhlian caminó por esta tierra y se llevó consigo la llave de oro. Dile también que terminaré lo que mi madre comenzó. Reuniré todas las reliquias y evitaré la ascensión del Emperador.

- Mordana conocerá tus palabras, pero puedo asegurarte que por ella no cumplirás tu cometido. Ella evitará tus propósitos.

Èliàn lo miró unos segundos y luego ella y Neithan se alejaron por las escaleras. Cuando llevaban la mitad del camino se escuchó una explosión lejana.

- Mordana está aquí. – Dijo Neithan – Debemos irnos lo más rápido posible.

- Espera. – Dijo la muchacha. – Sostén esto. – Le dio la caja de la llave y la abrió, luego la sacó y cambió las llaves, sacó la llave de la cadena y la colocó dentro de la caja, la reliquia la colgó dentro de la cadena. Él le sonrió.

- Vamos. – Dijo Neithan, Èliàn tomó la caja y comenzaron a bajar de nuevo.

Cuando salieron del castillo, lo que vieron les sorprendió, los naýneses que se encontraban ocultos en el refugio estaban enfrentándose a una legión de felinos, pero estaban perdiendo y de pronto otros naýneses se unieron a la batalla.

En medio de la batalla, Èliàn pudo ver a Sula. Neithan y ella fueron hacia la naýn.

- La tienes. – Dijo Sula con emoción. – Gracias por abrirnos los ojos. – Dijo Sula entregándole el brazalete. Neithan saltó y cayó detrás de Sula para matar a un felino que iba a atacarla por la espalda.

- No te preocupes. Olar está atado en el lugar donde se encontraba la reliquia.

- Deben irse. Ahora. – Dijo Sula. – Mordana está llegando.

- ¿No ha llegado aún?

- No. Ella aún no desciende. La nave está entrando al planeta.

- Entonces no perdamos tiempo.

Èliàn abrazó a Sula.

- Cuídate mucho Sula. Quiero volver a verte.

- Lo harás pequeña.

Neithan y ella se disponían a irse cuando ella se devolvió.

- Una de las cosas que odia Mordana es el elemento sorpresa.

Sula se quedó mirándola alejarse y luego le sonrió.

Neithan y ella fueron corriendo hacia el transbordador.

- ¿Donde la ocultaste?

- Yo no lo hice, recuerda que tú viniste conmigo.

- Yo tampoco la oculté.

- Fueron los naýneses, para evitar que la confiscaran.

- Debemos encontrarla Neithan.

- Ya lo se. – El muchacho se quedó pensativo por un momento. -  Ya se.

- ¿La encontraste?

El muchacho no dijo nada. Buscó entre las cosas que llevaba en su cinturón, en ese momento Èliàn pudo ver la cadena que pendía de este, la que había tenido en su sueño. El muchacho sacó un pequeño aparato y lo apuntó hacia el cielo. En ese momento comenzó a sonar un pequeño pitido no muy lejos. Neithan comenzó a caminar para seguir el ruido hasta que lograron encontrar la nave oculta entre unos matorrales.

- Si. – Dijo Neithan aliviado.

Las puertas del trasbordador se abrieron y ambos subieron a la nave y esta despegó alejándose del planeta.

***

Cuando Mordana bajó de la nave, el campo de batalla estaba completamente desolado, había muchos cadáveres, algunos eran de naýneses y otros de los felinos a los que se enfrentaban. Con ella iban siebras, del planeta siete, algunos habían logrado atrapar a varios de los naýneses que opusieron resistencia, entre ellos se encontraba Sula.

- Vaya vaya. – Dijo Mordana mirándola. – Pero que sorpresa, Sula. La nana. – Dijo con un tono de voz despectivo. – Veo que ayudaste a escapar a tu pequeña preferida.

- Mordana, - Dijo Sula. - ¿Por qué haces esto? – Preguntó con un dejo de tristeza en la voz.

- A mi no me vas a engañar con tu falsa tristeza. – Dijo Mordana con molestia. – La querías más a ella que a mí.

- Eso no es cierto, pequeña.

- DEJA DE LLAMARME ASÍ. – Gritó y le dio un golpe en la cara. – Eres igual que mis padres. Siempre la prefirieron a ella, a Èhlian.

Sula iba a decir algo, pero Mordana no se lo permitió.

- Tu pequeña huyó gracias a ti. – Le dijo. – Si tanto me querías podías haberla detenido.

- Sabes que no podría hacer eso.

Mordana estuvo a punto de perder los estribos nuevamente cuando dos siebras llegaron ante ella con dos naýneses atados.

- Mi señora. – Dijeron llevándolos a rastras. – Olar y su sirviente fueron encontrados en las estancias de la reliquia.

Mordana lo miró con odio.

- Mi señora. – Comenzó a hablar Olar.

- Sólo quiero los detalles de lo que sucedió. No quiero escuchar disculpas de ningún tipo.

El naýn suspiró resignado.

- No era Èhlian

- ¿Qué es lo que estas diciendo? – Preguntó Mordana levantándolo del suelo. La muchacha era muy fuerte, Olar quedó suspendido en el aire. - ¿Cómo te atreves a engañarme de esa forma?

- Estoy diciendo la verdad.

Mordana lo miró durante unos segundos y luego lo dejó caer, luego desvió la mirada a Sula. Al parecer su mirada la delataba. Sin dejar de mirarla se dirigió a Olar.

- ¿Quién era entonces?

- Era su hija.

Mordana volteó la cabeza con brusquedad y lo miró entre sorprendida e indignada.

- ¿Qué dijiste? – Luego rió. – Mi hermana no pudo tener una hija.

- La tuvo mi señora. – Dijo el sirviente de Olar. – Dijo algo para usted.

Mordana lo miró durante unos segundos y luego miró a Olar.

- ¿Qué dijo?

- Que la hija de Èhlian caminó por esta tierra. – Esta vez quien habló fue Sula. – se llevó la llave consigo y reunirá todas las reliquias. Y evitará la ascensión del Emperador.

En ese momento hubo una explosión y muchos naýneses salieron de nadie sabe donde armados, corriendo hacia ellos. Sula se soltó de sus opresores y estos cayeron inconscientes.

- Niana ya no está bajo tus ordenes Mordana. – Mordana la miraba con odio. – Vete ahora pequeña, antes de que cambie de opinión.

- Este planeta es mío, no me iré porque tú me lo ordenes. O piensas enfrentarme.

- Yo no lo aré. Y sabes que si lo hago perderías. – Mordana no dijo nada. – Pero tienes algo mayor a que enfrentarte. Hablo de la ira del Emperador. Es mejor que te vayas y guardes tus fuerzas para eso.

Mordana no le dijo nada, sólo la miraba con odio. Hubo otra explosión. La muchacha dio unos pasos atrás.

- Volverás a saber de mi Sula.

Le dio la espalda y comenzó a correr de regreso a su nave. Sula sabía que la muchacha estaba asustada, no por lo que ella le hubiera podido hacer, sino por la reacción del Emperador al saber que Niana ya no está bajo sus órdenes y que la reliquia de los Naýneses fue robada.

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